Las semillas transgénicas y las futuras generaciones que puedan derivarse de ellas, se convierten en una propiedad privada, pero de la compañía que las patentó. En este vídeo podemos conocer con mayor profundidad las semillas transgénicas, sus problemas y consecuencias.
Es escandaloso e inmoral, según se desprende del reportaje del canal Odisea, si en unos terrenos de cultivo aparecen plantas transgénicas de colza, ya sea porque el aire trajo las semillas o porque alguien las lanzó fortuitamente, la compañía propietaria de la patente tiene derecho a reclamarlas.
En un principio pueden ser sólo unas pocas plantas y pasar inadvertidas, pero cada una de ellas puede terminar originando de 4.000 a 10.000 semillas transgénicas que se dispersarán por todo el campo de cultivo y el próximo año terminar germinando. Las consecuencias son desastrosas, ya que pueden destruir cultivos posteriores que el agricultor hubiera desarrollado.
Esto ya es grave de por sí pero lo que viene a continuación es de juzgado de guardia, Monsanto te puede denunciar indicando que las plantas y las semillas son de su propiedad. No importa cómo han llegado allí las semillas, pero sí importa, según la compañía, que el agricultor las haya dejado crecer.
No hay duda alguna, las semillas de colza y sus posteriores generaciones son reivindicadas propiedad de Monsanto y ésta denuncia al agricultor. La sentencia del juicio obliga al agricultor a devolver las semillas y las plantas ya germinadas a la compañía, el agricultor indignado se pregunta ¿cómo puede hacer eso si las plantas y las semillas están dispersas por millones en todas sus tierras?
La verdad es que resulta imposible, ¿qué es lo que le da derecho a la compañía Monsanto a poder patentar algo que produce vida? se pregunta el agricultor. Si en un principio, el agricultor plantó colza transgénica comprándole las semillas a Monsanto y al siguiente año la colza ha originado nuevas semillas y éstas germinan, en teoría no deberían ser propiedad de esta compañía, las primeras las desarrollo Monsanto, pero las posteriores generaciones fueron desarrolladas gracias a las lluvias, la acción del sol y el calor de la tierra.
O sea, que la patente es sobre el tipo de semilla y de por vida, pero, ¿y si ya no quiero cultivar más semillas transgénicas y no puedo erradicarlas?, da igual, Monsanto obligaría a devolverlas y la justicia estaría de su parte, realmente es un tema bastante complicado.
Se entiende que Monsanto no quiere que los agricultores se aprovechen de las semillas iniciales y preserva sus trabajos y desarrollo, la empresa quiere que se le compren a ella cada año las semillas con los correspondientes productos químicos para tratarlas y que se paguen los impuestos oportunos por utilizar biotecnología, además, un contrato te obliga a no poder utilizar las semillas iniciales con fines reproductivos.
Si utilizas una vez este tipo de semillas, se podría decir que estas condenado a utilizarlas siempre. Otro dato curioso del vídeo, los denominados “policías de Monsanto” pueden inspeccionar un campo al cabo de tres años de haber utilizado semillas transgénicas y comprobar si el agricultor está utilizándolas sea consciente o inconscientemente, si es así, los problemas que se ciernen sobre el agricultor son bastantes.
A raíz de este documental podemos comprender además, por qué se desarrolló la tecnología Terminator. El final del documental revela un dato un tanto alarmante, toda la colza canadiense está contaminada de colza transgénica y las propias empresas del país reconocen que es así.
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