Poco a poco el cambio climático está provocando que en áreas donde antes era inviable producir determinados alimentos, se conviertan en zonas más favorables y adecuadas para iniciar la producción. Un ejemplo que se puede citar es la modificación que están sufriendo las regiones vinícolas de todo el mundo, donde países como el Reino Unido se han convertido en el centro de atención por ser un área creciente para la vinificación, de hecho, en los últimos años la producción de vino se ha incrementado de forma significativa cumpliendo con los pronósticos de esta investigación desarrollada por el Laboratorio Internacional en Cambio Global sobre la configuración del mapa para la producción de vino en el año 2050.
Como en el caso del vino, también se han realizado estudios que muestran que la producción de materias primas como la trufa negra podría reducirse en la cuenca mediterránea por el cambio climático. Las previsiones realizadas hace unos años mostraban que los cambios en el clima amenazaban su hábitat nativo y la aparición de nuevas zonas europeas de producción, es el caso del Reino Unido donde se ha conseguido cultivar trufa negra (Tuber melanosporum).
Un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge, en colaboración con la empresa Mycorrhizal Systems Ltd, tras varios años de trabajo ha logrado con éxito la primera cosecha de trufa negra, ésta fue cultivada el pasado mes de marzo en colaboración con agricultores locales como parte de un programa de investigación desarrollado en el Condado de Monmouthshire (Gales del Sur). Parece que el programa es de gran interés, ya que la trufa negra es uno de los alimentos más caros del mundo, apreciada por su sabor e intenso aroma, y cuya demanda mundial se mantiene en aumento.
Dado que su hábitat en el Mediterráneo se ve afectado por el cambio climático, y que la producción de trufa se puede llevar a cabo en muchas zonas del Reino Unido, se ve como una oportunidad de negocio que hay que aprovechar. Hay que recordar que en el año 2012, un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ya auguraba en sus conclusiones un declive de la producción de trufa negra en la cuenca mediterránea, favoreciendo su producción en otras zonas europeas. El trabajo se ha realizado durante nueve años, como decíamos, la trufa fue cultivada a principios de año, creciendo en el sistema de raíces de un roble mediterráneo plantado en 2008 y que fue tratado para estimular la producción de trufa.
Según los análisis microscópicos y genéticos realizados, se ha confirmado que se trataba de trufa negra de Périgord. Como ya sabemos, la trufa es un hongo hipogeo que se desarrolla bajo tierra en simbiosis con las raíces de robles, nogales, avellanos… Aunque en Europa se conocen unas 40 especies del género Tuber, sólo se comercializan ocho, de las que cuatro son las más apreciadas gastronómicamente, una de ellas es la trufa negra o trufa de Périgord. Durante casi una década los responsables del estudio en colaboración con agricultores locales han estado cultivando trufas en el Reino Unido, pero el éxito llegó por primera vez en el 2015, cuando se logró producir con éxito una trufa de Borgoña autóctona del país, pero en esta ocasión se ha conseguido cultivar la trufa del Périgord en un clima norteño y marítimo.
Para los investigadores ha sido algo emocionante, ya que inicialmente se consideraba que esta especie mediterránea no podría crecer en el Reino Unido. Los expertos atribuyen este hecho al cambio climático, las diferentes especies alimentarias responden de un modo distinto a los cambios que se producen en el clima en diferentes escalas y velocidades, considerando que la trufa negra es una de esas especies que responden rápidamente a estos cambios. Los resultados demuestran que la trufa tiene una tolerancia climática más elevada de lo que se creía, ahora algunas áreas del Reino Unido se perfilan como aptas para su cultivo y el desarrollo de un negocio con un alto valor económico.
De momento, la primera trufa cosechada, cuyo peso es de 16 gramos, se conservará para la posteridad, es un logro que representa el primer paso que se ha dado en el negocio, en lo sucesivo, las trufas que se produzcan se distribuirán en los restaurantes del Reino Unido. La empresa Mycorrhizal Systems Ltd, ya está promocionando el negocio, a través de su página web podemos saber que invita a todos aquellos agricultores interesados en la producción, a que contacten para conocer más detalles sobre el plan de asociación que proponen.
De todos modos, hubiera sido interesante contar con datos sobre pruebas adicionales, como una cata para determinar si las cualidades organolépticas son las mismas que las de las trufas producidas en la cuenca del Mediterráneo. Podéis conocer más detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad de Cambridge.