En internet encontramos todo tipo de dietas y consejos para perder peso, información que con la proximidad del verano se consulta mucho más que durante el resto del año. Algunos consejos se ofrecen con toda la buena intención del mundo, pero lamentablemente son erróneos y pueden provocar problemas de salud. Cuando el mito relacionado con una dieta se logra abrir camino y el boca a boca hace su labor, esa información es difícil de erradicar, siempre habrá quien siga la dieta o el consejo confiando en sus ‘bondades’.
A la hora de seguir una dieta o determinados consejos para adelgazar, lo principal es tomar siempre decisiones que sean saludables para el organismo, basándose en la información precisa y de rigor científico, simplemente siguiendo esta regla se descartarán muchas de las dietas milagro que se anuncian como efectivas. Para asegurarse de que no se comete el error de seguir consejos alimentarios que puedan sacrificar la salud, es interesante conocer al menos los seis mitos sobre las dietas para perder peso que os vamos a mostrar.
Estos seis ejemplos de consejos que no hay que seguir los veréis también reflejados en una infografía publicada en Quill, su autora es Laura Newcomer, editora especializada en bienestar ambiental y personal. Por supuesto, hay muchos mitos más que se podrían mencionar, y algunos pensaréis que es un tema que ya se ha tratado mucho, pero es evidente que el desconocimiento y la desinformación siguen estando presentes, así que si se puede aportar un granito de arena contra los mitos que pueden llevar a algunas personas a conducir sus hábitos alimentarios por un camino equivocado, se debe poner.
Saltarse una comida es un modo de perder peso. Para algunas personas tiene su lógica, si no se ingieren los alimentos de una comida, se reduce el consumo calórico y en teoría se debería perder peso. Pero esto es un error, en realidad provoca el efecto contrario y se puede engordar, la razón es sencilla, al evitar una comida el organismo produce más insulina, hormona responsable de que las células puedan contar con la glucosa necesaria para el gasto energético que realizan, lo que provoca que el organismo tenga más necesidad de alimentarse.
El resultado es que en la próxima comida el apetito será mayor y probablemente se ingiera mucha más cantidad de comida. Lo que recomiendan los especialistas en nutrición es no saltarse ninguna comida, consumiendo alimentos sanos y naturales que estén enmarcados en una dieta saludable, como la Dieta Mediterránea, hay que controlar las raciones y procurar realizar actividad física de forma regular.
Cuantas menos calorías se ingieren, mayor es la pérdida de peso. Este es otro mito en el que creen muchas personas buscando la rápida reducción de peso, consideran que al comer menos cantidad el organismo no contará con calorías extra para almacenar en forma de grasa, pero la realidad es que esto puede provocar una ralentización del metabolismo y una reducción de la masa muscular. Lo correcto es comer suficientes alimentos para funcionar y maximizar el beneficio de las calorías consumidas optando por productos saludables ricos en nutrientes.
A la hora de perder peso, todas las grasas son malas. Esta es una percepción instaurada hace muchos años que ha sido desacreditada, recientes estudios han demostrado que el consumo de grasas saturadas en cantidades moderadas no engordan y tampoco provocan un aumento del riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca, sin embargo, sí es necesario evitar las grasas trans, ya que provocan un aumento de la concentración de lipoproteínas de baja densidad en la sangre, produciendo una disminución de la cantidad de lipoproteínas de alta densidad o “colesterol bueno”, lo que incrementa el riesgo de sufrir diferentes enfermedades cardiovasculares.
La idea de que todas las grasas son malas tiene su origen en la manipulación de las investigaciones científicas que llevó a cabo la industria del azúcar según un estudio de la Universidad de California. En la década de los 60 se realizó un estudio entre el consumo de azúcar y el riesgo de enfermedad coronaria que fue silenciado. Posteriormente se realizó otro estudio cuyas conclusiones apuntaron a las grasas saturadas y al colesterol de la dieta como causa responsable de las enfermedades del corazón, restando importancia a la evidencia de la relación del consumo de sacarosa y el riesgo de sufrir estas estas enfermedades.
Siempre ha preocupado el consumo de grasa cuando se ha buscado la pérdida de peso, pero lo que hace aumentarlo no son las grasas, es el exceso de calorías, tanto si proceden de grasas como si son proteínas o hidratos de carbono. Según las últimas investigaciones, la grasa es necesaria, aunque se debe comer con moderación, ayuda a mantener saludable el organismo y también puede ayudar en la reducción de peso porque resulta más saciante. Grasas saludables que hay que incluir en la dieta pueden ser el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos, el aguacate, etc.
Estando a dieta hay que evitar postres y otros alimentos muy apetitosos. Lo que provocan las dietas restrictivas es ansiedad, necesidad de comer alimentos prohibidos, pero con una dieta variada y compuesta por alimentos saludables hace que sea más fácil seguirla. Se debe tener presente el equilibrio, se pueden comer ocasionalmente este tipo de comidas en raciones moderadas y teniendo presente que las calorías serán gastadas. Los extremos no son buenos, ni atiborrarse ni someterse a la privación, en una dieta saludable no encajan ninguna de las dos premisas.
La comida saludable es demasiado cara. Para este tema merece la pena retomar la lectura de este estudio desarrollado por el Instituto de Asuntos Económicos del Reino Unido, en el que se concluía que la comida saludable es más económica que la comida basura. Entre algunas de sus conclusiones se destaca que, en realidad, el precio no es el principal impulsor de la venta de productos poco saludables, ya que los consumidores están dispuestos a pagar un poco más por el gusto y el disfrute de determinados alimentos.
No es del todo cierto que comer saludable sea más caro que comer productos procesados, cierto es que los alimentos ecológicos pueden tener un precio más elevado, pero comer saludable no implica que toda la cesta de la compra deba ser de productos ecológicos. Además hay que hacer compras y organizar menús inteligentes, reducir el consumo de carne, cuyo precio es mucho más elevado que el de las legumbres, el arroz… Planificar las comidas para evitar el desperdicio alimentario es una de las vías por las que se escapa el dinero, etc.
Es más importante la comida que la bebida. Esto es un error, la comida saludable debe acompañarse de bebidas saludables como el agua, de poco sirve comer de forma sana y equilibrada si acompañamos las comidas con refrescos azucarados. Como ya hemos comentado en muchas ocasiones, las fuentes de azúcar, como pueden ser los refrescos, contribuyen a la obesidad y a la aparición de diversas enfermedades derivadas. El agua es la mejor bebida para hidratarse, y además no tiene calorías.
Hay muchos mitos más que podríamos mencionar, como os decíamos anteriormente, y posiblemente lo hagamos en breve. De momento habrá quien deba asimilar estos, y saber que el equilibrio y comer comida real es la clave, y cualquier cambio que se realice en la dieta debe ser sostenible a largo plazo y debe ser agradable, ya que es el modo no abandonarlo. No se debe pensar en bajar de peso en las semanas previas al verano, es necesario, que la dieta se siga a lo largo de todo el año para obtener resultados graduales y satisfactorios.
Foto | Marco Verch