La nutrición sostenible es un concepto que combina la alimentación saludable con la responsabilidad ambiental y social, haciendo referencia a la capacidad de los sistemas alimentarios para proporcionar suficiente energía y nutrientes esenciales a la población sin comprometer las necesidades nutricionales de las futuras generaciones. Esta perspectiva va más allá de la nutrición individual, ya que adopta formas de producir y consumir que cuidan los recursos del planeta y fomentan una sociedad más justa para todos.
Uno de los mayores retos que se deben abordar es garantizar la alimentación de una población mundial en continuo crecimiento, que se calcula alcanzará los 9.600 millones de personas para 2050 según el informe World Population Prospects (Perspectivas de la Población Mundial) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este crecimiento poblacional ejerce una enorme presión sobre los recursos naturales, según estimaciones de la ONU necesitaremos el equivalente a tres planetas Tierra para producir suficientes alimentos si no cambiamos nuestras prácticas de producción y consumo.
En la actualidad y como ya hemos comentado en otras ocasiones, una tercera parte de los alimentos que se producen en el mundo se desperdician, mientras que millones de personas sufren desnutrición y hambre. Se trata de una paradoja que destaca la urgencia de adoptar estrategias sostenibles que equilibren la equidad social, la viabilidad económica y la preservación del medio ambiente.
Una dieta sostenible debe ser saludable y nutritiva, pero también asequible, accesible y culturalmente aceptable. Debe tener un impacto mínimo o positivo en el medio ambiente, lo que significa que los alimentos deben producirse utilizando prácticas agrícolas responsables, que preserven la biodiversidad y minimicen el desperdicio alimentario.
Los objetivos de las dietas saludables y sostenibles incluyen el fomento del crecimiento y el desarrollo óptimo de las personas de todos los segmentos de edad, deben prevenir formas de malnutrición y enfermedades que estén relacionadas con la dieta, reducir el impacto ambiental de la producción alimentaria, promover la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad.
Para que una dieta sea sostenible debe equilibrar las siguientes dimensiones clave:
Salud y nutrición:
Debe garantizar que todas las personas reciban los nutrientes esenciales necesarios, esto incluye abordar los problemas como la desnutrición en las regiones que son más vulnerables y reducir el consumo de los alimentos poco saludables en aquellas regiones donde predominan la obesidad y las enfermedades crónicas asociadas a la alimentación.
Impacto ambiental:
Se calcula que la producción de alimentos genera hasta el 35% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), utiliza el 40% de la superficie terrestre y es responsable de gran parte de la pérdida de biodiversidad. Por tanto, reducir estas cifras implica que se pongan en marcha prácticas agrícolas sostenibles, utilizar menos recursos y reducir la contaminación.
La nutrición sostenible no se limita únicamente al modo en el que producimos y consumimos, también abarca aspectos sociales fundamentales que aseguren una sociedad más justa y equitativa. Estos factores sociales son clave para que los sistemas alimentarios sean sostenibles desde una perspectiva ambiental, y sean beneficiosos para todas las personas involucradas en la cadena de suministro de alimentos, desde la producción hasta los consumidores.
¿Cómo se puede alcanzar una nutrición sostenible?
La accesibilidad económica es un pilar fundamental de la nutrición sostenible, para combatir la malnutrición y la inseguridad alimentaria se debe garantizar que todas las personas puedan tener acceso a una dieta saludable. En la actualidad se calcula que unos 3.000 millones de personas en el mundo no tienen acceso a una dieta que satisfaga sus necesidades nutricionales básicas, se trata de una realidad que pone en evidencia las profundas desigualdades económicas y sociales existentes. Esta situación no sólo afecta la salud individual, incrementando los riesgos de enfermedades relacionadas con la desnutrición o el sobrepeso, también tiene repercusiones económicas más amplias, ya que se disminuye la productividad laboral aumentando los costes en la salud pública.
El camino hacia la nutrición sostenible incluye acciones a nivel individual, nacional y mundial, como reducir el desperdicio alimentario mediante la implementación de prácticas para minimizar la pérdida y desperdicio de alimentos a lo largo de la cadena de producción y consumo, prácticas como la reutilización, el reciclaje y la optimización de la logística.
El camino hacia la nutrición sostenible incluye acciones a nivel individual, nacional y mundial. Las personas pueden contribuir eligiendo productos locales y reduciendo el desperdicio alimentario. Los gobiernos deben promover políticas que fomenten la producción sostenible y el acceso a los alimentos saludables. A nivel mundial, la cooperación es clave para establecer estándares comunes, reducir el desperdicio alimentario es crucial, y para ello se deben aplicar prácticas como la reutilización, el reciclaje y la optimización de la logística en toda la cadena de producción y consumo.
Fomentar el consumo de fuentes de proteínas vegetales como las legumbres y los cereales integrales, pero sin dejar de reconocer el importante papel que tienen las proteínas animales que se producen de manera sostenible. En este sentido, es muy importante adoptar prácticas agrícolas responsables que incluyen la rotación de los cultivos, la reducción del uso de pesticidas y fertilizantes químicos, así como la adopción de tecnologías que permitan optimizar el uso del agua y la energía.
La educación y sensibilización juegan un papel muy importante en la nutrición sostenible, siendo necesario informar a los consumidores sobre los beneficios de elegir alimentos de proximidad, de temporada y por supuesto, producidos éticamente, con ello obtenemos alimentos más saludables y con un menor impacto ambiental. Además, se debe promover el consumo de dietas ricas en frutas, verduras y granos integrales, ya que estos alimentos son clave para una nutrición adecuada y sostenible. Fomentar estos hábitos contribuye a mejorar la salud de la población y a reducir la presión sobre los recursos naturales, apoyando la agricultura local y responsable.
Como ya hemos explicado en varias ocasiones, una dieta sostenible debe contar con diversidad alimentaria, enfatizando sobre todo en alimentos como frutas, verduras, legumbres, frutos secos y granos integrales. Realizar un consumo moderado de carnes rojas y priorizar las fuentes de proteínas más sostenibles, incluir productos lácteos pero en cantidades moderadas, favoreciendo aquellos productos que han sido producidos con prácticas sostenibles. Beber agua potable y preferiblemente del grifo a fin de reducir el impacto del uso de los materiales plásticos, y en esta linea, realizar compras de productos a granel para evitar el enorme desperdicio que generan los envases.
La nutrición sostenible se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, especialmente con metas relacionadas con la erradicación del hambre, la acción climática, la conservación de la biodiversidad y la promoción de la salud y el bienestar, pero ya sabemos que muchos de los objetivos no se van a poder cumplir, y es que hay demasiados intereses económicos y políticos que lo impiden.
En definitiva, la nutrición sostenible no se puede considerar sólo una tendencia, es una necesidad urgente con la que se podría garantizar el bienestar de la población y la salud del planeta. Tomar decisiones conscientes sobre qué comemos, cómo se produce y cómo afecta a nuestro entorno es vital, ya que al priorizar en alimentos saludables y sostenibles, estamos invirtiendo en un futuro donde nuestros hijos podrán disfrutar de una vida más saludable en armonía con el medio ambiente.
Por cierto, desde el Instituto de Recursos Mundiales, en 2021 se propuso poner en marcha y con carácter urgente, cuatro acciones (ya citadas) para alcanzar un sistema alimentario más sostenible y garantizar la seguridad alimentaria en las próximas décadas. Lo cierto es que se ha hablado en reiteradas ocasiones de este tema, pero los avances son muy poco significativos.
Para conocer en mayor profundidad qué es la nutrición sostenible os recomendamos acceder a la página de Kerry Healt and Nutrition Institute, organización de carácter internacional dedicada a explorar cómo la ciencia de la nutrición y la innovación pueden mejorar la salud y el bienestar de las personas, al mismo tiempo que promueve prácticas sostenibles.
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