Cada vez son más las iniciativas que se adoptan para luchar contra una de las enfermedades que mayor crecimiento muestra en estos tiempos, de hecho, se le considera la epidemia del siglo XXI, nos estamos refiriendo a sobrepeso y obesidad. Ahora conocemos una nueva iniciativa realizada en Nueva York para intentar reducir los alarmantes índices de estos problemas. Al ayuntamiento neoyorkino se le ha ocurrido otorgar 1.000 nuevos permisos de venta ambulante de frutas y verduras, seguramente habrán tomado la idea del refrán, «si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña».
El intento de acercar los alimentos saludables a los habitantes de la ciudad podría ser una medida eficaz, es mucho más fácil caer en ellos si se tienen al alcance de la mano, sólo falta que el precio de venta sea razonable.
Tomamos como referencia un estudio norteamericano realizado por investigadores de la Universidad de Washington, en él se mostraba que estos alimentos saludables que ahora intentan acercar a los ciudadanos han mantenido durante los dos últimos años un crecimiento elevado del precio, por el contrario, la alimentación englobada como poco saludable, comida rápida, snaks, etc., incluso se ha abaratado (aunque estos días esta noticia está cambiando) haciéndose mucho más asequible para los consumidores, dicho estudio puede consultarse en la publicación Journal of the American Dietetic Association.
Pero no se trata de una tendencia exclusivamente americana, si accedemos a Supercomprador podremos comprobar que la misma tónica se da en nuestro país, aquellos alimentos que favorecen el sobrepeso y la obesidad mantienen o reducen sus precios.
Total, nos encontramos con una subida de los precios de los productos saludables en torno a un 20% y una reducción del precio de los alimentos poco recomendados para una alimentación equilibrada de un 2% durante los dos últimos años. Entonces, ¿de qué sirve acercar los alimentos frescos a los ciudadanos?, de poco. Las iniciativas deberían estar encauzadas al acceso económico de los productos, es decir, abaratar el coste, y otras iniciativas deberían arroparla, acercar los alimentos a los ciudadanos como planean, proporcionar educación alimentaria, etc.
Curiosamente, los impulsores de esta nueva medida reconocen este problema y saben que las clases más desfavorecidas no pueden acceder a este tipo de alimentación y por tanto, sufren mayores riesgos de padecer sobrepeso y obesidad. Si lo saben… ¿por qué no toman las medidas oportunas?
Vía | Reuters
En Gastronomía & Cía | La obesidad es un problema muy ligado a la educación y al nivel socioeconómico