Acabamos de conocer un estudio en el que se tratan de analizar las deficiencias de la cadena alimentaria de Estados Unidos, y señalar dónde se producen las pérdidas de alimentos en cada uno de los eslabones, desde el productor hasta el consumidor. Los datos vertidos no pasan inadvertidos, hasta el 40% de todos los alimentos que se producen son desechados, lo que equivale a tirar a la basura unos 165.000 millones de dólares. En términos de gasto familiar, es como si cada consumidor del país tirase a la basura hasta 2.275 dólares al año. Reducir el desperdicio de alimentos se ha convertido en una tarea prioritaria en todos los países, ya no se trata de lo que se tira, sino de todo aquello que guarda relación con la producción y elaboración, los recursos energéticos, la materia prima, el tiempo, etc.
La comida es muy valiosa como para tirarla o desperdiciarla, y más cuando se habla sobre cómo se puede alimentar al mundo en el año 2050, indicando que será necesario aumentar significativamente la producción alimentaria (hasta en un 70%) para poder abastecer a una población que rondará los 9.000 millones de habitantes. Quizá se deberían realizar mayores esfuerzos en desarrollar políticas que evitarán el desperdicio alimentario el máximo posible. Los alimentos están para comerlos y disfrutarlos, no para que sean desperdiciados, en el caso de Estados Unidos, su producción acapara el 10% del presupuesto total dedicado a la energía, se utiliza hasta el 50% de las tierras y se emplea hasta el 80% de agua dulce para poder mantener la producción. Si a los datos del agua añadiéramos los cálculos del agua virtual, el gasto del preciado elemento sería totalmente desorbitado. El desperdicio de alimentos es un problema grave que se debe solucionar a medio plazo.
Es un cúmulo de recursos que caen en un pozo sin fondo si tenemos en cuenta que hasta el 40% de los alimentos que se producen no son consumidos, repartidas estas cifras entre la población, representa 20 kilos de comida por persona cada mes. A esto hay que añadir otros efectos del desperdicio alimentario, además de limitar el acceso de alimentos a la población, los desperdicios terminan en los vertederos descomponiéndose y contribuyendo a incrementar las emisiones que participan en el calentamiento global. Lamentablemente sólo un 3% de los residuos orgánicos son de nuevo aprovechados para fabricar abono para los cultivos. Es interesante retomar la lectura del post sobre los millones de toneladas de alimentos que se tiran a la basura, en él podemos conocer un informe elaborado por el Instituto de Biotecnología y Alimentos SIK (Suecia), que pone de relieve la cantidad de alimentos que se desperdician, algunos datos no coinciden con el estudio que tratamos ahora, pero de todos modos son cantidades muy elevadas con las que se podrían alimentar a millones de personas.
También se pone de manifiesto que sólo con la pérdida de alimentos generada por su almacenamiento y posterior caducidad, se podría alimentar a más de 25 millones de estadounidenses cada año, algo que hay que tener en cuenta sabiendo que uno de cada seis habitantes del país tienen complicaciones para abastecer de alimentos su hogar. Identificar las pérdidas y dónde se producen es vital para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria de Estados Unidos y de cualquier país en general. Como decíamos, el estudio analiza las ineficiencias de cada eslabón de la cadena y además proporciona recomendaciones y ejemplos para intentar reducir el desperdicio. Como sabemos, se valora la perfección de los alimentos, nos proporcionan un ejemplo sobre las zanahorias, si son demasiado curvas no son aceptadas por los estándares comerciales, se indica que hay que poner en práctica soluciones que permitan producir zanahorias más rectas reduciendo al mínimo las que son curvas. Quizá se deberían modificar los estándares comerciales y no asociar la perfección de la apariencia a la calidad y el sabor.
Según leemos en NRDC (Natural Resources Defense Council), se reconoce que antaño el desperdicio alimentario era significativamente menor y se concluye que se puede volver a esos niveles, pero para ello hay que poner en marcha diferentes soluciones coordinadas y posiblemente realizar algunos cambios legislativos, también es necesario modificar el comportamiento de productores y consumidores para que tengan más conciencia sobre lo que representa el desperdicio de alimentos. En Europa se han puesto manos a la obra para reducir la cantidad de alimentos que se tiran, a principios de este año el Parlamento Europeo adoptó una resolución para intentar reducir hasta en un 50% el desperdicio alimentario en el año 2020, además se ha designado el año 2014 como Año Europeo Contra el Desperdicio Alimentario. Las campañas de sensibilización se han iniciado y se trabaja para reducir el gasto de agua y energía, en realidad es algo que deben adoptar todos los países del mundo.
Reducir el desperdicio alimentario es mejorar la rentabilidad, preservar los recursos naturales, ahorrar agua y energía, mejorar la calidad de vida de los consumidores, es un tema que no debe ser ignorado. Es un tema más complejo de lo que podamos creer, hay que reconocer ante todo dos realidades básicas, la primera es que la comida representa un gasto relativamente pequeño en el presupuesto de los países industriales, un 15% frente al 80% que deben destinar los habitantes de los países en vías de desarrollo, esto provoca que el coste financiero del desperdicio sea demasiado reducido como para compensarlo. La segunda es adecuar la producción para satisfacer las necesidades de los consumidores, producir o elaborar en exceso provoca forzosamente desperdicios y pérdida de recursos, por lo que la concienciación de un consumidor se traduce en ahorro y deriva en una menor producción. Lo cierto es que hay mucho que hablar sobre responsabilidades de cada eslabón de la cadena alimentaria. En lo que respecta al consumidor, es interesante tener en cuenta los 10 consejos para generar menos residuos alimentarios.
A través de este enlace (Pdf) podréis acceder al informe sobre el desperdicio alimentario en Estados Unidos, cifras de las pérdidas de cada eslabón de la cadena, las propuestas y posibles soluciones que se pueden adoptar.