Recientemente se destapó un escándalo que ha involucrado a Kevin Folta, profesor y presidente del departamento de ciencias hortícolas de la Universidad de Florida (Estados Unidos), que ha defendido a los alimentos trangénicos y se ha declarado totalmente independiente de la industria biotecnológica. Al parecer, ha salido a la luz una serie de documentos que demuestran que este profesor que aseguraba no tener nada que ver con empresas como Monsanto, Bayer, Singenta, etc., ha recibido miles de dólares de Monsanto por la promoción que realiza de los alimentos modificados genéticamente.
Kevin Folta declaró en su momento que se había unido a una campaña para defender públicamente los alimentos modificados genéticamente por considerar que son totalmente seguros, además se trataba de su trabajo y quería compartir su experiencia con el resto de la población. Aseguró que nadie le dictaba lo que debía pensar o decir y que cada declaración se basaba en evidencias científicas, el profesor admitió que él podría ser visto de forma injusta, como una herramienta de la industria biotecnológica. Aseguraba que la percepción que tenían de él le molestaba mucho, pero ahora, los documentos liberados revelan el doble juego de este experto.
Las corporaciones han invertido mucho dinero en la financiación de investigaciones relacionadas con los alimentos modificados genéticamente durante muchos años, se trataba de investigaciones supuestamente imparciales que tenían como objetivo explicar a la población, a los legisladores y a las agencias reguladoras, las bondades de este tipo de alimentos. Gracias a las opiniones y conclusiones de los expertos se ha logrado dar pasos decisivos para la industria biotecnológica, como por ejemplo la aprobación del Proyecto de Ley denominado Ley Oscura de los alimentos transgénicos, que tiene como finalidad prohibir que se den a conocer que alimentos contienen materias primas transgénicas en cualquier Estado del país.
Portavoces de Monsanto han asegurado que la asociación de la compañía con los académicos ayudó a desmitificar la ciencia, sin embargo, la industria biotecnológica ha publicado decenas de artículos firmados con el nombre de destacados investigadores que en algunos casos fueron redactados por los consultores de la propia compañía. Monsanto y sus socios han subvencionado a investigadores para que difundan los beneficios de la biotecnología alimentaria por todo el país.
Ahora bien, parece que la industria de los alimentos ecológicos también peca de lo mismo, según un artículo publicado en el periódico digital The New York Times, la industria de los alimentos ecológicos ha reclutado a varios investigadores con el propósito de dar a conocer los beneficios y bondades de la agricultura ecológica, en teoría son expertos que deberían ser totalmente imparciales, algo que se pone en duda. Ambas industrias luchan en una guerra cuya finalidad es influir a los consumidores, agencias reguladoras, políticos, etc. Entonces, ¿son imparciales las investigaciones que se publican sobre los beneficios o perjuicios de los alimentos transgénicos?
Hay que tener cuidado con la opinión de algunos investigadores, tanto si están a favor como si están en contra de los alimentos transgénicos, aunque la posición de cada uno es desigual, la industria biotecnológica tiene más peso, más recursos, mayor influencia, ha patrocinado investigaciones, financiado a candidatos políticos, patrocinado cientos de investigaciones, ha contratado profesores universitarios como consultores, etc. Mientras que la industria de los alimentos ecológicos ejerce una presión que se podría considerar testimonial por sus acciones y poca inversión, aunque hay que apuntar que ha logrado obtener muy buenos resultados.
El artículo del citado periódico parece mostrar que ambas industrias llevan a cabo las mismas acciones y lo hace con un sólo ejemplo, la subvención de la investigación de Charles M. Benbrook por la industria de los alimentos ecológicos, así como la subvención de sus viajes a Washington para luchar en favor del etiquetado de los alimentos modificados genéticamente. Lo cierto es que es un único ejemplo y no tiene peso en la balanza de las intervenciones de ambos bandos, miles de investigaciones realizadas en varias universidades públicas dependen en gran medida de los patrocinadores de la industria biotecnológica, especialmente de Monsanto y Cargill. Estas campañas de influencia alcanzan al Gobierno Federal y a su vez a los gobiernos de otros países para que acepten los alimentos transgénicos, incluso se llega a censurar cualquier investigación que lleve a cabo el Gobierno estadounidense, si esta va en contra de los deseos de la industria biotecnológica, un ejemplo lo exponen aquí.
Como decíamos la influencia de la industria de alimentos orgánicos es testimonial en comparación con la que ejercen las empresas biotecnológicas, por otro lado y según leemos aquí, un sector cada vez mayor de productos ecológicos que es propiedad de grandes empresas alimentarias como General Mills y JM Smucker, frecuentemente alinean sus políticas y su dinero con la industria de la biotecnología, un ejemplo es la oposición a las etiquetas de los alimentos modificados genéticamente. Merece la pena retomar la lectura de este post en el que se trata el tema del lobby anti etiquetado transgénico, formado por muchas empresas alimentarias que invierten tiempo, dinero y recursos para evitar que se aprueben leyes que obliguen a identificar en las etiquetas los alimentos que contienen materias primas modificadas genéticamente.
El artículo de The New York Times pretende mostrar una información que equilibra la actuación de ambos bandos, pero la realidad es que no hay comparación entre las acciones que llevan a cabo uno y otro bando. Parece pretender restar importancia a la verdadera historia sobre el rol que desempeña la industria biotecnológica alimentaria en todos los sectores de la sociedad. También hay que decir que aunque las acciones de la industria de alimentos ecológicos hayan sido testimoniales, muchas personas no esperarían que hubieran actuado como la industria biotecnológica, si se supone que tienen la razón, no hay por qué recurrir a este tipo de prácticas que lo único que logran es poner a la misma altura a ambos sectores, consiguiendo cero credibilidad.
La información obtenida sobre la relación entre el profesor Kevin Folta y Monsanto se ha obtenido gracias a la Ley de Transparencia de Estados Unidos, que ha permitido liberar una serie de correos electrónicos que proporcionan una visión de la actuación de la industria de los alimentos biotecnológicos. Uno de esos correos que podéis leer aquí, muestra como Michael Lohuis (Monsanto) consideraba una subvención sin restricciones para el profesor.
US RTK (Derecho a Saber) es una organización sin ánimo de lucro que trabaja para dar a conocer lo que la industria alimentaria no quiere que los consumidores sepan, llevan a cabo todo tipo de investigaciones y dan a conocer las prácticas poco transparentes que realizan algunas empresas. Esta organización es la que solicitó la información según la Ley de Transparencia, dando a conocer miles de páginas de correos electrónicos que muestran la alianza existente entre Monsanto con la Asociación de fabricantes de alimentos y la organización de la industria biotecnológica, además de las subvenciones de investigaciones y otras prácticas que delatan imparcialidad. A raíz de esta información, fueron los periodistas de The New York Times los que quisieron profundizar y comprobar si existían vínculos entre investigadores supuestamente independientes y la industria de los alimentos ecológicos.
Se denuncia que con frecuencia los medios de comunicación informan favorablemente sobre los alimentos modificados genéticamente basándose en las conclusiones de expertos como Kevin Folta, en cambio, la opinión de expertos altamente cualificados que son críticos de los alimentos transgénicos no aparece en los medios de comunicación, algo que se considera un apagón informativo. Merece la pena leer este artículo de The New York Times, para conocer más detalles sobre estas alianzas entre investigadores, la industria de los alimentos transgénicos y la industria de los alimentos ecológicos.
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