A veces se puede pensar que un lugar que ofrece mucho, al final no satisface todas las expectativas, será porque en ocasiones es real el refrán de ‘Quien mucho abarca poco aprieta’, pero también están las excepciones. Comentamos esto porque vamos a hablaros de un escenario ‘multidisciplinar’ que visitamos cada verano, pues reúne varias condiciones que, sinceramente, gustan a cualquiera, empezando por su ubicación y terminando por su oferta. Así que, si os vais a pasar por Peñíscola este verano o en cualquier otro momento, tomad nota de este nombre, Mandarina.
Frescura, es una de las cosas que nos transmite el nombre de ‘mandarina’, pero quizá algo influenciados porque conocemos el espacio con el que se denomina este establecimiento que se concibe como cafetería, coctelería, restaurante, terraza, club nocturno al aire libre, con música en directo, vistas al mar y al Castillo de Peñíscola… Una oferta sin igual en varios kilómetros a la redonda, y todo hay que decirlo, lo que tocan lo hacen bien, aunque debemos reconocer que la parte del club nocturno no es la que mejor conocemos.
Hablemos del restaurante de Mandarina Club, aunque en la galería de imágenes sólo os vamos a mostrar una de sus especialidades, dispone de una carta que satisface prácticamente todos los gustos. Pero empecemos por el local, un espacio amplio y lleno de luz, con mesas en el interior y en la terraza, así como con una barra para quien prefiera tomar algo de un modo más informal. Desde cualquiera de estos ambientes las vistas son privilegiadas, tanto de día como de noche, ahora bien, si vais en temporada alta y queréis disfrutar de la terraza, es necesario reservar.
El restaurante Mandarina de Peñíscola permite disfrutar de distintas especialidades culinarias y se adapta a distintos tipos de alimentación, cocina mediterránea, cocina asiática, cocina fusión, cocina vegetariana y vegana… El sushi es una de las pasiones del chef del restaurante Mandarina, de hecho, dentro de la oferta gastronómica de este restaurante se ofrecen menús temáticos, y uno de ellos es el Jap & Show, ya sabéis, cena japonesa y espectáculo, con distintos tipos de sushi incluyendo elaboraciones tradicionales y creativas.
Al mando de los fogones de Mandarina está Rodrigo Castell (@ro_ca_va), el joven chef se formó en la escuela de hostelería de Benicarló, empezando con el Grado Medio de Cocina y Gastronomía y posteriormente siguió con el Grado Superior de Dirección de Cocina y Pastelería. Su carrera profesional le llevó a cocinar en casa de Martín Berasategui, y su pasión por el sushi le llegó al realizar un curso con el reconocido sushiman español, Félix Jiménez, del restaurante logroñés Kiro Sushi, reconocido con una estrella Michelin. Se intuye que la pasión por la cocina y las inquietudes que tiene Rodrigo le van a llevar lejos, le seguiremos de bien cerca.
Como comentábamos, nuestra última cena en Mandarina, que empezó cuando aún el sol se reflejaba en el mar, la dedicamos a la cocina japonesa, que ya sabéis que nos encanta, pero antes de empezar Rodrigo nos obsequió con un aperitivo para que probáramos uno de sus próximos platos, un sabroso Canelón de pollo con cresta de gallo y foie, y su bechamel de parmesano y panceta.
La sección de ensaladas de la carta de Mandarina no es la más espléndida en cuanto a variedad, pero tampoco hace falta, no es necesario encontrar lo mismo de siempre en todas las cartas. Y en Mandarina lo saben, por eso el chef nos recomendó su ensalada de algas wakame y espagueti de mar, con salmón marinado (casero) y marcado en la plancha, mango y un aderezo amostazado, con el que también pretende salirse de la clásica ensalada de algas con salsa de soja, aceite de sésamo… Y lo cierto es que nos gustó, buen producto (que sobre esto también hay que hacer mención) y equilibrio en sabores y texturas.
Para disfrutar del sushi creativo de este restaurante elegimos una bandeja degustación con sushi mixto (hay otra bandeja de uramakis), se compone de 24 piezas y se incluyen nigiris, uramakis, hosomakis y gunkanmakis. Ahora, prestad especial atención si os gusta el sushi, tanto a la composición de cada rollito como a lo que es cada tipo de sushi.
En las fotos podéis ver que empezamos con los nigiris, que son bolitas de arroz alargadas napadas con pescado. Disfrutamos mucho con las combinaciones del pescado y sus condimentos, y especialmente de la indudable perfección de la preparación del arroz, tomamos tres nigiris: Nigiri de atún con emulsión de espirulina y espárrago, Nigiri de salmón con mahonesa japonesa flambeada y Nigiri de pez mantequilla, teriyaki y perlas de guindilla.
Con el nombre de Gunkan sushi o Gunkan maki se conoce a un tipo de sushi que técnicamente se elabora como un nigiri, porque se forma con las manos, no con la esterilla o makisu con la que se hacen los rollos de sushi. Este arroz se envuelve con el alga nori dejando un hueco en la parte superior, de modo que se puede rellenar. Rodrigo nos presentó en su bandeja dos especialidades, el Gunkanmaki de tartar de atún (Balfegó) y wasabi, y el Gunkanmaki de ikura, es decir, de huevas de salmón.
Para terminar, dos exquisitas creaciones de Rodrigo Castell, quien nos comentó que uno de los tipos de sushi que más gustan de su propuesta es el Uramaki de langostino en tempura, aguacate y kimche, y no es de extrañar. Recordad que el uramaki, también conocido como California roll o sushi invertido, es un tipo de sushi que se creó en Estados Unidos para aquellas personas a las que ‘no les gusta el sushi’ porque no toleran el contacto directo del alga nori en la lengua, en el paladar, pero sí les gusta su sabor, así que el alga envuelve el relleno del rollito de sushi y queda cubierta por el arroz.
Delicioso también nos resultó el Futomaki de salmón y kampio con emulsión de ajo negro y foie micuit, eran unas piezas enormes, y es que el futomaki define a un tipo de sushi cuyos rollos son más gruesos y su corte es más ancho. Como podéis imaginar, estas especialidades de sushi no necesitan nada más para resultar bocados equilibrados, sabrosos e incluso elegantes en boca, la recomendación es tomarlos tal cual, y con las manos, aunque también se puede (y se debe probar) con un poco de wasabi y un toque de salsa de soja, cada cual que los disfrute a su manera.
Sobre los precios de los platos de la carta de Mandarina Club, pues hay que decir que están muy bien, esta cena con bebidas (agua, cerveza, vino y cava por copas), además del plato de nuestra hija, salió por 76 euros. Cabe destacar que no sólo trabajan buenos productos y en cocina les confieren el respeto que merecen, hay que valorar también que Peñíscola es un destino turístico muy demandado en los meses de verano, que el local es amplio, fresco, actual y cómodo para todos los públicos (y con la intimidad que cada uno requiera), y el servicio es atento.
Y como ya os hemos comentado, la ubicación y las vistas de las que se puede disfrutar en el restaurante Mandarina son… mirad, mirad algunas fotos y vídeos de este lugar de ocio en Peñíscola en su página web.