Un grupo de investigadores de la Universidad de Rice (Estados Unidos) ha encontrado un modo interesante de aprovechar los huevos que se desperdician, han conseguido desarrollar un recubrimiento con proteínas de huevo con el que se puede ampliar la vida útil de frutas y verduras. Según las pruebas de laboratorio realizadas, aplicar a frutas y verduras el recubrimiento mediante pulverización o mediante inmersión, ampliaba la conservación de 8 a 11 días, lo que contribuiría a reducir considerablemente el desperdicio alimentario.
Los expertos recuerdan que el problema del desperdicio alimentario, y especialmente de los productos frescos, es significativo, ya que hasta un 50% de los cultivos que se producen cada año se desperdician, recordemos lo que ocurre en la Unión Europea. Supone todo un desafío conseguir que estos productos frescos con una vida útil limitada de unos pocos días, duren más tiempo y puedan ser rentabilizados por el comercio minorista y los consumidores. Los principales factores que afectan a la calidad y vida útil es la pérdida de agua, el deterioro de la textura, los procesos de respiración de los productos, la actividad y crecimiento bacterianos, etc.
Desarrollar una solución ecológica y rentable para ampliar la vida útil de los alimentos mediante el control de los factores descritos, es fundamental para poder reducir el volumen de desperdicio de alimentos que se genera. En este caso, la solución pasa por el uso de esos huevos que nunca llegan al mercado, citando como ejemplo Estados Unidos, los expertos comentan que cada año se producen en el país más de 7.000 millones de huevos al año, de ellos, un 3% se descartan, por lo que se estima que más de 200 millones de huevos terminan en los vertederos, algo que se podría evitar con el método propuesto.
Los investigadores comentan que reducir la falta de alimentos, garantizar la seguridad alimentaria de forma que no se tengan que realizar modificaciones genéticas, utilizar recubrimientos no comestibles o aditivos químicos, es un gran paso para la vida sostenible, algo que se cumple con este trabajo en el que se han implicado también ingenieros especializados en materiales químicos y biotecnólogos pertenecientes a distintas universidades el país. El recubrimiento con proteínas del huevo es comestible, retrasa la pérdida de agua, tiene propiedades antibacterianas y su permeabilidad inhibe la producción de etileno, lo que ralentiza el proceso de maduración.
Retirarlo de los productos frescos resulta sencillo, tan sólo hay que lavarlos, pero como ya hemos comentado, si se consumiera no habría ningún problema, parece ser que ni siquiera para quienes tienen intolerancia al huevo, pero esto debería ser garantizado al 100% mediante pruebas complementarias. Los investigadores explican que la albúmina de las claras representa el 70% del recubrimiento, el resto de su composición es celulosa a nanoescala extraída de la madera, material que actúa como barrera contra el agua y evita que el producto se degrade, curcumina, que actúa como bacteriano, y glicerol, elemento que otorga elasticidad a la mezcla.
En la fotografía podéis ver algunas pruebas realizadas con productos como los plátanos, las fresas, etc. En una comparativa entre estos alimentos con y sin el recubrimiento se puede apreciar que el compuesto a base de huevo reduce la degradación. En este sentido, merece la pena retomar la lectura del post sobre Edipeel, un recubrimiento comestible invisible desarrollado por la empresa Apeel Sciences con el que se logra duplicar la vida útil de frutas y verduras. Este es un sistema, quizá, más efectivo que se ha desarrollado a partir de partes vegetales de los alimentos que no se consumen, cáscaras, piel y tallos.
Según los expertos de la Universidad de Rice, su recubrimiento es muy flexible y soporta bien el agrietamiento, lo que protege de forma más efectiva a los alimentos, además, es tan resistente como otro tipo de recubrimientos sintéticos, no es tóxico y en las pruebas de solubilidad con una capa más gruesa, el recubrimiento es lavable. Para eliminarlo completamente, basta con colocar la pieza de fruta o verdura bajo el chorro de agua del grifo durante un par de minutos.
De todos modos, los investigadores siguen trabajando en la fórmula del revestimiento y consideran utilizar otros materiales, se eligió el huevo por el gran volumen de desperdicio asociado a este alimento, pero eso no significa que no se puedan utilizar otros materiales, quizá deban tener en cuenta el desarrollo de la empresa Apeel Sciences, de hecho, los expertos hablan de utilizar proteínas extraídas de plantas en lugar de los productos de origen animal como el huevo.
Es un avance interesante, pero como ya hemos visto, no es tan efectivo como otros recubrimientos, los investigadores deberán mejorar su fórmula y a ser posible utilizando el huevo, ya que se le da una segunda vida útil a esos millones de huevos que se desperdician. Podéis conocer más detalles de la investigación, a través de la página de la universidad, y en este artículo publicado en la revista científica Advanced Materials.