La ciudad de Valencia cuenta con una cantera de jóvenes cocineros con buena base y mucha creatividad, con respeto por la tradición culinaria de su tierra, con amor por los productos autóctonos y con ganas de mostrar su talento. Poco a poco les vamos conociendo, lo que no significa que sean nuevos, sino que se trata de nuestra primera visita a su casa. Hablamos por ejemplo del Restaurante Q de Barella.
Lo cierto es que este restaurante es bastante joven, se abrió en mayo de 2013, pero Quique Barella, propietario y chef, de Q de Barella Restaurant, lleva muchos años toreando plazas. Los últimos diez años (hasta el mes de marzo de 2013 aproximadamente) dirigía los fogones del Grupo El Alto, concretamente los restaurantes Bamboo, Mar de Bamboo y El Alto de Colón. Recordad que recientemente conocíamos que estos locales del Mercado de Colón estarían próximamente ocupados de nuevo, con los nuevos proyectos de Ricard Camarena.
Anteriormente, Quique Barella había pasado por la cocina del Restaurante Ca Sento (de Raúl Aleixandre, que también cerró), el Café de Oriente de Madrid o El Celler de Can Roca, en Girona. Aún estando en una muy negativa situación económica en el país, emprendedores como Quique Barella apuestan por cumplir sus sueños, son tiempos en los que hay que arriesgar si no te quieres dejar vencer.
La oferta gastronómica del Restaurante Q de Barella es muy competitiva para Valencia, ofrece tres menús con precios que están entre los 22 y los 40 euros. El que tiene más éxito en las comidas de mediodía es el menú Arroz, por 22 euros ofrece dos entrantes, un arroz y postre. No hemos probado los arroces de Quique Barella pero parece que tienen muy buena aceptación. También tiene menús con aperitivo, dos y tres entrantes, dos platos principales y postre por 29’50 y 39’50 euros, respectivamente.
Como comentábamos, la cocina es local, mediterránea, aparentemente sencilla y con sabores puros, con lo que fácilmente seduce a los paladares más tradicionales, pero utiliza técnicas actuales para conseguir extraer lo mejor de cada producto. Quique Barella parte del producto, la tradición y su memoria para reinterpretar la cocina valenciana. Nosotros la experimentamos como os contamos a continuación.
En la galería de fotos podéis ver algunas de las diferentes estancias del local, es moderno, con poca decoración, sin mantel, distintos tipos de asiento y elementos decorativos simpáticos, un restaurante desenfadado para disfrutar de una comida (o cena) de trabajo o para disfrutar relajadamente. Un detalle que puede interesar si se va al restaurante con el tiempo justo para comer o cenar, es que la comida puede extenderse más de lo deseado (no creemos que suceda a mediodía con el menú Arroz), no es que el servicio sea lento, sino que hay poco personal. Así que es comprensible si se desea disfrutar de cocina valenciana actual, a buen precio y en un buen ambiente, pero está bien saberlo ¿verdad?
Nosotros disfrutamos de un menú largo, empezando por la Crema de queso de cassoleta con mojama, almendras y altramuces. Este queso valenciano se conoce también como saladito, queso de Puçol o queso de Burriana, es un queso de pasta prensada, tierno, húmedo y salado que puede estar elaborado con leche de vaca, cabra y oveja. En este aperitivo se presenta cremoso, con distintos elementos que aportan matices variados y el que más nos llamó la atención fue el aceite de oliva virgen extra, un nuevo AOVE que conocemos y que se elabora en nuestra tierra, en Castellón, con la variedad de aceituna serrana. Ya os hablaremos de él en cuanto podamos hacer una cata.
Continuamos con un goloso Carpaccio de higos, con anguila ahumada, tomate de montaña, chufas y habas de soja tierna, correcto, equilibrado en sabores dulces, salados y ácidos. La Caballa en media salazón con encurtidos es uno de los platos estrella de este cocinero, también definido por la técnica y el equilibrio en el paladar, las grasas lo impregnan de sabor y los encurtidos los limpian y refrescan.
Personalmente destacaríamos más los Sepionets de playa con mahonesa de coco y migas de perejil, simplemente por el sabor del producto y la buena ejecución del mismo, era puro sabor a mar con textura de mantequilla. La mahonesa de coco nos pareció demasiado suave o con un toque de coco demasiado sutil, pero no nos importó, preferimos saborear el cefalópodo.
Continuamos con un plato de muy fácil aceptación, la Vieira con romesco y tallarines de judías, a valorar el punto de cocción de la vieira, y la salsa romesco, muy refinada, acompaña bien. Continuamos con los productos del mar con el Pajel con berenjenas thai y pack choy, lástima que el pescado quedó un poco seco, porque es un plato que nos gustó mucho en su conjunto.
Para terminar la parte salada del menú, otra de las estrellas de Quique Barella, el Civet de anguila con tierra de cacao. Encandila a los entusiastas de la anguila y a los apasionados por la cocina de caza, recordad qué es un civet, es una elaboración culinaria que se aplica principalmente a las carnes de caza, y que el chef de Q de Barella lo emplea muy bien con este singular pez.
Terminamos con dos postres, uno para limpiar el paladar, de forma muy acertada (aún no había llegado el verdadero otoño), el Tinto de verano con helado de melocotón. El segundo es otro de los éxitos del restaurante, la Torrija de horchata con helado de canela, seduce a los más golosos y a los que dicen no serlo.
Q de Barella es un restaurante que habrá que volver a visitar, por un lado para probar los arroces, y por otro cuando haya un cambio de carta, quedan ganas de conocer más platos de Quique Barella y la evolución y libertad que tiene en la cocina de su casa.