En el año 2015 la OMS, y concretamente los expertos del IARC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer), consideraron que la carne procesada es un alimento cancerígeno y la carne roja es un alimento probablemente cancerígeno. Las conclusiones se obtuvieron a partir de una revisión exhaustiva de la literatura científica existente hasta la fecha, aunque hay que decir que los estudios mostraban la existencia de una correlación, es decir, la relación lineal y la proporcionalidad entre dos variables estadísticas, consumo de carne y riesgo de padecer cáncer.
Hasta la fecha no se había podido demostrar la causalidad, pero una nueva investigación realizada por expertos del instituto del Cáncer Dana-Farber (Estados Unidos) ha logrado identificar firmas mutacionales que podrían explicar la relación entre el consumo de carne y el cáncer colorrectal. Los investigadores basan sus resultados en los datos obtenidos en la secuenciación del exoma completo (parte del genoma formado por exones o partes codificantes de los genes que forman parte del ARN mensajero) de 900 casos de cáncer colorrectal, pertenecientes a tres estudios realizados en el país.
Los expertos explican que disponían de amplia información sobre la dieta y el estilo de vida de las personas con cáncer colorrectal antes de sufrir la enfermedad, tras cotejar los datos encontraron la presencia de varias firmas mutacionales comunes, incluida una firma indicativa de alquilación (forma de daño del ADN) en el tejido del colon normal y canceroso que no estaban descritas previamente en el cáncer colorrectal, y que se asociaron de forma significativa a aquellos pacientes que consumían carne roja y carne procesada antes de que fueran diagnosticados con cáncer. Hay que decir que se cree que los compuestos químicos presentes en la carne, como puede ser el hemo (grupo prostésico que forma parte de diversas proteínas como, por ejemplo, la hemoglobina), son los responsables de causar las mutaciones.
Los investigadores explican que las firmas mutacionales estaban presentes sobre todo en el colon, y aquellos pacientes con un mayor nivel, tenían hasta un 47% más riesgo de sufrir una muerte por cáncer colorrectal en comparación con aquellos pacientes cuyo nivel era más bajo. Claro, que también hay que destacar los resultados de un meta-análisis presentado el año pasado, en el que se ponía de manifiesto un vínculo más evidente entre los nitritos de los productos cárnicos procesados y el cáncer colorrectal, por lo que se podría decir que ambas investigaciones podrían estar relacionadas.
A diferencia de otros estudios, la nueva investigación es una evidencia de la relación entre el consumo de carne y el cáncer, y ofrece una explicación que la respalda. Los resultados son de gran interés, ya que pueden servir para prevenir el cáncer colorrectal con la búsqueda de las firmas mutacionales, o al menos detectarlas cuando se encuentra todavía en una fase temprana. Si se detectan signos de su presencia, se puede recomendar a las personas que eliminen la carne de su alimentación, con ello se reduciría el riesgo de sufrir la enfermedad. Sobre su presencia en personas con cáncer, los expertos comentan que el grado de incidencia parece un indicador confiable para determinar la tasa de supervivencia.
Quizá estos resultados deban ser tenidos en cuenta por el Instituto Norteamericano de la Carne (NAMI), que asegura que no existe claramente una relación entre la carne y el cáncer. Deben dejar de recomendar a los consumidores de forma general que sigan disfrutando de la enorme cantidad de productos cárnicos que se producen, la salud demanda la necesidad de llevar una dieta sana y equilibrada. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web del Instituto Dana-Farber y en este artículo publicado en la revista científica Cancer Discovery.
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