Tras la propuesta realizada el pasado 13 de julio por la Comisión Europea para otorgar libertad de elección sobre transgénicos en la Unión Europea, hoy conocemos una primera respuesta de los ministros de medio ambiente comunitarios, la oposición ha sido firme y se mantiene el no a la nacionalización de las decisiones sobre transgénicos. Parece ser que la negativa se fundamenta en la lentitud de los procedimientos con los que se aprueban los alimentos transgénicos, una decisión individualizada podría ralentizar aún más la aprobación de este tipo de alimentos.
Tanto los países a favor de los alimentos modificados genéticamente, como los que están en contra, no desean la renacionalización de este tipo de decisiones, cada bando ofrece sus argumentos. Los países que aplican el principio de precaución y vetan el cultivo de alimentos transgénicos consideran que la renacionalización no garantiza el refuerzo del actual sistema de evaluación medioambiental y saludable, contrariamente lo debilita. En cambio, los países que aceptan los cultivos transgénicos, creen que con esta medida no se agilizaría el procedimiento de aprobación de los alimentos transgénicos, actualmente lento y de poca eficacia y por ello se mantiene el no a la nacionalización de las decisiones sobre transgénicos.
Además se argumenta que es una contradicción, si la EFSA y seguidamente la CE aprueban un producto a nivel comunitario, la renacionalización de la decisión sería una contradicción y restaría el poder comunitario, ya que un país podría oponerse a un producto aceptado a escala comunitaria y el resultado sería un conflicto entre la decisión de la EFSA y las reglas de la OMC (Organización Mundial del Comercio), recordemos que es una organización que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre países a nivel mundial.
Se mantiene el no a la nacionalización de las decisiones sobre transgénicos, ambos bandos tienen sus razones y solicitan a la Unión Europea que siga trabajando para mejorar las medidas, por un lado, unos piden acelerar los procesos de autorización, y otros piden más prudencia y estudios que determinen con claridad el impacto en el medio ambiente y en la salud. Los países que más firmemente han mostrado su oposición han sido España, Alemania, Italia y Francia, recordemos que este último país aplicó el principio de precaución sobre el maíz transgénico Mon 810 del mismo modo que lo hizo Alemania el año pasado. Por el contrario, España está totalmente a favor de la agilización de los procedimientos para aprobar alimentos transgénicos.
Greenpeace ha avalado la reivindicación de Francia y anima a que el resto de países mantengan la misma postura hasta que no se esclarezcan algunas lagunas como el tema jurídico o el sistema de evaluación de la EFSA entre otros. No nos ha extrañado que no se haya mencionado que un millón de ciudadanos europeos apoyan la petición para solicitar a la Comisión Europea una moratoria para los cultivos transgénicos.
Existen muchos cabos sueltos, la propuesta de la CE no cuenta con una base jurídica sólida, además del conflicto con la OMC, se destaca la debilidad del mercado interior europeo fruto de la renacionalización. Claro, que también hay países que son favorables a esta iniciativa, por ejemplo Holanda, recordemos que la idea partió en su momento de ese país y de ello hablábamos en el post A debate la legislación europea de transgénicos. Curiosamente la CE se oponía a esta idea y declaraba que existe un marco legal exhaustivo y además el sistema de control sobre transgénicos se estaba reforzando, sin embargo, al cabo de unos meses José Manuel Durao Barroso, presidente de la CE, sorprende con la propuesta de otorgar libertad de elección en materia de transgénicos a los países comunitarios.
Para Austria, la renacionalización es una opción acertada, recordemos que Austria no quiere transgénicos en Europa y cree que con esta medida la situación mejorará, algo en lo que coinciden Finlandia y Bulgaria. Pero una gran mayoría se han opuesto y quieren que se mantenga y mejore el actual sistema de aprobación o veto de alimentos modificados genéticamente. Ahora hay que esperar a la evaluación del servicio jurídico del Consejo de la Unión Europea sobre la compatibilidad de la nacionalización y las normas comunitarias. Por cierto, es interesante destacar que Francia espera desde hace dos años un estudio que muestre el verdadero impacto de los alimentos transgénicos a nivel socioeconómico, estudio al que la UE parece haber hecho caso omiso.
El tema es complicado, aún tardaremos en conocer la propuesta definitiva de la CE y cómo aceptan los países el nuevo texto sobre la nacionalización. Nos gustaría contar con vuestra opinión, ¿nacionalización si o no?
Foto | Peter Pearson