No sois los únicos que os estáis preguntando por qué cada vez hay más alertas alimentarias, y además, de productos que se elaboran en España y se comercializan en nuestros supermercados, siendo alimentos procesados de consumo más o menos habitual, hamburguesas, cabeza de cerdo cocida, frutos secos, mozzarella, sardinas en conserva… Es normal que genere entre los consumidores cierta desconfianza, pero la pregunta que debemos hacernos es, ¿se han reducido los controles y las buenas prácticas en la cadena alimentaria para que se produzcan tantas alertas alimentarias?
Debemos pensar que no, según nos explica Miguel Ángel Lurueña, Doctor en Ciencia y Tecnología de Alimentos, y autor del libro ‘Que no te líen con la comida’, que recibamos más información sobre casos de alertas alimentarias puede considerarse algo positivo, pues no es que ahora se produzcan más, es que se comunican más a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Por un lado, podemos pensar que sí, es cierto, pues nosotros mismos hemos informado en muchas ocasiones de estas alertas alimentarias a través de Gastronomía y Cía.
Pero esto también evidencia que los verdaderos responsables de comunicar a la población este tipo de problemas que pueden afectar a su salud, no lo hacen bien. Y ya no sólo hablamos del Ministerio de Sanidad, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición y de su loado sistema SCIRI (Sistema Coordinado de Intercambio de Información), en las últimas noticias sobre alertas alimentarias hemos consultado las redes sociales y la web del fabricante del producto afectado, y en ninguna hemos encontrado que informasen sobre el problema, cuando, en nuestra opinión, deberían estar obligados. No afirmamos que no haya ninguna empresa que lo haya comunicado adecuadamente, pero consideramos que la mayoría piensan que cuanto menos ruido, mejor.
Miguel A. Lurueña explica en su artículo de Eroski Consumer que en las últimas décadas ha habido varias crisis que han marcado la historia de la seguridad alimentaria en España y en Europa, pone como ejemplos el síndrome tóxico provocado por el aceite de colza adulterado, la crisis de las vacas locas, la contaminación de pollo con dioxinas, el brote de listeriosis producido por el consumo de una carne mechada… Pero se producen aún más alertas alimentarias que tienen menos alcance porque afectan a productos menos consumidos y porque no han tenido repercusiones serias para la salud de los consumidores.
Pero esto no quita que se genere desconfianza relacionada con la seguridad alimentaria, y cada vez en un número mayor de la población porque, como comentábamos, gracias a los medios de comunicación y a las redes sociales que ofrecen información instantánea, llega al conocimiento de más personas la notificación de alertas alimentarias. El doctor en ciencia y tecnología de los alimentos afirma que la notificación de alertas alimentarias entra dentro de lo habitual y considera que: ‘Lo importante no es que haya o deje de haber alertas, sino que los productos que las han motivado no lleguen a causar daños a la población.’
También nos explica que los principales responsables de que los alimentos sean inocuos es la industria alimentaria, que debe aplicar un sistema de gestión de la seguridad alimentaria que se compone de un sistema de prerrequisitos, que podríamos decir que son las condiciones básicas de buenas prácticas de higiene, y un sistema de análisis de peligros y puntos críticos de control (APPCC), donde se presta una especial atención a las partes del proceso productivo que son más susceptibles de riesgo de contaminación. El objetivo es prevenir, tomar todas las medidas para evitar riesgos y asegurara la inocuidad de los alimentos. Pero, además, se realizan análisis y controles postproducción.
En respuesta a si podemos confiar en los alimentos que encontramos en los mercados y supermercados, según los expertos, en la actualidad podemos estar más seguros que nunca, a pesar de que la seguridad total no existe y los sistemas de control no son infalibles, los fallos se pueden producir por diversos motivos, en el artículo de Miguel A. Lurueña podéis ver varios ejemplos, así como ampliar información sobre cómo se detectan los alimentos que no son aptos para consumo porque contiene bacterias patógenas, sustancias tóxicas, cuerpos extraños, etc.
Nos parece interesante destacar que la información que muchos estaréis deseando obtener, ¿cómo informarnos de la existencia de una alerta alimentaria? Porque si no nos llega por los medios de comunicación y las RRSS, porque no se considere una información relevante porque pueda afectar a una minoría, pero… ¿y si somos esa minoría? Pues lo único que se puede hacer es consultar la web de la AESAN, su sección sobre alertas alimentarias a la que podéis acceder a través de este enlace. Lo de que también informan en los puntos de venta de los productos afectados, así como en las webs y redes sociales de las empresas responsables, ya sabéis que lo ponemos en duda.
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