Environmental Working Group (Grupo de Trabajo Ambiental) se dedica a la protección de la salud humana y del medio ambiente, y ha solicitado al USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) prohibir el etiquetado con declaraciones de carne de vacuno “baja en emisiones de carbono”, además, requiere que un órgano independiente verifique las afirmaciones climáticas que se muestran en las etiquetas de diferentes productos de alimentación.
Cada vez son más las empresas que usan el denominado “lavado verde” o “ecopostureo”, es decir, declaraciones y certificaciones medioambientales en alimentos y servicios que son engañosas, no tienen base científica, son poco efectivas, etc. En el caso de Europa, BEUC (Organización Europea de Consumidores) solicitó prohibir las declaraciones de neutralidad del carbono en alimentos y bebidas, y posteriormente la CE propuso unos criterios comunes contra este tipo de prácticas.
EWG (Environmental Working Group) pide al USDA que las empresas alimentarias den a conocer las emisiones de carbono en las etiquetas de los productos alimenticios que elaboran, tal y como hacen a la hora de informar sobre el contenido en calorías. Por otro lado, desde la organización se apunta que no existe la carne de vacuno con reducidas emisiones de carbono, de hecho, ningún otro alimento produce más emisiones de gases de efecto invernadero que la producción de carne de vacuno.
Como ocurre en Europa, estas declaraciones climáticas en los alimentos confunden a los consumidores, carbono neutral, CO2 neutral, carbono positivo o carbono neutral certificado, etc., dando una falsa impresión y haciéndoles creer que se trata de reducciones de emisiones reales, valiendo la pena la elección de estos alimentos en favor del medioambiente, pero no existen garantías reales de una reducción o una compensación del carbono.
EWG explica que la mayoría de estas afirmaciones climáticas se basan en compensaciones que, en teoría, son generadas por prácticas agrícolas que son difíciles de medir y no verificadas de forma independiente, es decir, lo mismo que ocurre en Europa. Resulta sorprendente saber que los consumidores esperan que estas declaraciones hayan sido verificadas por una empresa independiente, pero el USDA las permite basándose en un “sistema de honor”, algo que sorprende viviendo de un organismo oficial que debería basarse en pruebas y hechos, y no en declaraciones no verificadas.
Según leemos aquí, estas reclamaciones se han realizado en otras ocasiones, por ejemplo, durante la presentación de las Guías Verdes de la Comisión Federal de Comercio, guías cuyo supuesto cometido es evitar que las empresas realicen afirmaciones ambientales de carácter engañoso en el etiquetado de sus productos. Como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, cada vez son más los consumidores que están dispuestos a pagar más por alimentos asociados a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, algo de lo que muchas empresas quieren aprovecharse y para ello utilizan afirmaciones climáticas que inducen a error, son engañosas, etc.
En la Unión Europea se han empezado a llevar a cabo acciones encaminadas a acabar con estas prácticas, veremos si en Estados Unidos ocurre lo mismo, pero, de momento, el USDA no se pronuncia y sigue validando el etiquetado en base a la responsabilidad y honorabilidad de las empresas.