En textos de la época romana se encontraron escritos en latín antiguo que referían al río Nervión con el nombre Nerua (parece ser que también se leía Nerva) y es por ello que el nuevo restaurante del Museo Guggenheim, obra arquitectónica de Frank O. Gehry que ve reflejada su figura en las aguas de la ría del Nervión, porta este nombre. El Restaurante Nerua se suma a la oferta cultural y artística, del museo, de manos del chef Josean Martínez Alija.
Seguramente muchos recordaréis que el chef de origen leonés ya dirigía el restaurante del Museo Guggenheim en su anterior ubicación, donde ahora se encuentra el Bistró Guggenheim que ha sido remodelado, ampliado, e inaugurado también recientemente. Josean Martínez Alija dispone ahora de un espacio acorde a su cocina, la gastronomía es la única protagonista, de hecho la cocina a la vista y la desnudez de las paredes y de cualquier tipo de elemento decorativo no necesario para la comida, no tiene sitio.
Desde este punto de vista podemos valorar que ir a comer al Restaurante Nerua después de la visita al Museo Guggenheim, ofrece un descanso visual, un descanso para los ojos que tanta información han podido captar, pero sólo hasta que empieza el desfile de platos, hasta que la cocina, de forma apacible y ordenada recrea la filosofía culinaria del chef. Así lo experimentamos el pasado lunes, cuando después de realizar una visita al Museo que nos deparó muchas sorpresas, pasamos a cenar al Restaurante Nerua.
Como podéis ver en la galería de imágenes, antes de cenar pudimos acceder desde el mismo Museo a la cocina del Nerua, puesto que ésta ha sido diseñada e instalada por Fagor Industrial y formaba parte de las actividades de los Encuentros Fagor. Josean Martínez Alija nos dio la bienvenida junto a su equipo y nos explicó qué buscaba en una cocina y por qué confiar esa labor en Fagor.
También nos habló del restaurante, de su cocina y de su equipo, formado por 18 personas más las cuatro que llevan la I+D. Debe ser impresionante la capacidad de trabajo de los cocineros de Nerua que mientras nos acogían a nosotros, estaban preparando un pica para una 1.200 personas en el Museo. Nosotros, antes de cenar también pudimos picar algo, nos invitaron a subir a la terraza del restaurante desde el que hay unas vistas espectaculares como podéis imaginar.
Allí nos sirvieron unos aperitivos, primero refrescando nuestro paladar con un Vino de cerezas y flor de saúco que estuvo estupendo, nos explicó el maître del restaurante, Urko Mugartegui, que se trataba de txacoli aromatizado con cerezas y flor de saúco, y para dar unos primeros bocados nos ofrecieron unas sabrosas y crujientes Cortezas de bacalao con pimentón de la Vera, unas galletas Oreo de aceitunas negras e Idiazabal y unas Kiskillas a la bilbaína.
En el restaurante Nerua se puede comer a la carta o elegir el menú degustación, en ambos casos varía según la oferta del mercado, no es un cambio de carta radical, sino que se van modificando los platos cuyos productos salen o entran de temporada. En la web del restaurante podéis obtener más información al respecto, nosotros os mostramos lo que pudimos degustar en nuestra visita, empezando por la bodega, que una vez acomodados en las mesas, dio comienzo con una copa de Champagne Mumm.
El primer plato que nos sirvieron fueron los Tomates en salsa con hierbas aromáticas y fondo de alcaparras, un plato en el que Josean y su equipo han trabajado durante mucho tiempo hasta conseguirlo, es el que más nos gustó, y sin duda, va a ser un plato que va a dar mucho que hablar, sólo os vamos a contar de él que hay nueve variedades de tomate y que se deben tomar de un bocado, cada uno es diferente en sabor y aroma, nueve bocados que te invitan a jugar a descubrir que se encuentra detrás de ellos, además del acertado fondo de alcaparras, de aroma muy Mediterráneo.
Continuamos con un plato muy atractivo a la vista, Hebras de berenjena asada con ‘makil goxo’ y yogur de aceite de oliva de olivos milenarios (Variedad de oliva Farga). El makil goxo es lo que conocemos como palodul o regaliz, se percibe muy suave su aroma y sabor. Como podéis ver en la fotografía, la presentación es una recomposición de una berenjena de piel morada y brillante, la pulpa asada se esconde en su interior, suave y de sabores respetados. Exquisito nos pareció el yogur de aceite de olivas milenarias, el sabor y la textura eran una delicia.
Pasamos a tomar un vino blanco Castellroig Xarel.lo 2010, un vino de la D.O. Penedés, y nos sirvieron un Lomo de atún con caldo de ajos silvestres y alcaparras de Ballobar con hierba limón. De nuevo la elegancia se implanta en el paladar con sabores claros y matices meditados, las cocciones en este caso pudieron ser algo dispares, en nuestro caso nos tocó uno de los lomos de pescado más hecho de lo deseado, algo remediable.
Para finalizar, y armonizado con un magnífico tinto Dios Arese 2008 de la D.O. Rioja Alavesa, nos ofrecieron el Foie gras asado en parrilla, zanahorias y makil-goxo, un plato correcto cuya mayor atención era reclamada por la crujiente y tostada superficie del foie gras, y un toque de naranja que aromatizaba el plato.
El postre fueron las Fresas, caseína batida, crujiente de violetas y coco helado, estaba bien pero no era destacable. Algo que llevamos mucho tiempo observando es que parece que el chocolate ha desaparecido de los postres de restaurante, los que somos unos apasionados de su sabor no nos cansamos nunca.
Ya estamos programando otro viaje a la ciudad para seguir descubriendo la cocina de Josean Martínez Alija en Nerua entre otras búsquedas gastronómicas y culturales. Si tenéis oportunidad y acudís, esperamos que también compartáis vuestra opinión en este espacio.
Sólo nos resta agradecer la atención y la compañía de la que disfrutamos en esa velada, para repetir.