Uno de los alimentos que afortunadamente está adquiriendo el valor que merece es el aceite de oliva virgen extra, quizá a algunos de vosotros aún os sorprenda saber que hasta hace muy poco, la Unión Europea no reconocía al zumo de las aceitunas como un alimento saludable, todo lo contrario, y se han tenido que presentar variados y reiterados estudios científicos que demostraban los beneficios del aceite de oliva en la salud humana. También está ganando valor entre los consumidores porque cada vez estamos más informados, aunque aún queda mucho camino por recorrer, no se puede negar que cada vez más personas seleccionan el aceite de oliva que introducen en su cesta de la compra, sobre todo el que va a ser consumido en crudo.
Las cualidades organolépticas del aceite de oliva virgen extra son un mundo, el buen hacer en las almazaras con el fruto del olivo, nos permite disfrutar de un amplio abanico de matices en el aroma y sabor, es como un buen vino, armonizable con el plato que se va a degustar. Pero tampoco vamos a hablar de maridaje o armonía de los aceites de oliva según sus variedades de aceitunas, vamos a ver un truco de cocina para mejorar una salsa de tomate.
Y los tomates serían otra historia, pero al grano, pues lo que queremos es que la próxima vez que hagáis una salsa de tomate o un sofrito con esta fruta, esté más rico, con más sabor mediterráneo, frescor y aroma, el que proporciona un buen aceite de oliva virgen extra.
Este truco, utilizado por muchos cocineros, invita a respetar las características del aceite de oliva virgen extra crudo para que se puedan apreciar en una salsa de tomate, haceos a la idea de lo bien que sabe en un gazpacho o en un salmorejo… pues con los tomates guisados funciona igual. La forma de hacerlo ya la podéis estar imaginando, añadir aceite de oliva a la salsa de tomate una vez que ya está cocinada.
Normalmente el aceite de oliva se pone en la cazuela o sartén antes que los tomates, después éstos tienen que desprender toda su agua y a continuación reducir. Aunque sea a fuego lento, la larga cocción necesaria para hacer la salsa, provoca cambios en el aceite de oliva, así que puede no ser necesario poner aceite de oliva para empezar a hacer la salsa, basta con engrasar el recipiente de cocción untándolo con un pincel de cocina, introducir los tomates troceados, salpimentar al gusto y cocer, tapado unos minutos, después destapar y dejar reducir bien. Cuando la salsa esté hecha, se incorpora un buen aceite de oliva virgen extra y se bate hasta que se integre bien.
Probadlo, la salsa de tomate con aceite de oliva crudo está deliciosa, aunque no hay que negar que elaborada de forma tradicional también es una delicia, pero lo mejor es tener las dos opciones y elegir la que más nos apetezca en cada momento o según el plato que vayamos a elaborar con esta salsa.