Hasta la fecha, para saber si la leche está en mal estado es necesario abrir el brik y verificarlo, es posible que se haya superado la fecha de consumo preferente o la fecha de caducidad y que la leche siga siendo apta para el consumo, pero la única forma de determinarlo es abriendo el envase. Pues bien, un grupo de investigadores de la Universidad de Washington (Estados Unidos) ha desarrollado un nuevo sensor para detectar la leche en mal estado antes de abrir el tetra brik, un avance que podría convertir la fecha de caducidad en algo obsoleto.
El nuevo sensor es capaz de “oler la leche” a pesar de estar dentro del envase, está fabricado con nanopartículas recubiertas de sustancias químicas que reaccionan a los compuestos volátiles resultantes del crecimiento bacteriano en la leche, lo que indica que se ha producido deterioro del producto. Este gas formado por compuestos volátiles no podemos detectarlo, por lo que sólo descubriremos que la leche está en mal estado tras comprar el brik y abrirlo en casa, con el sensor se podrá verificar su calidad en el punto de venta.
De momento, todas las pruebas realizadas se han desarrollado en un entorno de laboratorio y han resultado satisfactorias, pero el trabajo se encuentra en sus primeras etapas y aún queda bastante por hacer antes de que el sensor pueda introducirse en la industria y en el mercado en general. El funcionamiento del sensor es sencillo y similar a otros de los que hemos hablado anteriormente, por ejemplo, los integrados en unas etiquetas inteligentes desarrolladas por expertos de la Universidad Clarkson, o la etiqueta inteligente UWI desarrollada por los investigadores de la Universidad Heriot-Watt, entre otros.
Sobre los avances realizados con el sensor colorimétrico que detecta el mal estado de la leche, los investigadores han publicado este artículo en la revista científica Food Control, en el que se explica cómo se ha desarrollado este sistema basado en las nanopartículas de dióxido de silicio y el reactivo de Schiff que detecta la formación de aldehídos, cómo se produce la reacción ante compuestos orgánicos como los aldehídos y cetonas, o cómo el cambio de color se correlaciona con el crecimiento bacteriano de la leche.
Los investigadores comentan que el siguiente paso en su desarrollo es crear un modo de mostrar visualmente cuánto tiempo de vida útil tiene la leche antes de que se eche a perder, ya que actualmente sólo muestra si la leche es apta para el consumo o si está estropeada. La idea es poder integrar el sensor en el tapón de plástico del envase, de modo que los consumidores puedan ver fácilmente cuánto tiempo podrá conservarse la leche, por lo que ya no será necesario depender de una previsible fecha de caducidad que se suele basar en los mejores escenarios.
Hay muchos planes y en ellos interviene la industria láctea para que esta nueva herramienta de seguridad alimentaria pueda hacerse realidad. De momento no hay mucha más información, pues como hemos comentado, el trabajo está en una fase inicial, pero seguro que no tardaremos en conocer nuevos avances. Podéis conocer más detalles de este proyecto a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad de Washington.