Hubo un tiempo en el que el pan se elaboraba con cereales orgánicos, era lo natural, se hacían grandes cantidades de masa en enormes fermentadoras de madera, aplicando toda la fuerza corporal a través de los brazos, para combinar harina, agua y sal. El retrato del pan hecho a mano transmite la calma que necesita esta simple combinación de ingredientes para convertirse en un excelente alimento y manjar, tras sus reposos, amasados y horneado.
Sobre estas líneas podéis ver un magnífico vídeo titulado Handmade Portraits: Yvan & John, un documental realizado por el cineasta francés Éric Dorchain. Y lo mejor es que, aunque viendo el vídeo aparentemente nos trasladamos a muchos años atrás (buen trabajo del cineasta), lo que podemos ver es real y actual, Yvan y John son panaderos artesanos y continúan haciendo el pan de forma tradicional, con ingredientes orgánicos y horneado con leña.
No hay prisa, no hay relojes, hay calma, la harina y el resto de elementos son los que miden el tiempo, las texturas, los aromas y los sonidos, ya de su corteza horneada, son los que deciden cuando está hecho el pan. Es una pena que a la elaboración artesanal de pan se le haya perdido el respeto, es muy triste que las personas acepten lo que hoy se vende como pan.
¿No preferiríais aunque fuera un mendrugo de cualquiera de los panes elaborados por estos dos miembros de la asociación Cassons la Croûte?, y no hace falta pedir tanto, pero sí se puede hacer buen pan.
Afortunadamente podemos encontrar rincones en nuestro país en el que se continúa elaborando pan artesanal, también satisface saber que muchos panaderos que sienten verdadera devoción por su profesión, están fomentando que se vuelva a valorar la calidad del pan. Aunque también hay que reconocer que hay otros que se quieren subir al carro de la nueva ‘hornada’ de panaderos artesanos, y confunden la calidad del pan y el precio que se puede cobrar el que elaboran.
Sabéis que es un tema que nos inquieta, que nos importa, pero ahora sólo queremos que disfrutéis del retrato del pan hecho a mano. Y recordadlo en cualquier ocasión en la que estéis comiendo un pedazo de pan.