Hace un par de años se publicaba en el periódico digital The Guardian una investigación que ponía al descubierto algo que ya se había denunciado en varias ocasiones, el trabajo esclavo que estaban sufriendo quienes se dedicaban a trabajar en la cadena de suministro de la producción de gambas y camarones. Pero no es sólo la industria pesquera la que ha estado asociada al trabajo esclavo en ese país, ocurre algo similar con la industria avícola, hay que tener en cuenta que Tailandia es uno de los mayores exportadores de pollo del mundo.
Una nueva investigación realizada por los periodistas de The Guardian da a conocer el trabajo esclavo en las granjas avícolas de Tailandia, se denuncia que los trabajadores han llegado a realizar jornadas de hasta 22 horas en una de las granjas avícolas que suministran pollos a una de las mayores empresas de exportación del país, que el poco tiempo de descanso del que disfrutaban los trabajadores lo pasaban en las propias granjas junto a miles de pollos, durmiendo en el suelo en condiciones lamentables. Si un pollo enfermaba, la culpa recaía sobre los trabajadores de la granja, aunque en el reportaje no se explica, es probable que tuvieran que asumir los gastos por la pérdida de las aves enfermas.
Los salarios recibidos apenas permitían alimentarse a los trabajadores, a esto hay que sumar que no podían abandonar el trabajo, ya que sus pasaportes habían sido confiscados, por lo que se puede decir que no tenían otra salida que seguir trabajando. Una vez por semana y durante sólo dos horas podían salir a comprar alimentos al mercado local bajo supervisión de los responsables de la granja, siendo esta la única oportunidad semanal que tenían de poder salir de la granja, y lo que no sabremos… Es otro ejemplo más de la explotación laboral y de la situación de esclavitud moderna a la que son sometidos los trabajadores de este y otros países del mundo.
La industria avícola de Tailandia está construida sobre una base de trabajo esclavo con jornadas laborales imposibles, sueldos míseros, chantajes, amenazas y posiblemente otros abusos que equiparan esta industria a la del marisco que comentábamos. Teniendo en cuenta que Tailandia exporta a Europa el 41% del total de su producción avícola, es necesario que las grandes cadenas de distribución y otros operadores eviten adquirir esta carne hasta que no se solucione esta situación, recordemos que la presión ejercida sobre la industria del marisco ha logrado mejorar un poco la situación de los trabajadores de este sector.
En el reportaje de investigación explican que las granjas rurales aisladas son las que más abusos llevan a cabo, pues son las que pasan más desapercibidas. Según los activistas y organizaciones humanitarias, las cadenas de suministro internacionales con frecuencia ignoran estos problemas, como podemos comprobar es una situación muy similar a la de la industria del marisco. Según la organización no gubernamental Finnwatch, dedicada a la promoción de los negocios ecológicos, sociales y económicamente responsables, el pollo tailandés se utiliza en las comidas preparadas y en los alimentos para mascotas, siendo probable que dado que esta carne se procesa en Europa, se comercialice como un producto cuyo origen es un país de la UE en vez de Tailandia.
El testimonio de algunos trabajadores que han logrado huir de estas redes de trabajo esclavo gracias a organizaciones, luchan contra esta situación, por ejemplo la Red de Derechos de los Trabajadores Migrantes (MWRN), debería poner en alerta a todas las empresas internacionales que operan con la carne de pollo tailandés, no debe ocurrir como con el marisco, que a pesar de las denuncias realizadas, tuvieron que pasar algunos años hasta que el problema saltara a los medios de comunicación y se empezara a trabajar para solucionarlo. De momento, un grupo de trabajadores liberados están a cargo de MWRN y se encuentran en un proceso legal en el que se piden daños y perjuicios, pero dado que sus visados de trabajo han expirado, corren el riesgo de ser deportados sin recibir la compensación oportuna.
Según leemos aquí, hasta cuatro millones de trabajadores en Tailandia son inmigrantes procedentes de Myanmar o Birmania, empleados en las diferentes industrias del país, una buena parte de ellos están sufriendo lo que se conoce como “esclavitud moderna”. Un sindicalista británico que trabaja con MWRN comenta que la industria avícola de Tailandia ha fallado por completo a la hora de responder a estas acusaciones de abuso, y considera que es necesario ejercer más presión para poner sanear esta industria. Para ello será necesario que se ejerza presión internacional que implique a gobiernos, importadores, empresas de distribución, etc. Por el momento se prometen investigaciones para conocer el alcance de la situación, por lo que da la impresión de que ocurrirá lo mismo que ocurrió con la industria del marisco.
Dado los antecedentes de Tailandia en este tipo de cuestiones, quizá se debería aplicar el principio de precaución y evitar adquirir los productos avicolas de este país, ya que se estaría promoviendo que este tipo de prácticas laborales continúe alimentando a este tipo de industria esclavista. No estaría mal conocer a las empresas que exportan pollo de este país asiático y saber en qué alimentos procesados se utiliza, ya que una medida de presión es no adquirir los productos si no cuentan con una garantía de prácticas laborales honestas y responsables. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, el aumento de la demanda y la exigencia de abaratar precios por parte de los países industrializados, tiene mucho que ver en este tipo de problemas.
Foto | UsdaGov