La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos es una corporación cuyos miembros se describen como consejeros del Gobierno del país en materia de ciencia, ingeniería y medicina, proporcionándole una orientación política sobre estas materias. Cuenta con varios comités específicos para su trabajo de asesoría, pero no se sabe qué criterios se siguen para elegir a los expertos que pertenecen a estos comités. En este sentido, se cuestiona a los expertos que forman el panel encargado de asesorar sobre biotecnología, responsables de analizar y examinar los futuros productos biotecnológicos, los avances que se realizan en este campo y de proporcionar asesoramiento sobre la puesta en marcha de regulaciones.
Los críticos argumentan que existen vínculos entre la Academia Nacional de Ciencias y la industria de la biotecnología, es decir, un conflicto de intereses, ya que varios de los miembros de este comité tienen relaciones financieras con las empresas biotecnológicas, por lo que la tarea que realizan podría orientarse para beneficiarlas, restando importancia a los temas medioambientales o de salud. Tras una investigación exhaustiva de más de dos años realizada por Food & Water Watch, el New York Times ha publicado un artículo sobre esta cuestión, mostrando que existen dichos conflictos de intereses.
Según leemos aquí, parece ser que uno de los responsables de la academia ayudó a seleccionar el panel de investigadores y expertos, tres de las 13 personas que lo forman, estaban relacionados con la industria de la biotecnología. Esta crítica se suma al debate sobre cómo los reguladores federales están regulando el rápido desarrollo de la biotecnología. Se han presentado estudios e informes que han sido criticados por los grupos ambientalistas y otros expertos, el año pasado el grupo asesor en estas cuestiones emitió un informe en el que se concluía que los alimentos transgénicos son seguros para la salud y no dañan el medio ambiente, además no despejaba dudas sobre si esta tecnología facilitaba aumentar el rendimiento de los cultivos.
Este informe se presentó cuando el Gobierno central del país estaba revisando la regulación de los cultivos transgénicos y la comercialización de los alimentos modificados genéticamente, recordemos que varias empresas habían realizado cambios para poder cumplir la legislación del Estado de Vermont sobre el etiquetado transgénico. Pero poco después se aprobó la Ley Federal del etiquetado transgénico en Estados Unidos, ley que fue criticada por la falta de transparencia y por favorecer a la industria biotecnológica, además, invalidaba la Ley del etiquetado de los alimentos transgénicos de Vermont que tanta oposición había recibido.
La Academia Nacional de Ciencias ha defendido los informes presentados, así como el trabajo elaborado por el panel de expertos dedicado a cuestiones sobre la biotecnología. Pero lo cierto es que cualquier conflicto de intereses puede socavar la autoridad que tiene el panel en esta materia, se duda de la imparcialidad y del trabajo que pueden realizar los expertos, no se puede actuar con objetividad y carácter independiente si existen vínculos e intereses financieros con la industria biotecnológica. Curiosamente, esta academia se posiciona claramente contra el conflicto de intereses, sin embargo, se permite a investigadores con intereses en estas compañías, que trabajen en el comité al considerar que son expertos en la materia y que no pueden encontrar otras personas que los sustituyan.
Los investigadores sujetos a los conflictos de intereses, como por ejemplo un profesor de la Universidad Estatal de Iowa y un científico que trabaja en la compañía Dow AgroSciences, fueron seleccionados para su trabajo en el panel de expertos, posteriormente se dio a conocer su vinculación con la industria biotecnológica, pero se explicó lo comentado antes, que no se podía encontrar a otros expertos tan cualificados como ellos para el trabajo. Parece ser que esto es sólo la punta del iceberg, varios ambientalistas han señalado que la Academia Nacional de Ciencias ha permitido que varios investigadores y expertos con potenciales conflictos de intereses, hayan pertenecido a diferentes paneles sin que se haya dado a conocer su implicación con la industria.
Varios de estos expertos se benefician directa o indirectamente de las normas y regulaciones que proponen, según un investigador de Food & Water Watch, no se incluye en los comités a aquellas personas que puedan abogar por un enfoque más prudente en las regulaciones de la industria, lo que parece delatar que la propia academia está a su favor. Es necesario que los expertos que forman un panel asesor sean independientes y que no estén sujetos a conflictos de intereses, es el modo de ofrecer más transparencia y legitimidad a las propuestas y consejos que ofrecen. Merece la pena leer el artículo de Food & Water Watch para conocer con más detalle este tipo de irregularidades que encauzan la legislación hacia los intereses de la industria biotecnológica.