En septiembre del año pasado, Jamie Oliver lograba forzar en el Parlamento del Reino Unido un debate para valorar la introducción del impuesto de las bebidas azucaradas, lo conseguía gracias a una petición de recogida de firmas en colaboración con la organización Sustain. Poco tardó el Parlamento del país en pronunciarse manifestando que el impuesto no era la medida más adecuada para luchar contra la obesidad infantil, opinión que compartía el Departamento de Salud del país y por supuesto, la Federación de Alimentos y Bebidas (FDF).
Un mes más tarde, Jamie Oliver compareció ante el Health Select Committee para tratar el tema de la obesidad infantil, insistiendo que el impuesto era necesario y que el Primer Ministro David Cameron debía ser valiente y mostrar quien mandaba en el país introduciendo dicha tasa. Criticó a los gobiernos anteriores asegurando que han hecho un flaco favor a los niños al no haber tomado medidas enérgicas en su momento contra las dietas consideradas poco saludables.
Mientras se esperaba que el Gobierno publicase un informe de la revisión de las evidencias a nivel internacional sobre las medidas para reducir el consumo de azúcar a finales de año, crecía la indignación de organizaciones y consumidores, por ello, la publicación se adelantó y para sorpresa de todos, el Departamento de Salud Pública del Reino Unido (PHE) recomendaba una serie de medidas y entre ellas la introducción del impuesto en las bebidas azucaradas como una de las medidas eficaces para reducir el consumo excesivo de azúcar.
La situación había dado un giro inesperado, el Director General de la FDF mostraba su desacuerdo con la introducción del gravamen, asegurando que esta medida no estaba respaldada por la evidencia internacional, y aseguraba que la industria se opondría a su introducción. Desde entonces el Gobierno del país ha recibido continuas presiones por parte de parlamentarios, activistas, cocineros y organizaciones como la Fundación Británica del Corazón, la Asociación Médica Británica o la Facultad de Salud Pública, con el propósito de que sea introducido de una vez el mencionado gravamen.
Pues bien, hoy podemos saber que el Gobierno del Reino Unido cambia su postura y manifiesta que va a considerar la introducción del impuesto de las bebidas azucaradas con el propósito de prevenir el aumento del sobrepeso y la obesidad infantil. Casualmente hace un par de días se publicaba este estudio en la revista científica The Lancet Diabetes & Endocrinology, en el que se concluye que si se redujera en un 40% el azúcar que contienen las bebidas azucaradas en los próximos cinco años, se podrían prevenir unos 300.000 casos de diabetes tipo 2 en el Reino Unido durante las dos próximas décadas. Graham MacGregor, uno de los autores de este estudio y presidente de Action on Sugar (AoS), organización formada por un grupo de expertos que investigan los efectos del consumo de azúcar en la salud, explicaba en sus conclusiones que el impuesto de los refrescos era una opción viable junto a otras estrategias para luchar contra el consumo excesivo de azúcar.
A esto hay que sumar que esta semana también se ha publicado otro estudio en el que se concluye el éxito que está teniendo el impuesto de los refrescos en México, con sólo un gravamen de un 10% sobre el precio de las bebidas azucaradas se ha logrado reducir el consumo en un 12%. Recordemos que anteriormente ya se habían dado a conocer unos primeros resultados de la efectividad del impuesto a través de una investigación del Instituto Nacional de Salud Pública de México y el Centro de Población de la Universidad de Carolina del Norte, de todo ello hablábamos aquí.
Algunos expertos explican que el impuesto debe ser una de las muchas medidas que el Primer Ministro debe introducir para hacer frente a la obesidad, es necesario obligar a la industria del sector a que reformule sus bebidas, que se controle más la promoción y la publicidad de los refrescos, etc. El Gobierno del país manifiesta su deseo de profundizar y aprender de los resultados que se han obtenido en México, pero explica que todavía tienen que estudiar otras cuestiones y existen muchos argumentos en contra que impiden la introducción del impuesto, recordemos que el Parlamento del país explicaba que no quería introducir más impuestos para evitar el aumento del coste de la vida, ayudar a promover la productividad y el crecimiento económico, etc.
Estas declaraciones delatan que aún se tardará en introducir el impuesto de las bebidas azucaradas, pero es un gran paso, ya que hay que recordar que hasta hace muy poco la negativa era rotunda a la introducción del gravamen. Por supuesto, y según leemos aquí, la FDF se ha pronunciado totalmente en contra y de nuevo ha argumentado la falta de estudios y pruebas que demuestren la efectividad del impuesto, parece que obvian los resultados obtenidos en México. Ya veremos cómo se opone la Federación de Alimentos y Bebidas a su introducción, a lo mejor hacen lo mismo que en la India ante la posibilidad de que el Gobierno de este país grave los refrescos con un 40%, empresas como Coca Cola han advertido que cerrarán las embotelladoras dejando a miles de personas sin trabajo.
Foto | rockindave1