El Estado de Missouri fue el primero en Estados Unidos en aprobar un Proyecto de Ley en el que se obliga a las empresas que se dedican a la producción de la denominada ‘carne vegetal’ o de ‘laboratorio’, a no utilizar el término ‘carne’, considerando que sólo se puede utilizar con los productos que se obtienen a partir de la ganadería tradicional. Pues bien, ahora se ha presentado un Proyecto de Ley en el Estado de Nebraska, que persigue el mismo objetivo, se trata de una ley que quiere evitar que los sustitutos de la carne sean etiquetados como ‘carne’.
Parece ser que un proyecto similar ya estaba en la mesa en este Estado, pero fue retirado para presentar acto seguido otro que hila más fino, ya que no permite el uso del término carne a los productos alimenticios a base de insectos, a los elaborados con materias primas vegetales o a los obtenidos a partir del cultivo celular, es decir, la ahora denominada carne a base de células.
Lo cierto es que no es algo que sorprenda, en Missouri, algunos de los principales productos agrícolas son la carne de vacuno, la porcina y la aviar, siendo el sexto Estado de Estados Unidos en la producción porcícola y séptimo en la producción de ganado, por lo que se puede considerar uno de los bastiones de la industria cárnica. En Nebraska destaca la producción extensiva de cereales y la ganadería, siendo esa última la industria más grande del Estado, por lo que ocurre lo mismo que en Missouri y las asociaciones de ganaderos tratan de proteger su negocio a toda costa.
Ambos Estados, y sobre todo la industria ganadera, quieren salvaguardar sus intereses mediante una legislación a su medida, enjuiciando a las empresas que usen el término “carne” si sus productos no derivan de la ganadería tradicional. En el Proyecto de Ley de Nebraska se aclara qué productos pueden utilizar la descriptiva ‘carne’, nombrando todos los animales que son criados en confinamiento para consumo humano, además de los habituales, se citan otros como las alpacas, las avestruces, los emúes, etc.
El Proyecto de Ley se presenta como una enmienda a la Ley de Prácticas de Comercio Uniforme y Engañosas de Nebraska, e incluye un apartado de sanciones a cualquier empresa que anuncie, promocione, etiquete, represente, exponga u ofrezca para la venta, intente comercializar o comercialice, un producto etiquetado como ‘carne’ a pesar de que se haya elaborado con insectos, materias primas vegetales o carne de cultivo, ya que estaría infringiendo las políticas comerciales de este Estado.
Si sale adelante el Proyecto de Ley, Nebraska se convertirá en el segundo Estado que muestra su interés en evitar que las alternativas a los productos cárnicos se etiqueten como carne, y posiblemente iniciativas similares se pondrán en marcha en otros Estados del país donde la ganadería es una de las principales actividades. Esto nos hace pensar que al final, es posible que se termine promulgando una ley federal para poder unificar criterios, algo similar a la Ley Federal del etiquetado transgénico, a fin de evitar la aparición de diferentes legislaciones con distintos requisitos.
Recordemos que la FDA (Agencia de Medicamentos y Alimentación) y el USDA (Departamento de Agricultura) anunciaron que la carne de cultivo estaría sometida a un marco regulatorio acordado conjuntamente, sin embargo, en lo referente al etiquetado, no se ha dicho nada y se puede deducir que ambas agencias se enfrentarán a diferentes problemas en el momento en el que se decida cómo se debe llamar en el etiquetado a la carne a base de células, además de los antes citados.
En este artículo de Food Safety podemos leer que agricultores, ganaderos y legisladores de Missouri, Nebraska y posiblemente de otras zonas productoras de carne, quieren proteger la industria de la agricultura animal tradicional. Sin embargo, hay que recordar que en el caso de la carne a base de células, y para ser justos y honestos, se debería aplicar el principio de equivalencia sustancial, tal y como se aplica a los alimentos modificados genéticamente que la mayoría de estos ganaderos avalan. Recordemos que, según este principio, un alimento modificado genéticamente es seguro cuando es significativamente equivalente en composición y características nutricionales a un alimento tradicional, esto ocurre con la carne de cultivo al compararla con la carne tradicional.