Estábamos en la Plaza Navona de Roma, una de las piazzas más famosas de la ciudad en la que se pueden contemplar tres grandes fuentes, sus esculturas, sus edificaciones artísticas e incluso de algo de arte callejero, cuando llegó la hora de pensar en algo que nos encanta, descubrir un nuevo lugar en el que comer y conocer un poco más la gastronomía italiana. Como cualquier zona turística de Roma, tanto en la Plaza Navona como en sus alrededores hay muchísimos restaurantes entre los que elegir, y dando un paseo nos encontramos en una amplia calle en la que había tres terrazas de tres restaurantes, una pegada a la otra.
La primera estaba llena, era un restaurante cuyo nombre no recordamos, pero algo de ‘mamma’ tenía. Miramos la carta y las opiniones en TripAdvisor y no estaba mal, pero quisimos ver los otros dos. Del segundo no recordamos ningún detalle, había menos gente que en el primero, pero había bastantes mesas llenas. La vista se nos fue involuntariamente al tercero, que destacaba porque las mesas estaban cubiertas de manteles blancos (las anteriores no) y porque había un par de mesas ocupadas, nada más.
Pensamos que quizá sería un restaurante caro, pero no nos gusta dar las cosas por hecho, así que nos acercamos a ver la carta y nos llevamos una sorpresa, había platos más que apetecibles y los precios estaban muy bien, así que nos sentamos. Hablamos del Restaurante Caravaggio, un establecimiento con una terraza y mesas amplias, y también con mucho espacio, mesas y salones en su interior, que conserva una decoración más clásica, techos altos, lámparas de cristal…
Podéis ver algunas fotos en nuestra galería de imágenes y podéis ver más en la web del restaurante. En ella podemos descubrir, entre otras cosas, que este restaurante que debe su nombre al famoso pintor Michelangelo Merisi da Caravaggio, es el que antes se conocía como Il Passetto, un reconocido restaurante fundado por Luigi Sagnotti alrededor del año 1860, quien le puso ese nombre porque el restaurante era una vía de paso para acceder a la Plaza Navona.
Creemos recordar que este fue el único restaurante de Roma en el que nos sirvieron un aperitivo, son las cucharillas con una refrescante mousse de tomate que podéis ver en las fotos. Para beber elegimos un chianti clásico de la Famiglia Zingarelli, Rocca delle Macìe 2014, un coupage de Sangiovese y Merlot muy correcto, pero su precio, como os comentamos en anteriores experiencias gastronómicas en Roma, bastante más elevado de lo que pagamos por un vino correcto en España, 28 euros.
Como entrante pedimos una Panzanella, stracciatella di burrata e sedano (Ensalada de pan y tomate con stracciatella de burrata y apio) y una Caprese di bufala. La caprese la comimos a diario, en prácticamente todos los restaurantes la probábamos, y lo cierto es que encontramos diferencias notables en las calidades de la mozzarella de búfala, unas más cremosas que otras, pero en general con buen sabor. Lo que no tenía ningún sabor era el tomate, nos parece que, en general, no se preocupaban de elegir un buen tomate carnoso, con piel fina, con sabor…
La Panzanella del Restaurante Caravaggio estaba rica, más que la de otro restaurante del que os hablaremos próximamente, resultaba refrescante y jugosa, el pan estaba bien empapado con el aderezo y el necesario reposo. Sobre el precio de esta ensalada, estaba en 9 euros, y la Caprese 10 euros.
Continuamos con unos Gnocchetti alla gricia di polpo, unos gnocchi caseros de patata con pulpo y pecorino (13 euros) y debemos decir que es uno de los platos que más nos sorprendió y que más nos gustó de nuestras vacaciones en Roma. Deberíamos haberles pedido la receta o una orientación sobre su elaboración, no obstante, intentaremos hacer nuestra versión de este plato porque nos encantó, es de los que no vamos a olvidar y por el que volveríamos a este restaurante (también por otros platos que nos quedaron ganas de probar y por los postres).
Como plato fuerte pedimos un Saltimbocca alla romana (carne de ternera enrollada con jamón y salvia, al estilo Caravaggio), estaba rico y su precio era de 16 euros. Para acompañar pedimos la ensalada del día (10 euros), ya os comentamos que en la carta de los restaurantes de Roma, después de los platos de carne y pescado están las guarniciones, ensaladas, patatas… se piden por separado si se desea. En este caso la Insalata del giorno era una ensalada de rúcula con queso y un aderezo balsámico casero (10 euros).
De postre queríamos probar el Cannoli siciliano, de pistacho, pero no quedaba, así que tomamos un Semifreddo alle Nocciole (semifrío de avellanas) que también nos sorprendió muy gratamente, un postre de avellana y chocolate con un sabor exquisito, y un contraste de texturas muy acertado. Ya sabéis que nos encantan las avellanas, y en Italia las hay muy buenas, no pudimos evitar traernos unas pocas. Por cierto, los postres rondaban todos los 7 euros.
Todo lo que os hemos contado, además de dos botellas de agua, el pan (2 euros) y el plato de nuestra hija, que fue pollo al horno con patatas, ascendió a 115 euros, lo que nos pareció bien después de varios días en la ciudad y haber probado distintos restaurantes. También visitamos algunos más económicos y otros más caros, con distintos estilos, claro, os lo seguiremos contando.
Restaurante Caravaggio
Via Giuseppe Zanardelli, 14
00186 Roma RM