Durante años el sodio, elemento que está presente principalmente en el cloruro de sodio (sal común), ha estado sometido a investigación debido a sus efectos negativos en la salud, como el aumento de la presión arterial, el riesgo de accidentes cerebrovasculares y las enfermedades cardíacas. Ante estos problemas surge una pregunta importante, para reducir el sodio, ¿es el cloruro de potasio la solución?, la respuesta parece ser prometedora, pero no está exenta de algunos matices y desafíos.
Para entender esta cuestión primero debemos diferenciar los dos compuestos, el cloruro de sodio y el cloruro de potasio. El cloruro de sodio (NaCl) es la sal de mesa que todos conocemos y aunque es esencial para el organismo en pequeñas cantidades, su consumo excesivo puede favorecer la hipertensión y otros problemas cardiovasculares, ya que como hemos comentado en otras ocasiones, el sodio puede causar retención de líquidos y aumentar la presión y la tensión que experimentan los vasos sanguíneos, además puede causar un aumento del estrés.
Por otro lado, el cloruro de potasio (KCl) se presenta como una alternativa más saludable porque a diferencia del sodio, el potasio tiene propiedades que favorecen la reducción de la presión arterial. Expertas en la materia como la doctora Pauline Swift, presidenta de Blood Pressure UK, organización del Reino Unido que se dedica a la concienciación, prevención y tratamiento de la presión arterial alta o hipertensión, el cloruro de potasio favorece la salud del corazón al equilibrar los niveles de fluidos en el organismo, disminuyendo además la tensión en los vasos sanguíneos. Estos resultados convierten al cloruro de potasio en una opción atractiva para quienes quieren reducir el sodio sin tener que renunciar al sabor salado.
¿El cloruro de potasio es totalmente seguro?
A pesar de sus beneficios, el cloruro de potasio no es la solución perfecta para todas las personas, para algunas, su consumo puede suponer riesgos importantes para la salud. Un ejemplo son las personas que padecen enfermedades renales, deben evitar el cloruro de potasio debido a que una función renal comprometida dificulta la eliminación del potasio del organismo provocando su acumulación. Esta situación podría desencadenar un trastorno denominado hiperpotasemia, que se caracteriza por unos niveles elevados de potasio en la sangre, algo que puede provocar arritmias cardíacas e incluso complicaciones graves.
Además, hay que apuntar que ciertos medicamentos como los diuréticos ahorradores de potasio, un fármaco que ayuda a eliminar el exceso de líquidos y sodio del organismo a través de la orina, retienen potasio y evitan que se pierda en grandes cantidades, y pueden terminar elevando los niveles de potasio. Las personas con enfermedades cardíacas previas pueden verse afectadas por el consumo excesivo de potasio, ya que puede agravar problemas de ritmo cardíaco. Sin embargo y para la población general que tiene los riñones sanos, el cloruro de potasio se puede considerar en términos generales, seguro y beneficioso.
Sabor del cloruro de potasio
Aunque el cloruro de potasio tiene propiedades positivas, no todo es perfecto, y es que una de las críticas más comunes la recibe su sabor ligeramente amargo o metálico. Esto puede resultar desagradable para algunos paladares, por lo que este aspecto podría dificultar su adopción como sustituto directo del cloruro de sodio. Pero como comentan aquí, hay soluciones a este problema, véase como ejemplo la mezclas con sodio, es decir, combinar cloruro de potasio con cloruro de sodio para reducir el contenido total de sodio y lograr mantener un sabor más equilibrado y agradable. Se pueden utilizar bloqueadores del sabor amargo, aditivos naturales como aminoácidos o edulcorantes que logran contrarrestar ese amargor. También se pueden reformular las fórmulas alimentarias para reducir o neutralizar ese sabor metálico del potasio.
El interés por las sales bajas en sodio ha llevado a un aumento del uso del cloruro de potasio en la industria alimentaria, pero también ha surgido preocupación en algunos sectores. Por ejemplo en Europa, algunos supermercados han empezado a incluir advertencias en los productos alimenticios que contienen altos niveles de potasio y en especial, en aquellas regiones que tienen una prevalencia significativa de enfermedades renales o cardiovasculares, lo que es un ejemplo del aumento de la conciencia sobre los riesgos que se asocian al potasio en los grupos poblacionales vulnerables, aunque también es verdad que no se trata de una práctica uniforme y extendida en toda la industria alimentaria.
Entonces, la pregunta que podemos plantearnos es: ¿el potasio es una alternativa al sodio en la sal? Ciertamente para la mayoría de los consumidores sí, ya que es una forma eficaz de reducir el consumo de sodio favoreciendo la salud cardiovascular y ayudando a controlar la presión arterial. Pero como en todo, la regla debe ser la moderación y en el caso de personas que padecen enfermedades renales, cardíacas o que toman ciertos fármacos, debe ser supervisado por especialistas de la salud.
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