Quizá en un corto plazo de tiempo se podrán servir vinos de todas las nacionalidades en la Casa Blanca, concretamente en las cenas de Estado. Al parecer, el trigésimo sexto Presidente de los Estados Unidos Lyndon Johnson, decretó hace más de 40 años que en estas cenas sólo se podrían servir vinos estadounidenses, una forma bastante particular de mostrar el patriotismo y una lástima al rechazar vinos que eran significativamente superiores a los que se producen en ese país.
Parece ser que el nuevo presidente Barack Obama es un amante del vino y si es así, posiblemente valorará los vinos que se producen en otros países.
De hecho, el mundo del vino norteamericano se ha alegrado de que por fin un candidato amante del vino entre en la Casa Blanca, los productores lo ven como una posibilidad de potenciar y promocionar el consumo de vino entre los estadounidenses. El anterior presidente George W. Bush había dejado hace más de 20 años el alcohol y en la Casa Blanca el vino sólo se disfrutaba en las cenas de Estado.
El caso es que el ridículo decreto de Lyndon Johnson podría ser abolido por Barack Obama y la deprimida bodega de la Casa Blanca, que según parece sólo cuenta con 500 botellas de vino producido en el país, podría ampliarse con una buena selección de vinos de todo el mundo. Como nota cabe destacar que Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos que desarrolló su mandato en 1801, disfrutaba de una bodega con 20.000 botellas de vino de distintas bodegas y D.O. europeas.
Según leemos en el periódico digital La Nación, los vinos de la Casa Blanca eran la imagen de la anterior presidencia, vinos potentes, arrogantes y fuertes en boca, pero con poca estructura y escasa sutileza, resulta una comparación curiosa y muy política. Decididamente será un gran cambio, se pasará de una bodega nacionalista y cerrada a una bodega que no haga distinción alguna más que la calidad.
Más información | Reuters