Cualquier referencia que se pueda leer sobre el Restaurante La Ereta hace alusión a su emplazamiento, al marco en el que se encuentra y cómo a pesar de ser una construcción actual en la ladera del Monte Benacantil, convive con las construcciones antiguas, las murallas, el Castillo de Santa Bárbara… y la naturaleza. Es normal, la ubicación de este restaurante es digna de mención, ofrece unas vistas privilegiadas de Alicante, sea de día o de noche, pero en La Ereta hay mucho más.
De ello se encarga Dani Frías, chef y propietario del Restaurante La Ereta, junto a su equipo, encabezado en cocina por Rafa Molina y en sala por Antonio López Rico. El espacio sobre el que se levanta La Ereta suma valores a lo que buscamos cuando vamos a un restaurante, en resumen es producto-cocina y servicio, luego llega lo más personal, lo que a cada cual le satisface a la hora de sentarse en una mesa y disfrutar, provocar sorpresa, emoción y diversión suele ser uno de los objetivos de los cocineros, algo que todos agradecemos, y que en La Ereta encontramos.
Y es que nos da la sensación de que a Dani Frías le parece fácil, pues lo consigue a través de su propia diversión cuando crea y ofrece sus platos. Lo vimos en nuestra reciente visita al Restaurante La Ereta durante nuestras vacaciones en Alicante, pero también hace ya unos años, cuando asistimos a este evento. Su cocina parte de sus raíces, cocina mediterránea, cocina tradicional de Alicante pero con una vuelta con tanta chispa que en algunos casos te traslada a la más tierna infancia, en otros es capaz de proporcionar el sabor más puro de un clásico, presentándolo de forma muy diferente, algunos lo llamarían trampantojos, otros deconstrucción… pero tiene un nombre, es la cocina de Dani Frías, reflexiva, sensata y divertida.
Como reza parte de una de las citas del restaurante, comer en La Ereta es una experiencia distinta, ésta se puede vivir eligiendo uno de los dos menús que ofrecen, el menú Ereta (35 euros) o el menú degustación largo (59 euros), podéis conocerlos a través de su web, aunque su configuración cambia según el mercado, a razón del mejor producto que compra a diario.
No os podemos recomendar si es mejor ir a comer o a cenar, como dijimos en su momento, en relación al entorno, este restaurante vigilante de la ciudad que queda a sus pies, es uno de los mejores lugares de Alicante para disfrutar de un paisaje mágico de día y espectacular de noche. En cualquier momento del día se puede disfrutar de la comida en un ambiente acogedor, cordial e íntimo si es lo que se busca.
En verano, disfrutar de la cena al aire libre, obviamente favorece la experiencia, Alicante a nuestros pies, y también en nuestros platos, y es a éstos a los que irremediablemente prestamos más atención desde el momento en el que empezaron a aparecer los aperitivos y las tapas, todo un festival. Mientras nos ofrecen una copa de cava Agustí Torelló, acompañada de unos Papadums al curry, Galletas de pesto y Colines de pipas, se posan ante nosotros siete tapas para que vayamos degustándolas a nuestro ritmo y según nuestras preferencias.
Empezamos con una tapa caliente, Pata de ternera con crema de garbanzo y trufa de verano, dos-tres cucharadas de un sabroso caldo con carne muy tierna y algo gelatinosa, y un cremoso puré, todo ello aromatizado con la tuber de verano. Continuamos con el Rape en tempura con mayonesa de cítricos muy correcta, y damos paso a las tapas frías, para las que Antonio nos recomienda un vino fresco, Casta Diva Cosecha Dorada (seguro que muchos de vosotros conocéis el vino que esta bodega elabora para los postres, pues no os perdáis este vino que emana el jazmín, los cítricos, las finas hierbas).
El Canelón de bonito con crema de turrón y aceituna deshidratada ya lo conocíamos, es una tapa golosa, pero no por dulce, es muy equilibrada, fina y elegante. Presentado en una lata, el mar, a través de los Mejillones en escabeche con verduritas y gelatina de su agua, además de agradable en sabor, lo es también en texturas, combinando el buen molusco con unas verduritas en brunoise ligeramente ácidas y tersas.
Tomamos también un Gazpacho de sandía muy ligero, pronunciado el sabor de la fruta, oculto totalmente el sabor del ajo, ya conocemos los pros y contras de este alimento. Disfrutamos también de un ‘Calippo’ de chufas, que encantará a los apasionados de la horchata, y para cerrar los ojos mientras saboreas, la Crema de parmesano con miga mediterránea y crema de dátiles, destacable, y exquisita, pero sobrepasada por uno de los platos que más nos gustó, el Aperitivo alicantino, quisquilla, almendras y olivas partidas, que para completar se sirve con un vaso de chupito (por el tamaño, es una tapa) con cerveza recién tirada.
Alberto Bretones, el joven y muy prometedor camarero que atendió nuestra mesa, nos cuenta que el típico aperitivo en Alicante son quisquillas, almendras y aceitunas con cerveza, y Dani Frías lo interpreta en este plato, con unas quisquillas a la llama, aceitunas verdes picadas y almendras en distintas texturas, enteras, ralladas y en crema, cada componente por separado está rico, pero su fusión en el paladar es inmejorable.
Nos adentramos en el Mediterráneo con la Sardina marinada con helado de aguacate, que se acompaña de frambuesa lyo, alficoz, gelatina de moscatel y una sopa de pepino que se sirve en una taza helada, un entrante atractivo a la vista y con la misma respuesta en el paladar. Éste da paso a otro de los platos que destacamos, el Ravioli de gamba, polvo helado de remolacha y gazpacho de chufa, una combinación exquisita, un bocado fresco, vivo, equilibrado.
Continuamos uno de los ingredientes que en los últimos años está siendo tan ofertado, que a pesar de no haberlo trabajado en nuestra cocina, te permite valorar el tratamiento que el cocinero le ha proporcionado, no nos parece fácil, pero en este caso encontramos que el Hígado de rape con crema de nísperos, manzana cru y alficoz (ya sabéis que el alficoz es un alimento tradicional de la gastronomía alicantina) está bien trabajado, resulta suave, la fruta lo hace refrescante y contrasta texturas.
Cambiamos de vino, pasamos a un tinto D.O. Alicante, un coupage de Cabernet Sauvignon, Merlot y Monastrell, es el Carabibas 2009. Y nos lo sirven con el Emperador con ajo y perejil, una especie de tataki, perfecta, a nuestro gusto, el punto de cocción. Se presenta sobre una crema de ajo, con cebolla encurtida, tomate cherry y ajo en polvo, muy bueno.
Continúa el juego visual con el Arroz verde y arroz negro de sepia, el arroz verde es un arroz bomba hecho en su punto que después se manteca con crema de espinacas, mientras que el arroz negro no es tal, se trata de la seta china Oreja de madera u Oreja de árbol que está teñida y enriquecida con tinta de calamar, además de sabor, muchos de vosotros la conoceréis y sabéis que también aporta una textura especial. Se completa el plato con unos dados de sepia, el conjunto es sabroso, equilibrado y placentero.
Nos sirven a continuación un paquete cerrado, es el Papillote de salmonete, melocotón y cebolla morada. Como nos gusta la incorporación de la fruta en los platos salados, y que bien sienta al salmonete el melocotón, la cebolla roja, los piñones… es un bocado que conserva todos los sabores naturales, muy bueno.
Terminamos la parte salada del menú con el Pepito de cabrito, presentado como un bocadillo o un corte, entre dos finas y crujientes láminas de pan, un guiso exquisito. Un lujo para comer con las manos, untando cada bocado en una refrescante crema de melón o en la sabrosa crema de cabrito.
Dani Frías también se recrea con los postres, ofrece tres en el menú corto y cinco en el menú largo. Son también muy propicios a las interpretaciones del chef en su búsqueda de emocionar y satisfacer al comensal, empezamos con el Kojak, es un helado, bueno un polo de hielo con sabor al chupa chup relleno de chicle que todos conocemos, recuerda incluso al interior del helado que conocemos como Drácula, muy rico, pero dura muy poco, tan sólo un bocado, es lo ideal para refrescar el paladar y prepararlo para nuevos sabores.
Aunque también cumple la función del Mojito, está granizado, y garantizado que gustará a todo el que lo pruebe. ¿Quién no ha desayunado de niño un vaso de leche con Cola Cao y galletas?, pues ahora se puede tomar de postre en La Ereta, presentado en un vaso de cristal, diferenciado en tres capas, combinando las texturas cremosas y el crujiente de las galletas, un placer para los golosos, y que por cierto, acompañamos con un moscatel de Alicante, Dulce Cristal.li de la bodega Vins del Comtat, muy fresco, combina frutas dulces y cítricas, evitando que resulte empalagoso.
El Arroz venere con leche es un postre sorprendente, nada que ver con un arroz con leche tradicional, juega con el nombre pero ofrece un dulce delicioso que combina la cremosidad y la textura crujiente de este particular arroz suflado. Y el colofón llega con Chocolate, avellana y plátano, estos fueron los últimos sabores de los que disfrutamos en nuestra velada en La Ereta, si había buen sabor de boca, éste lo fortaleció.
Ya lo veis, el escenario en el que se encuentra el Restaurante La Ereta es muy especial, podríamos decir que es muy importante que la cocina y el servicio estén a la altura, pero consideramos que es a la inversa, el entorno alcanza el nivel de la experiencia con la que Dani y su equipo nos obsequian.
La Ereta Restaurante
Parque de La Ereta
Alicante
Tlf. 965 143 250
info @ la ereta.es