Según un estudio desarrollado por expertos de la Universidad Tecnológica Chalmers (Suecia), es necesario reducir la producción de carne en un 50% si se pretenden alcanzar los objetivos marcados para el año 2050 sobre el cambio climático. De este modo se podrán reducir en un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero como el metano o el óxido nitroso, siendo este cambio el único que puede dar la certeza de poder cumplir los objetivos climáticos. Por el contrario, la reducción del desperdicio alimentario supone una reducción poco significativa en lo que respecta a la emisión de gases que favorecen el calentamiento global, así lo consideran los responsables del estudio.
Los expertos crearon seis posibles escenarios con diferentes niveles de consumo de carne para conocer cuál sería el impacto medioambiental para el año 2050, de los seis, el que arrojó cifras más significativas era el que tomaba como referencia la reducción del 50% en la producción de carne vacuna y de cordero. También se analizaron los cambios tecnológicos y la reducción del desperdicio alimentario, destacando que jugarían un papel poco significativo para el cumplimiento de los objetivos climáticos.
Ante estos resultados, los expertos citan este estudio y consideran que es interesante utilizar las etiquetas alimentarias para informar a los consumidores y que tomen decisiones más favorables para el medio ambiente. En este caso merece la pena destacar que, según otros estudios, el precio y el valor nutricional de los alimentos está por encima de la sostenibilidad y otras cuestiones como los objetivos climáticos. De poco sirve informar a través de las etiquetas si existen otros condicionantes más valorados como el precio de los productos.
A esto hay que añadir que muy pocos países del mundo incluyen consejos y criterios relacionados con la sostenibilidad en las pautas dietéticas, sólo cuatro ofrecen información sobre las conexión entre las amenazas que plantea el sistema de producción alimentario con los patrones dietéticos y la salud, de todo ello hablábamos en este post. Por tanto, para lograr reducir el consumo de carne en un 50% habría que realizar muchos cambios a nivel informativo, legislativo y educacional, para que los consumidores fueran más conscientes de lo importante que es su decisión de compra y consumo.
La investigación sigue los planes puestos en marcha por la Unión Europea, como el Proyecto Refresh, cuya meta es reducir el desperdicio alimentario en Europa en un 30% para el año 2025, a la vez que se promueven las dietas más saludables y se reduce el impacto de la huella del carbono en los alimentos. Otra actuación a citar es el plan de acción de la plataforma de la UE sobre las pérdidas de alimentos y los residuos de alimentos, creada como uno de los objetivos para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluyendo el objetivo de reducir a la mitad el desperdicio alimentario per cápita a nivel minorista y de consumo para el año 2030, así como la reducción de las pérdidas de alimentos a lo largo de toda la cadena de suministros alimentarios.
Los investigadores suecos argumentan que limitar los residuos alimentarios (siendo optimistas) sólo permitirían reducir en un máximo de un 3% las emisiones de efecto invernadero. Consideran que los productos ganaderos y los productos marinos, son promotores de este tipo de emisiones, representando la suma el 75% de todas las emisiones relacionadas con la alimentación, pero apuntando como principal precursor la producción de carne.
Este estudio debería tener en cuenta otros datos de interés como los presentados en un informe de Oxfam en el que se determina que los alimentos básicos tienen un enorme impacto medioambiental. Sólo la producción de soja, arroz, maíz, aceite de palma y trigo generan más emisiones de gases de efecto invernadero que los producidos de forma individual por casi cualquier país del mundo, salvo Estados Unidos y China. A la hora de hablar sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero también se deben tener en cuenta este tipo de producciones y no apuntar únicamente a la producción de ganado. No basta con reducir el consumo de carne, también se han de orquestar cambios en el sector agrícola para reducir el enorme impacto ambiental que generan sus productos. De poco servirá que se reduzca el consumo y producción de carne si este alimento se sustituye por otros que también están asociados a un elevado nivel de gases de efecto invernadero.
Estamos de acuerdo en la necesidad de reducir el consumo de carne en beneficio de la salud y del medio ambiente, pero es sólo un elemento de la solución, son muchos los frentes abiertos y que hay que abordar para cumplir con los objetivos climáticos tanto a nivel comunitario como a nivel mundial. Podéis conocer más detalles del estudio sueco a través de este artículo publicado en la revista científica Food Policy.
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