Entre los términos en francés que forman parte de nuestro ‘Diccionario de cocina’ está chalumeauter, una voz que se traduce como sopletear, ya os lo contábamos en este post de lectura rápida y didáctica. Es evidente que chalumeauter proviene de la palabra chalumeau, del mismo modo que sopletear viene de soplete. Y, ¿qué es un soplete? La RAE lo define así: Instrumento constituido por un tubo destinado a recibir por uno de sus extremos la corriente gaseosa que, al salir por el otro, se aplica a una llama para dirigirla sobre objetos que se han de fundir o examinar a muy elevada temperatura.
Conviene aclarar que, en algunos países, el soplete es el utensilio que se utiliza para proyectar pintura pulverizada o pulverizar un producto de limpieza, quizá en España el término más común para designar esta herramienta es pistola de pintar o pulverizador de pintura. La cuestión es que el soplete que prende una llama hoy en día es un utensilio más en la cocina, es por ello que es importante ampliar el diccionario culinario explicando qué significa sopletear en cocina.
Aunque con lo comentado hasta ahora y utilizando la lógica, todos sabremos que sopletear es hacer uso del soplete como herramienta de combustión diseñada para la aplicación de llama o calor, y es un término que se puede utilizar tanto en la industria metalúrgica, como en la cocina. De hecho, lo hemos escuchado a muchos cocineros en demostraciones y talleres de cocina, además de leerlo en las recetas escritas.
Un ejemplo lo podéis ver en esta receta de Hummus de remolacha con setas de Miquel Pardo, chef del restaurante Cruix de Barcelona, cuya presentación podéis ver encabezando estas líneas, una vez servida la preparación y los complementos del hummus, como las pequeñas setas, el cocinero las sopletea ligeramente. Y es que el soplete de cocina se puede utilizar con distintos fines, calentar, caramelizar, quemar, cocinar…
Pues ya lo sabéis, si tenéis un soplete de cocina, podréis utilizar la técnica de sopletear en distintas elaboraciones culinarias, desde caramelizar una crema catalana, pasando por cocinar muy ligeramente unos langostinos como en esta receta (se hace también a menudo con filetes de pescado como la caballa, la sardina, el pescado de un nigiri sushi…), quemar la piel de una berenjena antes de asarla para darle un toque ahumado, o quitar los restos de plumas de un pollo.