Hace un par de días, el New York Times publicaba un artículo sobre la prestigiosa revista norteamericana Wine Spectator en el que se ponían al descubierto los fraudes en los concursos gastronómicos que organizaba. Más de un norteamericano se sentirá defraudado y este hecho posiblemente dañe la imagen que durante 30 años ha labrado esta prestigiosa revista dedicada al mundo del vino.
El protagonista de la historia es el crítico enológico Robin Goldstein, autor de The wine trials, la guía de los vinos baratos de la que ya os hemos hablado en Gastronomía & Cía. Al parecer, el crítico sospechaba que Wine Spectator se movía puramente por dinero y los valores que antaño caracterizaban a la prestigiosa revista se han disipado.
Robin Goldstein se inscribió en el concurso que organiza cada año la revista y que sirve para otorgar el Premio de Excelencia Gastronómica 2008, rellenó el correspondiente formulario de inscripción y pagó su precio, 250 dólares.
Seguidamente se inventó un menú de cocina italiana, Torta Di Zucca Alla mantovana, Risotto alla Milanese, Uovo en Raviolo con ricotta, Spinaci e tartufo bianco, Costoletta di vitello alla Milanese con pomodoro e rucola y lo acompañó con una supuesta carta de vinos que resultaban ser los peores valorados por la propia revista durante los últimos 10 años, un Cabernet Sauvignon «I Fossaretti” del 1995, un Sassicaia de 1976, un Barolo «zonchera» del 94, etc.
El restaurante italiano que ofrecía el menú y los vinos, era el ficticio Osteria L’Intrepido, ahora sólo era necesario esperar acontecimientos. La revista galardonó a Osteria L’Intrepido con el Premio de Excelencia Gastronómica 2008. Los peores vinos, un menú imaginario y un restaurante inexistente obtuvieron el premio, os aconsejamos leer el artículo publicado por Robin Goldstein en su nuevo blog Osteria L’Intrepido de Milano.
Bastó una falsa página web y contestar a un par de llamadas de teléfono para constatar la existencia del supuesto restaurante Osteria L’Intrepido de Milano. ¿Cuál era entonces el papel de los críticos gastronómicos que debían valorar el restaurante, su menú y sus vinos?
¿Cuántas revistas gastronómicas o enológicas de prestigio actuarán de este modo?, lo que es evidente es que el próximo año el concurso mostrará el rigor que corresponde y el premio se otorgará bajo un enjuiciamiento veraz. ¡Qué escándalo!
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