Como cada año durante los meses de noviembre y diciembre, aumenta de forma significativa la introducción en nuestro mercado de corderos procedentes de otros países, principalmente de Francia, la razón es la precampaña navideña. Para hacernos una idea, anualmente los mataderos de Castilla y León importan unos 250.000 corderos, pero mucho más de la mitad (unos 150.000 animales) se reciben durante estos meses, un 90% procede de Francia y un 10% de Portugal.
De nuevo ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) advierte a las administraciones correspondientes para que intensifiquen los controles a fin de evitar que se importen corderos de forma descontrolada, inundando el mercado y hundiendo los precios del cordero nacional en unas fechas que son claves para los ganaderos de Castilla y León. Evidentemente no es un delito importar alimentos dentro de la Unión Europea, pero muchos intermediarios se aprovechan de la confusión y del desconocimiento de los consumidores, el cordero francés se sacrifica en Castilla y León, pero no se especifica su origen, lo que hace deducir a los consumidores que se trata de un animal procedente de esta Comunidad y que cuenta con la correspondiente I.G.P. (Indicación Geográfica Protegida).
El cordero francés no cuenta con los correspondientes certificados de garantía, su sabor no tiene nada que ver que el que ofrece el auténtico lechazo de Castilla y León. Los corderos importados de Francia no son de razas enfocadas a la producción de carne de calidad, por eso resultan más económicos que los corderos autóctonos. Su introducción masiva fuerza la bajada de precios, según comenta ASAJA, los corderos terminan comercializándose por debajo del coste de producción, pero evidentemente esa reducción de precio no se traslada al consumidor, son los intermediarios los que hacen “el agosto”.
Recordemos que el Lechazo de Castilla y León con I.G.P (Indicación Geográfica Protegida), procede de la zona geográfica de Segovia, León, Soria, Zamora, Burgos, Ávila, Palencia, Salamanca y Valladolid. Se trata de un cordero lechal que cumple diversos requisitos, su peso vivo en el momento de ser sacrificado se sitúa entre los 9 y 12 kilos, la edad límite de sacrificio es de 35 días, la carne presenta un color blanco nacarado o rosado pálido y es muy tierna, la grasa exterior es de color tipo cera. Una vez sacrificado su peso debe oscilar entre los 4’5 kg y los 7 kg sin cabeza y sin asadura, incluyendo estas partes el peso debe establecerse entre los 5’5 y los 8 kilos. El cordero francés no cumple con la mayoría de requisitos, como ya hemos explicado, no son animales que se crían para producir carne de calidad.
ASAJA hace especial hincapié en la vigilancia de las prácticas comerciales deshonestas, que se evite esa confusión intencionada para aprovecharse de ese consumidor que quiere comprar auténtico lechazo y que termina llevándose un cordero francés que desmerece la calidad del lechazo de Castilla y León. Por ello se solicita que al etiquetar el cordero como sacrificado en Castilla y León se especifique que se trata de un cordero foráneo. Es necesario que se informe a los consumidores y que ellos decidan qué cordero quieren comer, no se deben permitir estas prácticas poco transparentes y confusas, el consumidor debe saber que el mensaje “cordero sacrificado en Castilla y León” no es sinónimo de que el animal se haya criado en estas tierras, esta es una reivindicación a la que nos sumamos cada año y no únicamente con el cordero, son varios los alimentos que se comercializan en estas fechas cuya procedencia está encubierta con este tipo de prácticas desleales.
Como hemos comentado en muchas ocasiones, es preferible ser proteccionista y pagar algo más para disfrutar de un producto nacional de calidad. Creemos que tal y como están las cosas, es necesario cambiar el modo de pensar y aplicar políticas proteccionistas con los alimentos que se producen en nuestro país, como sabemos, estas exigencias son desoídas por el Gobierno, claramente se está favoreciendo al producto foráneo sin importar las consecuencias para el producto nacional y su mercado. Pero ello no impide que seamos los consumidores los que seamos proteccionistas, ganaremos en calidad y podremos contribuir a preservar el tejido agroindustrial español, cada vez más deteriorado por la importación masiva de todo tipo de alimentos.
Según explica ASAJA en este artículo, se pide a las consejerías de Agricultura y Ganadería y de Sanidad que se exija a todas las importaciones de cordero que cumplan las mismas condiciones sanitarias y de calidad que se cumplen en nuestro país. Lo que nos sorprende es que después de tantos años denunciando y hablando del mismo tema la situación no haya cambiado, quizá es hora de que ASAJA y otras organizaciones agrarias incrementen sus esfuerzos para mostrar a los consumidores las diferencias y los mensajes confusos que se suelen utilizar. En definitiva, para que no te la den con cordero francés estas Navidades es muy importante leer las etiquetas, comprobar que la carne cuenta con el sello de la I.G.P. y a ser posible comprar en un establecimiento de confianza.