En julio podíamos conocer los resultados de la evaluación realizada por el IARC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer) sobre el riesgo y la peligrosidad del aspartamo, así como la posible relación entre el consumo del edulcorante y el riesgo de desarrollar cáncer. Los resultados arrojaban que las evidencias de que el aspartamo causara cáncer eran limitadas, de ahí que al final se clasificara en la Categoría 2B de la clasificación estándar por categorías del IARC sobre carcinogénesis.
Pero continuamente aparecen nuevos estudios que cuestionan a este edulcorante que en su momento la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) consideró seguro. Varios estudios apuntan a diferentes riesgos por su consumo, incluido no utilizarlo para el control del peso corporal, algo que aconsejaba la OMS y de lo que hablábamos en este post. El caso es que ahora aparece una nueva investigación en la que se relaciona el consumo de aspartamo con el déficit de memoria y aprendizaje, trabajo interesante que marca una nueva línea de estudios.
La investigación ha sido llevada a cabo por expertos de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Florida y plantea dudas sobre la seguridad del edulcorante, ya que demuestra la asociación de efectos del deterioro cognitivo con la ingesta de aspartamo en niveles que están por debajo de la máxima ingesta tolerable establecida por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos). Claro, que el estudio se ha realizado con roedores de laboratorio, y serán necesarias nuevas investigaciones que ratifiquen los resultados y determinen si realmente podría afectar del mismo modo a los seres humanos.
Este trabajo se basa en este estudio anterior publicado en la revista científica PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences), en el que se concluía que el aspartamo inducía a los roedores a tener ansiedad, además de producirse una transmisión transgeneracional del problema. En la nueva investigación se muestra que los efectos del consumo de aspartamo son más amplios de los que se sugería en el citado estudio base, determinando que afecta a las funciones cognitivas y en especial a la memoria y el aprendizaje.
En el estudio se utilizó un grupo de roedores y a su descendencia, a los que se les suministró durante 16 semanas una cantidad de aspartamo equivalente a entre un 7% y un 15% del valor máximo tolerable establecido por la FDA, siendo niveles similares a los recibidos por el consumo de entre 2 y 4 refrescos no calóricos en seres humanos. Durante este tiempo se sometió a los roedores a diferentes pruebas cognitivas para determinar su memoria y aprendizaje espacial (habilidad para ubicarse en el tiempo y en espacio en un ambiente), algo que se determinó mediante el laberinto de Barnes, donde los roedores debían localizar un escape seguro de entre 40 posibles opciones.
Los roedores fueron clasificados en dos grupos, uno recibió la dosis indicada de aspartamo y el otro actuó como grupo de control recibiendo únicamente agua. Según las pruebas realizadas a ambos grupos, los roedores que consumieron aspartamo tardaron mucho más tiempo en aprender las tareas espaciales que los que consumieron sólo agua, el resultado sugiere en primera instancia déficits cognitivos. Estos problemas tambien se observaron en la descendencia del grupo de roedores que consumieron el edulcorante, pero no en el grupo de control, lo que sugiere que los posibles efectos adversos del aspartamo se pueden transmitir a través de cambios epigenéticos producidos en los espermatozoides, por lo que la siguiente generación se vería afectada.
En otras investigaciones los expertos se han centrado en la transmisión de las hembras a su descendencia, en cambio en este estudio se ha destacado que la exposición ambiental de los machos puede tener consecuencias para la salud cognitiva de su descendencia. El estudio destaca la consideración de la exposición ambiental y sus efectos cognitivos en la descendencia de primera generación, ya que en la segunda generación no ocurría, pero queda mucho por investigar ya que no se conocen bien los mecanismos subyacentes, aunque se cree que se debe a que los cambios epigenéticos que afectan a los espermatozoides de los roedores, son transitorios y reversibles, por eso no afectan a la segunda generación.
Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad Estatal de Florida, y en este artículo (Pdf) de Scientific Reports.
Foto 1 | frankieleon
Foto 2 | Universidad Estatal de Florida