Estas son las últimas Rosquillas Ciegas de Iscariote, aunque son un dulce tradicional de Íscar, debemos su descubrimiento a nuestro amigo del excelente blog El Aderezo, a quien a pesar de conocer desde hace años a través del teclado y la pantalla del ordenador, tuvimos el gran placer de conocer en persona durante nuestra estancia en Valladolid.
El encuentro fue en la carpa del Concurso Nacional de Pinchos de Valladolid, en toda la salsa. Con Iscariote compartimos muchas cosas y una de ellas nuestra pasión por la gastronomía, y aunque cuando nos encontramos estábamos en plena ponencia de Sergi Arola, allí lo dejamos con sus patatas bravas, en ese momento merecía más la pena refrescar el paladar en buena compañía.
Después de charlar como si el día anterior hubiésemos estado sentados en la misma mesa, Iscariote nos sorprendió con estas Rosquillas Ciegas para que conociéramos un poco más la tradición repostera vallisoletana, además de un vino dulce que estamos reservando para una ocasión especial.
La Rosquilla Ciega debe su nombre a su forma y a la ausencia de agujero que comúnmente tiene una rosquilla. Es una delicia que se funde en el paladar, es muy delicada, ligeramente crujiente, dulce en su justa medida gracias al enrejado baño blanco de azúcar.
La masa se compone de huevos, harina, aceite, aguardiente, azúcar y bicarbonato sódico, pero a saber las proporciones y la forma de elaboración, sería buenísimo intentar hacerlas, como hablábamos con Iscariote, pero seguramente sería imposible lograr que se parecieran. Son una receta de tradición familiar que se elabora en Pedrajas de San Esteban desde 1926.
Hoy caen las últimas Rosquillas de Íscar, y enganchan, así que no nos quedará más remedio que volver a viajar hasta la capital castellanoleonesa a por más.
Muchas gracias Iscariote.