El sirope de arce, también llamado jarabe de arce, miel de arce o miel de maple, es una golosa joya procedente de Canadá y del Norte de Estados Unidos. Es la provincia de Québec (Canadá) la mayor productora del mundo de sirope de arce, donde los arcederos y las Casas de azúcar se convierten en primavera en el mejor lugar para disfrutar.
El sirope de arce se elabora en granjas de producción conocidas como Sugarbushes o Casas de azúcar. Hasta ellas se conduce la savia que se extrae a los arces en primavera, antiguamente mediante el goteo por cañitos introducidos en el tronco del árbol dirigidos a un balde, actualmente, los avances tecnológicos han creado una red de tuberías que envían la savia por presión al vacío al evaporador.
Para hacer un litro de jarabe de arce puro son necesarios unos 40 litros de savia, que es la producción de un arce maduro en 4-6 semanas. Por eso este jarabe o miel de arce se paga a un precio elevado, y hay empresas que elaboran jarabes de imitación con muy bajo porcentaje de sirope de arce que no tienen nada que ver.
Nos ha resultado muy gracioso conocer cómo denominan a este producto los habitantes de Québec, “sirop de poteau”, o sea, “jarabe de poste”, producido supuestamente succionando el jarabe de postes de teléfono.
La savia se convierte en jarabe mediante la evaporación del agua y dependiendo de la temporada (más temprana o más tardía de la primavera) en la que se ha recolectado la savia, se consigue un sirope de arce más claro o más oscuro. El más temprano es el más claro (y el más valorado) y en cada producción hay un 25% aproximadamente de cada uno de los tipos de colores.
Con la evaporación de la savia, además del sirope de arce se elabora azúcar y mantequilla. La mantequilla no la hemos probado, pero el azúcar sí, aunque hay dos tipos, el “fofo” para hacer caramelos y el azúcar duro, que es granulado.
Las aplicaciones más comunes de la miel de arce podrían ser las crepes, tortitas, waffles o panqueques, también se añade a distintas elaboraciones reposteras, pero es una delicia en la incorporación de guisos, sobre todo carnes, pero también pescados.
El jarabe de arce es dulce pero no en exceso, ofrece un aroma y un sabor muy particular, si no lo has probado, te animamos a que lo hagas, pero procura asegurarte que sea puro y orgánico.