Estos días hemos probado un nuevo queso que nos ha encantado, el Tomette de Saboya, un queso elaborado en la región de Haut Savoie de Francia, con leche de vacas locales, de una calidad que consideran excepcional por la diversidad de la flora en las altas montañas de los Alpes, ofreciendo así un queso aromático y exquisito.
El Tomette de Saboya, o mejor dicho Tomette de Savoie, cuenta con el sello de IGP desde 1996. Este queso debe su nombre a ‘Toma’ en el dialecto saboyano, que viene a significar ‘queso producido en las montañas’.
Fue creado con la intención de cubrir las necesidades alimentarias de las familias de la región aprovechando la leche desnatada que sobraba tras la fabricación de la mantequilla, pero con el tiempo su elaboración cambió y se empezó a hacer con leche entera, ofreciendo alrededor de un 40% de materia grasa.
El queso Tomette de Savoie es redondo, de pasta prensada sin cocer, con pocos agujeros y de color blanco amarillento. Este queso de leche cruda está cubierto por una corteza gris con posibles manchas de moho blancas o amarillentas, su refinado en sótanos húmedos es de entre 6 y 8 semanas.
Es de textura tierna y su sabor resulta suave, dulzón, quizá algo afrutado. Lo servimos con unas finas tostas junto a un pequeño cuenco con mermelada de tomate, la combinación es excelente, aunque para catar el queso primero hay que degustarlo solo.
Vale que son piezas pequeñas, bueno de 300 gramos era el Tomette que compramos, pero sólo duró una sentada. Es de esos quesos que cada vez que comes un trozo necesitas volverlo a probar, descubres su sabor una y otra vez, y su textura es muy agradable.
Podéis encontrar el queso Tomette en tiendas especializadas o en grandes superficies bien surtidas, el precio ronda los 6 euros por piezas de 250 a 300 gramos, merece la pena probarlo e incluirlo en una tabla de quesos. Cabe destacar que puede llevar a confusión con el Tomme de Savoie de cabra.