Qué es la Declaración de Roma sobre la Escasez de Agua en la Agricultura

La Declaración de Roma sobre la Escasez de Agua en la Agricultura es un compromiso adoptado a nivel internacional y aprobado el pasado 17 de octubre, durante el Diálogo de Roma sobre el agua, para hacer frente a uno de los desafíos más urgentes de la actualidad, la creciente escasez de agua, un problema especialmente agravado por la crisis climática.

Esta declaración subraya la importancia y el carácter urgente de abordar la escasez de agua y el estrés hídrico, especialmente en el contexto de la agricultura y la seguridad alimentaria mundial. Hay que tener en cuenta que la agricultura es uno de los sectores más vulnerables a la falta de agua, ya que utiliza más del 70% de los recursos de agua dulce a nivel mundial.

La escasez de agua es un problema que año tras año se agrava y amenaza la situación de millones de personas de todo el mundo y en especial, aquellas que viven en regiones vulnerables. En el documento se destaca que el problema se agrava por los efectos del cambio climático que se manifiestan a través de patrones irregulares de lluvia, olas de calor y sequías extremas prolongadas, lo que obliga a que los países colaboren en un marco de sostenibilidad.

Precisamente, uno de los objetivos principales de la declaración es fortalecer la colaboración entre los países y las organizaciones internacionales, promoviendo un uso más eficiente e inclusivo del agua. Este punto implica la coordinación de esfuerzos centrados en la mejora de la gestión de los recursos hídricos, ya sea en términos de cantidad como de calidad, además, plantea el fomento de sistemas agroalimentarios sostenibles que puedan adaptarse a las condiciones climáticas cambiantes.

La Declaración de Roma sobre la Escasez de Agua en la Agricultura reconoce la importancia de la gestión integrada de los recursos hídricos, es decir, abordar de forma conjunta los problemas relacionados con la disponibilidad y la calidad del agua, pero considerando la necesidad de mantener ecosistemas saludables, además de garantizar que el agua esté disponible para satisfacer tanto las demandas agrícolas como las de otros sectores de la economía.

En este sentido, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) juega un papel relevante en esta iniciativa, ya que se encarga de liderar y coordinar el WASAG (Marco Mundial sobre la Escasez de Agua en la Agricultura), plataforma creada en 2016 durante la Conferencia de Cambio Climático de Marrakech (Marruecos), con el objetivo de ayudar a los países a enfrentarse a los desafíos relacionados con la falta de agua y especialmente en el sector de la agricultura.

La FAO también ha impulsado el uso de cultivos autóctonos y resistentes a la sequía, así como la aplicación de tecnologías de riego más eficientes. Con estas medidas se persigue la adaptación a las nuevas realidades climáticas, así como contribuir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente aquellos relacionados con la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental que son: Hambre cero, Agua limpia y saneamiento, Producción y consumo responsables, Acción por el clima y Vida de ecosistemas terrestres.

La FAO explica que la declaración refleja un compromiso político y un llamamiento a la acción, para que los países inviertan en soluciones innovadoras, colaboren y movilicen recursos para enfrentarse a la crisis hídrica. En un mundo donde se espera que para el año 2050 más de la mitad de la población viva en zonas con riesgo de escasez de agua al menos un mes al año, el compromiso con esta declaración es un paso crucial para proteger los medios de vida y asegurar la disponibilidad de los alimentos a nivel mundial.

Hay que decir que la Declaración de Roma sobre la Escasez de Agua en la Agricultura ha recibido diferentes críticas por los desafíos relacionados con su implementación práctica y la efectividad de sus compromisos. Se denuncia las dificultades de llevar los acuerdos en acciones concretas a nivel nacional y local, las limitaciones de recursos y financiamiento, la falta de mecanismos claros de seguimiento para evaluar los avances de los compromisos, las desigualdades existentes en la adaptación al cambio climático, etc.

Cierto es que la declaración supone un esfuerzo importante para coordinar a nivel mundial una respuesta a la creciente escasez de agua, pero si no se solucionan los puntos detallados, será otra vía de esfuerzo económico sin beneficio. Podéis conocer más detalles sobre esta declaración a través de la página oficial de la FAO.

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