La noticia de las vieiras contaminadas está en todos los medios, aunque parece que le dan más importancia a quien está implicado en el comercio de estas vieiras que en las personas que pueden estar afectadas o que han estado expuestas a una intoxicación. Los titulares ponen en la palestra a Toñi Vicente, chef gallega galardonada con una estrella Michelin, pero no es la única que supuestamente ha trabajado en su cocina con vieiras contaminadas, en total hay unos doce detenidos por ser sospechosos de cometer un delito contra la salud pública.
La intoxicación de estas vieiras se debe a la ASP (Amnesic Shellfish Poison), conocida como toxina amnésica de moluscos producida por un aminoácido, el ácido domoico, y que puede afectar muy seriamente a los humanos. La toxina es producida por la diatomea Nitzschia pungens f. multiseries y puede provocar desde alteraciones gastrointestinales, como dolor abdominal, vómitos y diarrea, síntomas que pueden aparecer a las 24 horas, hasta problemas neurológicos, síntomas que pueden aparecer después de 48 horas de la ingesta de vieiras (u otros moluscos, crustáceos o pescados) contaminadas son pérdida de memoria, confusión, desorientación, convulsiones y coma. Los síntomas neurológicos pueden recordar a los que provoca el Alzheimer, pero la cosa es realmente grave, en personas mayores, una intoxicación por ASP puede llegar a producir la muerte.
Las rías de Galicia conocen esta toxina desde 1995, y la captura de la vieira en estas rías está prohibida desde hace más de cinco años por los altos niveles de ASP. Dada la prohibición, vender vieiras extraídas directamente de las rías gallegas es un delito tan grave como el tráfico de drogas, o incluso peor, pues las drogas se eligen, pero un plato con toxinas que te puedan llevar a una enfermedad neurológica crónica o incluso a la muerte, no.
En 2002 se cambió la normativa de la prohibición mencionada, según el nivel de intoxicación que presentara la vieira gallega, podía ser llevada a un centro de depuración para hacerlas comestibles. Sólo empresas autorizadas pueden realizar el proceso de eliminación de la toxina de estos bivalvos, para lo que tienen que eviscerar, retirar el hepatopáncreas, el tejido blando que recubre el músculo y la gónada de la especie, es ahí donde se concentra el 79’3% de la toxina. Después, un centro de expedición envasa e identifique correctamente el producto sano para su consumo.
La extracción furtiva de vieiras es más habitual de lo que cabría esperar, pero no sólo por los mariscadores, también por los particulares que confían en sus posibilidades de poder retirar la toxina de los bivalvos, craso error.
Sin duda, estamos frente a un nuevo escándalo gastronómico. A la espera quedamos de la investigación que confirme o desmienta el tráfico de vieiras contaminadas, pero esperamos que se centren en lo que realmente puede afectar a la población, sí queremos saber dónde se ha atentado contra la salud humana (si es cierto), no a ver quién hace el titular más sensacionalista.
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