Descubrir un restaurante como Fauna en pleno Barrio Gótico de Barcelona es un regalo para los que disfrutamos paseando por el casco antiguo de la Ciudad Condal y siempre estamos preparados para que nuestra comida o cena rememores los sabores que tenemos más arraigados en nuestra memoria, o para que los foráneos puedan conocer la cocina tradicional catalana. Aquello de viajar a cualquier región española y que sea fácil descubrir su gastronomía porque es lo que se cocina en sus restaurantes, es historia.
Y en las grandes ciudades es, si cabe, aún más complicado, o quizá ya no tanto… No sabemos si se puede decir que es una corriente, porque hace ya muchos años que los restaurantes de hotel tienen nombre propio, y es el caso de Fauna, el restaurante del hotel Kimpton Vividora, un hotel boutique concebido para ser un acogedor lugar para alojarse en Barcelona, abriendo para sus clientes la Casa de Vivi.
Y ¿qué es la Casa de Vivi? Pues ellos mismos lo definen como la casa de un amigo en un espacio de lujo (el hotel), el anfitrión que todos queremos tener, “es tu casa cuando no estás en casa”, ¿puede haber algo más convincente? La Casa de Vivi es un espacio multidisciplinar que nos puede recibir en cualquier momento del día, pues consta de un bar, un comedor y una terraza, dicho de otro modo, Got, Fauna y la Terraza de Vivi.
Para no extendernos demasiado, hoy sólo vamos a entrar a Fauna a través de nuestra experiencia disfrutando de una cena hace un par de noches, y por si fuera necesario, nos disculpamos por la calidad de las fotos y el vídeo con el que la ilustramos, pues sólo llevábamos el móvil. Pero las grandes experiencias y los buenos momentos, son perfectos para mantener viva nuestra red de tejido neuronal. 😉
En Fauna no hay menú degustación, pero al solicitar varios platos para poder ampliar nuestra degustación de la oferta de la carta, los adaptaron en volumen y así os los podemos mostrar y vosotros podréis tener una recomendación de confianza. Además, os gustará saber que en Fauna ofrecen, tanto a diario como para el fin de semana, un menú muy accesible, es perfecto si tienes una cita profesional o especial. Si el precio medio por cubierto en la carta es de 40 euros, el precio del menú entre semana es de unos 23 euros, y el del fin de semana de 36 euros.
Ahora conozcamos al chef, él es Jordi Delfa, un joven cuarentañero que bebió la pasión por la cocina de sus abuelas, lo que le llevó a formarse en la escuela Bellart e iniciar su carrera profesional en restaurantes de reconocidas cadenas hoteleras, como Vincci Hoteles, Hotel Palace de Barcelona, Hotel Skipper, Hotel ME by Meliá, Gran Hotel La Florida, Espai Oteler Mas Solà… Además, fue copropietario del restaurante Con Gracia de Barcelona.
Pero es ahora, en la Casa de Vivi, donde ese fricandó, o esos canelones de las abuelas, se convierten en una bandera de su cocina, y al fin y al cabo es la que todos ansiamos, los catalanes por nuestras raíces y los visitantes por empaparos de una tradición y una cultura que enamora.
Jordi Delfa lleva la tradición catalano-mediterránea a su cocina, la refina, pero no la encorseta. El ambiente en el restaurante es tranquilo, atento y discreto, está inspirado en las antiguas viviendas del Eixample, la luz es perfecta, la independencia de las mesas también lo es, además, hay parte de la cocina a la vista que también invita a disfrutar de la preparación de platos en los que se incluye la miel recién extraída del panal, el corte de la sobrasada del gran Xesc Reina.
Y una cosa os vamos a decir, como buenos bercianos que somos (al menos en parte), no os vayáis de Fauna sin probar la cecina. Fue uno de los primeros bocados que probamos y acertadamente, el chef, Jordi Delfa, comentó que obviamente no era un producto catalán, pero es capaz de reconocer las exquisiteces que se producen a lo largo y ancho de nuestro país, y les abre las puertas, afortunadamente.
No queríamos extendernos, pero al final las palabras nacen de las experiencias y se expresan como en un momento dado brotan, así que casi os vamos a dejar con los nombres de los platos que probamos, de los matices que nos conquistaron y de los que, quizá, realizaríamos un pequeño cambio. Empezamos con un trío compuesto por el pan de cristal untado con tomate, con la mencionada cecina leonesa de la que ya conocéis nuestra opinión. Además, una croqueta de jamón ibérico perfecta, y un buñuelo de bacalao al que quizá, le faltaba una pizca de cremosidad, arrebatada precisamente por la cantidad de bacalao que contenía.
Continuamos con uno de los platos que, tal vez, podemos considerar el mejor (y hoy en el mercado hemos comprado uno de los ingredientes para intentar reproducirlo), se trata de los Fesols de Santa Pau con tortita crujiente de pies de cerdo, butifarra de Perol y cigalitas. Tenéis la foto y también tenéis en el vídeo cómo lo prepara Estela para la degustación, está exquisito porque hay buen producto y hay buena cocina.
Después llegó el Brioche de fricandó de presa ibérica de bellota que, como veréis, es bastante generoso, muy rico y, claro, una actualización de la cocina tradicional catalana, que también seduce. Y si estamos en temporada de colmenillas, no hay que dejarlas escapar, y Jordi las prepara con una beurre blanc para la que nos faltó una cuchara, para que no quedara en el plato (o pan), ese sabor y esa untuosidad, se deben ver más. El plato son Colmenillas a la crema de beurre blanc, puerro y huevo frito de codorniz, con la yema en su punto.
Acto seguido se presenta en la sala Albert y pregunta cómo nos gusta el Steak Tartar, y nos gusta con todo, sus encurtidos, su yema, su punto picante… clavó nuestro punto para el tartar, que un poco más picante también nos hubiera gustado, pero no era necesario para poder apreciar la magnífica carne de vaca madurada de Girona, ¿habéis visto qué color?
No nos atrevimos con el arroz, era una cena, así que pasamos directamente a la degustación del canelón que, como veréis en las fotos, está generosamente acompañado de una demi-glace, tremendamente sabrosa, pero que hubiéramos preferido que no acompañara al canelón y así se lo hicimos saber al chef, y nos comentó que en el plato que no es degustación, la proporción es más moderada, de todas formas, si os apetecen canelones tradicionales, se podrán pedir sin esta salsa.
Sabéis que estamos cansados de esas tartas de queso chorreosas… Pues pedimos tarta de queso en el restaurante Fauna, y nos alegraron la noche, porque no nos sirvieron una tarta de queso semicruda para que sea cremosa (con todos los riesgos que conlleva una tarta con huevo y harina que no ha completado su cocción), sino una tarta de queso con una cremosidad envidiable y un sabor a la misma altura. Y ahí está el mérito del cocinero y/o del postrero.
Por cierto, es un pastel de queso elaborado con queso Ermesenda d’Eroles (magnífico, de leche cruda) y helado de nueces pacanas. Nos quedamos con las ganas de probar el ‘Mundo de chocolate’, pero será para la próxima, cuando volvamos a Barcelona para estar como en casa, pero en pleno centro de Barcelona, tenemos la Casa de Vivi.