La mozzarella es un queso muy consumido en sus distintas presentaciones, quizá por sus propiedades en el fundido es más recurrido el queso mozzarella tierno (es decir, el seco o curado). Este se puede encontrar en piezas que se cortan al peso, en tacos o en lonchas, y también en los lineales de refrigerados, en bolsas rallado. No es la mejor opción porque como ya hemos hablado en anteriores ocasiones, el queso precortado o rallado pierde sabor.
La mozzarella fresca suele consumirse tal cual se presenta, cortada en rodajas por ejemplo en la tradicional Ensalada Caprese, pero también es perfecta para servirla en otros platos, tanto fríos como calientes, una vez fundido no deja de ser un manjar. El problema es que rallar mozzarella fresca no es tan fácil porque es un queso muy blando, sobre todo si hablamos de auténtica mozzarella de búfala.
Hay un truco que puede facilitar esta labor, es muy fácil conseguir rallar la mozzarella fresca, sólo hay que lograr que se endurezca un poco y esto lo vamos a conseguir con el frío. Así que bastará con introducir la bola de mozzarella en el congelador, pero sin dejar que se congele totalmente.
Mantener la mozzarella en el congelador durante 20 minutos aproximadamente, puede ser suficiente para poder rallarla. Claro, todo dependiendo del tamaño de la pieza de mozzarella y de la rapidez con la que nuestro congelador transmita el frío. Las primeras veces que se realice este truco será para comprobar qué tiempo necesitamos para que la mozzarella adquiera una textura cercana a la de la mantequilla refrigerada, sin llegar a estar tan dura.
Hay que tener cuidado de no congelar la mozzarella si no se desea obtener un queso con una textura alterada y aguado. Si no se va a poder controlar que se enfríe lo justo para poder rallarlo, quizá es más interesante mantener la calidad del producto cortándolo a cuchillo, como si cortaras una cebolla en juliana.