La barataflación es un término que combina «barato» e «inflación», se refiere a una situación en la que los precios de ciertos productos o servicios no suben como ocurre con una inflación tradicional, pero sí se reduce la calidad. Es decir, aunque los precios pueden mantenerse estables e incluso reducirse ligeramente, los consumidores perciben que el valor de los productos que obtienen se ha reducido, ya sea por obtener menos cantidad, por tener una calidad inferior o por la reducción de características en el producto.
Es habitual que en un contexto económico incierto o de alta inflación, que las empresas que intentan mantener los precios bajos para seguir siendo competitivas, opten por la barataflación intentando reducir costes para que no afecte demasiado sus márgenes de beneficio. En muchos casos esto lleva a la «dilución» de productos (reducir la concentración o cantidad de un ingrediente principal), con menores cantidades de los mismos ingredientes o materiales, o la sustitución por alternativas más económicas.
Este concepto que se empezó a usar a principios de 2020, ha ganado relevancia especialmente en mercados como el de la alimentación o el de los productos de consumo masivo, donde los consumidores notan que lo que compraban antes por el mismo precio ahora tiene menos valor. El término «barataflación» se ha utilizado en algunas discusiones económicas recientes, pero no está tan documentado en fuentes históricas como es el caso de otros fenómenos económicos. La combinación de inflación y reducción del valor del producto se ha vuelto más evidente en los últimos años y a medida que los precios aumentan pero las marcas luchan por mantener la competitividad.
Anteriormente hemos hablado de la reduflación, término que está relacionado con el abaratamiento, pero no es exactamente lo mismo. Aunque ambos términos describen fenómenos en los que la percepción del valor de un producto disminuye a pesar de no haber una clara inflación.
Como decíamos, en la barataflación los precios se mantienen relativamente estables o incluso bajan ligeramente, pero la calidad del producto disminuye. Con la reduflación, se produce una reducción en el tamaño o cantidad de un producto, pero sin que se produzca una disminución proporcional del precio, incluso puede aumentar. Este término es más específico en cuanto a la reducción de las cantidades de producto, como cuando se comercializan paquetes más pequeños o se ofrece una menor cantidad de producto por el mismo precio o mayor, pero con el mismo nivel de calidad o ligeramente inferior.
En todo caso, ambos conceptos se refieren a un deterioro de la relación entre el precio y el valor, pero la barataflación se centra más en la reducción de la calidad, mientras que la reduflación se centra en la reducción de la cantidad o el tamaño del producto. Los dos términos reflejan el ajuste de las empresas para adaptarse a las presiones económicas, y con los dos, la sensación de los consumidores es que obtienen menos por lo que pagan.
Hay otros términos que merece la pena conocer y de los que hablaremos posteriormente como Shrinkflation (inflación por reducción), Cost-push inflation (inflación de costes), Demand-pull inflation (inflación por demanda), Stagflation (estanflación o la coexistencia del estancamiento económico y la inflación) o la Inflación oculta (ajustes de precios o reducción de la calidad).
A medida que estos conceptos se han vuelto más populares en los últimos años, es importante que estemos cada vez más atentos a estos cambios, ya que la relación entre el precio y el valor de los productos se ve alterada, afectando directamente a nuestra decisión de compra. Comprender estos términos y su impacto en la economía cotidiana, puede ayudarnos a tomar decisiones de compra más informadas, sobre todo en este contexto de incertidumbre económica.