En unas semanas empezarán a apetecernos platos menos frescos sin necesidad de hacer un cambio directo al plato caliente, hay término medio y la cocina nos permite hacer muchos platos que se degustan tibios. Para muchos de ellos y generalmente para las ensaladas, será ideal como aderezo una vinagreta templada.
Para hacer una vinagreta templada o tibia que resulte muy sabrosa, es ideal aprovechar esos jugos que muchas veces nos quedan en la bandeja del horno o en la cazuela después de hacer un asado o guiso, sea de carne o de pescado. Según lo concentrados que estén los jugos podemos reservarlos tal cual en un recipiente bien cerrado para su posterior uso o realizar la técnica del desglasado, para lo que necesitaremos añadir algún líquido que recoja todos esos sabores concentrados.
La vinagreta templada debe adaptarse al ingrediente principal del plato que vayamos a aderezar, si por ejemplo hacemos una ensalada de pollo, lo adecuado sería incluir un fondo o jugo de carne, mientras que si el plato a aderezar es de pescado o marisco, obviamente haremos una vinagreta templada con los jugos de ‘su familia’, aunque siempre hay excepciones.
En estos casos calentaremos el fondo a unos 60-80º C y después incorporaremos el resto de ingredientes que formarán parte de la vinagreta, mezclamos enérgicamente y servimos enseguida.
También podemos hacer una vinagreta tibia sin necesidad de echar mano a elaboraciones anteriores, una vinagreta que nos encanta elaborar es con ajos confitados, el aceite se calienta a baja temperatura y los ajos van desprendiendo su sabor en él. También se pueden añadir unas guindillas si quieres darle un toque picante y después incorporar especias al gusto, algún vinagre como el de Jerez por ejemplo, mezclar bien y ensalzar el plato que desees. Hasta para un plato de pasta al dente es una exquisitez.
Y es que la sencillez es lo que muchas veces triunfa.