A principios de año podíamos saber que los diputados del Reino Unido solicitaban la introducción de un impuesto en las tazas de café desechables como una medida efectiva para concienciar a los consumidores de la necesidad de utilizar tazas reutilizables, a fin de poder reducir el enorme volumen de basura que generan estos recipientes, basta con saber que diariamente se utilizan en el país 500.000 tazas desechables y que prácticamente en su totalidad terminan en la basura.
Se pretendía introducir un impuesto de 25 peniques por taza desechable, además de gravar a las cadenas de cafeterías para deshacerse de estos envases, poner en marcha una prohibición del uso de este tipo de envases si no se cumple en un plazo de cinco años el objetivo de que todas las tazas para llevar sean perfectamente reciclables, etc. Bien, el caso es que se ha rechazado el impuesto en las tazas de café desechables o “latte levy”, en su lugar se propone un plan de descuentos voluntarios para quienes utilicen vasos o tazas reutilizables.
A la presidenta del Comité de Auditoría Ambiental (EAC) no le ha parecido una decisión correcta, ya que la cultura del usar y tirar está teniendo un impacto devastador en las ciudades y en el medio ambiente. El informe que elaboró esta oficina recomendaba soluciones prácticas contra este grave problema, pero parece evidente que el Gobierno no quiere adoptar medidas y soluciones que sean reales y efectivas. Sugerir y confiar que las cafeterías ofrezcan descuentos por el uso de tazas reutilizables, en vez de un impuesto como el que se había propuesto, es un grave error.
Mary Creagh, responsable de la EAC, comenta que la evidencia de las investigaciones que se han realizado muestra que los impuestos funcionan mejor que los descuentos a la hora de reducir el uso de materiales que no son reciclables, un ejemplo que cita es el precio que hay que pagar por el uso de las bolsas de plástico. Al optar por el sistema de descuentos voluntarios, el Gobierno ignora el trabajo y las evidencias presentadas en las investigaciones que dieron lugar a la solicitud del gravamen.
Según los resultados de las investigaciones realizadas por este departamento, aunque el 90% de las personas tira las tazas en contenedores para el reciclado, sólo el 0’25% del material se recicla y la razón es contar con una infraestructura inadecuada. Es decir, el esfuerzo que realiza el consumidor para depositar su vaso en uno de estos contenedores no sirve de nada, la responsabilidad recae en las empresas que manipulan cualquier tipo de embalaje, ya que deben asegurarse de que se recicla un determinado porcentaje según el esquema sobre la recuperación de embalaje.
Materiales como el papel y el plástico tienen un volumen de recuperación del 69’5% y 51% respectivamente, incomprensiblemente los vasos desechables sólo tienen un 0’25%, por ello, se pide que el Gobierno introduzca un sistema de responsabilidad, donde el productor deberá aumentar el precio de los vasos que son difíciles de reciclar, reduciendo el precio de los vasos que son fácilmente reciclables. Sobre la propuesta de prohibir el uso de este tipo de envases para el año 2023, el Gobierno la ha rechazado acogiendo, en su lugar, la propuesta de la industria, un manifiesto que obvia los problemas que generan estos envases al no incluir un objetivo específico de reciclado para tazas y vasos desechables.
El tema del impuesto es discutible, pero prohibir este tipo de envases o recipientes y buscar otras alternativas sería el modo más efectivo de atajar el problema. No será extraño que el Comité de Auditoría Ambiental vuelva a intentar que el Gobierno reconsidere las medidas que había propuesto, pero posiblemente obtengan los mismos resultados. Podéis conocer más detalles de la noticia a través de este artículo publicado en la página del Parlamento del Reino Unido.
Foto 1 | Complete Merchandise
Foto 2 | bsustainability