El movimiento Slow Food lleva varios años intentando recuperar alimentos que se encuentran en vías de extinción. Uno de los motivos principales por los que no se cultivan muchas variedades de alimentos es la industrialización. Los escasos márgenes económicos y la reducida rentabilidad, condenan a estos productos y provocan una reducción de la diversidad genética alimentaria.
Se podría decir que el movimiento Slow Food se conjuga perfectamente con la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura, el objetivo perseguido es el mismo, cuanta más diversidad alimentaria poseamos, más se garantizará el alimento de futuras generaciones.
Por desgracia, actualmente nos encontramos en una época en la que no disfrutamos de la riqueza y variedad de miles de alimentos que antaño estaban presentes en las mesas. La industrialización ha reducido la variedad de la alimentación de una manera muy significativa, son muchos los ejemplos que se pueden proporcionar, por ejemplo, podríamos nombrar la drástica reducción de variedades de olivo, actualmente son tres las variedades de aceite que se comercializan mayoritariamente, y hace apenas unos años contábamos con 24 distintas.
Hoy hemos podido conocer el trabajo de recuperación de una variedad de patatas que prácticamente estaba extinta y que se dejó de cultivar hace varios años, se trata de las patatas de copo de nieve, variedad que se caracteriza por lo que indica su nombre, el aspecto tan blanco que presenta tanto la piel como la carne de la patata.
Las patatas copo de nieve se están recuperando en la provincia de Granada, concretamente en la localidad de Nigüelas (Sierra Nevada). En el trabajo se encuentran implicados varios expertos que pertenecen al movimiento Slow Food de Granada, Jose Luis Rosúa, titular de Cátedra de la Unesco de Desarrollo Sostenible de la Universidad de Granada y Emilio Martínez, director del Instituto de Nutrición de la misma universidad.
Los expertos indican que es necesario volver a nuestras raíces y que las grandes producciones industriales puedan armonizar con estos alimentos que se encuentran en el olvido. Alimentos autóctonos, artesanales, alimentos que merecen nuestra atención por la calidad que ofrecen y por la significativa contribución a enriquecer la variedad gastronómica que actualmente poseemos.
Slow Food también se centra en la recuperación de distintas técnicas artesanales para elaborar alimentos, un ejemplo que podemos ver en el vídeo es la espichá, la preparación de boquerones en la que el secado y la salazón se realizan de forma manual. Cada día admiramos más las iniciativas del movimiento Slow Food, los trabajos que desarrollan merecen toda la atención, pero hay que tener en cuenta que para lograr la recuperación de los alimentos o las técnicas artesanales con las que se preparan, los consumidores somos piezas fundamentales.
Son los consumidores quienes deben marcar las tendencias de consumo y no las compañías, nuestro deseo de consumir estos alimentos olvidados permitirán una recuperación mucho más rápida.
Seguramente entre todos los lectores podríamos configuran una gran lista de alimentos que apenas se consumen y que en nuestro recuerdo resultaban realmente ricos.
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