Recientemente, la Comisión Europea ha publicado el reglamento sobre los materiales y objetos de plástico reciclado que entran en contacto con alimentos, y que deroga el Reglamento (CE) n.o 282/2008. La nueva reglamentación forma parte del Plan de Acción para la Economía Circular de 2015, año en el que se determinó que era necesario aumentar el reciclado de plástico como uno de los puntos esenciales en el marco de una economía circular.
En 2018 la CE adoptó una estrategia europea para el plástico en una economía circular, estrategia que comprende varios compromisos y que tienen el cometido de frenar la contaminación plástica, aumentando el contenido reciclado en los productos y envases de plástico. La Comisión Europea consideró que, ya que una gran parte de materiales de envasado de plástico se utilizan en envases alimentarios, dicha estrategia sólo podría salir adelante si se aumenta el contenido de plástico reciclado en los envases alimentarios.
Lo cierto es que no es algo tan sencillo como parece, sobre todo porque los materiales plásticos pueden contener contaminantes que comprometerían la seguridad y la calidad de los materiales y objetos de plástico reciclado que entrarían en contacto con los alimentos. En este sentido, merece la pena recordar que los materiales plásticos integran una gran variedad de plastificantes, antioxidantes, agentes de liberación utilizados en la fabricación del plástico) o sustancias como la N-Dietil-meta-toluamida (DEET), un compuesto habitual en los repelentes de insectos.
Es interesante retomar la lectura de este post en el que hablábamos de una investigación realizada por expertos de la Universidad de Copenhague, en la que se concluía que las botellas de plástico reutilizables liberan cientos de productos químicos en el agua o líquidos que contienen. Y para agravar la situación, muchas sustancias presentes en el plástico no están identificadas, y de las que se han identificado, se desconoce la toxicidad de un 70%.
La estrategia obliga a aumentar el porcentaje de plástico reciclado en los envases de forma gradual, algo contemplado en la Ley 7/2022 sobre residuos y suelos contaminados para una economía circular y donde se establecen los plazos para incrementar dicho contenido. Por cierto, en 2018 la Federación Europea de Aguas Embotelladas anunció una serie de compromisos para reducir los desechos plásticos para el año 2025, como la recuperación del 90% de todas las botellas PET, el uso del 25% de RPet (Pet reciclado), mayor inversión en innovación, investigación e iniciativas que promuevan la correcta clasificación y eliminación de envases.
Hasta ese momento, la industria del agua embotellada apenas reciclaba y la razón es que la mayoría de las botellas de plástico se fabrican con tereftalato de polietileno (PET), un material que cuando se recicla se convierte en PET reciclado (RPet) que no se usaba, ya que no ofrecía la estética que ofrece el material virgen, de ello hablábamos aquí. Es probable que el plan de la CE tenga bastantes complicaciones por las razones antes comentadas, sobre todo porque si se necesita garantizar un alto nivel de protección de la salud humana, es necesario conocer todas las sustancias que integran el plástico y evaluar su grado de toxicidad. ¿No sería mejor volver al vidrio? Material reciclable, sin riesgos de contaminantes o lixiviación y que, además, ofrece una mejor calidad en el sabor.
Según leemos aquí, la nueva reglamentación prevé varias medidas, así como un periodo de transición, pero, ¿será suficiente? En nuestra opinión, no, y la razón es precisamente por la gran cantidad de sustancias desconocidas presentes en el plástico y por la falta de pruebas que certifiquen su toxicidad o inocuidad. Podéis leer la nueva reglamentación a través de este artículo, aunque se habla de descontaminación del plástico, de las pautas de uso, de los procesos de reciclado autorizados, etc., no se habla de su composición o de los análisis sobre los compuestos químicos que los integran y de los que se sabe poco, como mencionan los expertos de la Universidad de Copenhague.