Vino de guarda es aquel vino que reúne los requisitos adecuados para poder ser madurado lentamente en la botella. No todos los vinos son aptos para realizar la guarda, y son pocos los vinos blancos capaces de evolucionar en las botellas durante algunos años, esta es una condición que pertenece a los vinos tintos.
El vino de guarda es un vino más complejo, con un grado alcohólico adecuado y con una textura y aroma muy especiales, pero no todos los vinos tintos reúnen los requisitos para realizar prolongadas guardas, depende del tipo de vino y del tipo de botella. Dejar madurar un determinado vino durante muchos años puede provocar que termine apagándose o incluso se convierta en el denominado vino muerto.
Un error común es guardar cualquier vino creyendo que el paso del tiempo va a mejorar su condición, sólo debemos realizar el proceso de guarda en aquellos vinos que son duros, jóvenes pero con grandes cualidades. El paso del tiempo les permitirá adquirir los aromas terciarios que mejoran significativamente la calidad.
Con respecto a lo que indicábamos antes, la muerte del vino, hay que tener en cuenta que los vinos envejecen paulatinamente, van perdiendo aromas frutales y a su vez van desarrollando aromas más complejos, como los que hemos nombrado anteriormente, los terciarios. Este proceso tiene un principio y un fin, llega un momento en el que el vino termina perdiendo la acidez responsable de su estructura, es el momento en el que el vino ya no mejorará convirtiéndose en un vino muerto. No debemos llegar al límite, es preferible consumirlos antes, cuando todavía pueden hacernos disfrutar.
Para un vino de guarda es fundamental la estructura que posee y las variedades que lo componen, como norma general, las bodegas tienen en cuenta varios aspectos a la hora de clasificar los vinos en reserva, crianza o gran reserva, su graduación alcohólica, el grado de acidez, la carga tánica, etc.
Todos estos aspectos determinan la capacidad de envejecimiento de un vino, así, un crianza podría guardarse durante cuatro años a partir de la añada, ocho años si se trata de un reserva y hasta quince años en el caso de ser un vino clasificado como gran reserva.
Cómo se hace la guarda del vino
Para realizar la guarda del vino correctamente deberemos tener en cuenta el tipo de vino que tenemos en nuestras manos, la temperatura de nuestra bodega particular, entre 10º y 12º C, ya que los cambios drásticos de temperatura pueden alterar la estructura del vino. No ocurriría lo mismo con los cambios paulatinos de temperatura que vienen dados por el cambio de estación, estos no perjudican ni afectan el proceso de guarda.
La luz es otro factor importante a tener en cuenta, dependiendo del tipo de vino, puede afectarle seriamente, como sería el caso de los vinos blancos o espumosos, por eso es necesario asegurarse de que la bodega se encuentre en penumbras o con el alumbrado oportuno que permiten las nuevas tecnologías y que están recomendados por los expertos.
La humedad es otro aspecto fundamental, debe situarse entre el 70% y el 80%, esta condición evita que el corcho pueda estropearse, una excesiva humedad puede pudrir el corcho y por el contrario, poca humedad lo resecaría. Junto a la humedad se debe tener en cuenta la ventilación de la bodega, gracias a ella evitaremos el olor y sabor a moho y ambiente cargado.
También es necesario recordar que la bodega es un espacio exclusivo para el vino y no debemos guardar otras cosas, una simple botella de lejía o un bote de pintura pueden afectar al vino traspasando las moléculas emanadas de estos productos el propio corcho.
Ya sólo queda la posición de las botellas, éstas deben estar tumbadas, la razón es sencilla, el vino debe estar en contacto con el corcho para garantizar su sellado y su elasticidad. El vino es un mundo fascinante y aunque es sencillo de comprender, el camino para conocerlo es verdaderamente extendido, cuanto más te adentras en él, más apasiona.