El hambre tal y como se entiende comúnmente, es la falta de alimentos para satisfacer las necesidades nutricionales del organismo. Sin embargo, hay otro tipo de hambre que es más peligrosa y difícil de notar que se conoce como el hambre oculta. Esta forma de malnutrición no es tan fácil de detectar porque no guarda relación con la cantidad de alimentos que se consumen, hace referencia a la calidad nutricional que tienen.
El hambre o malnutrición oculta hace referencia a la deficiencia de micronutrientes esenciales (vitaminas y minerales) que aporta la dieta, a pesar de que una persona pueda estar consumiendo las calorías que necesita. Las deficiencias más comunes incluyen la falta de hierro, de yodo, de vitamina A, de zinc y de ácido fólico, nutrientes que son vitales para el buen funcionamiento del organismo. Esta forma de malnutrición no suele ser visible, porque quienes la padecen no suelen mostrar signos evidentes de desnutrición, pero a largo plazo tienen comprometida la salud.
A diferencia del hambre que se puede identificar con una pérdida evidente de peso y debilidad por la falta de alimentos, el hambre oculta afecta el bienestar de una forma más silenciosa y gradual. Las personas que padecen hambre oculta a menudo no saben que tienen deficiencias nutricionales hasta que las consecuencias se tornan graves.
Causas del hambre oculta
El hambre oculta es un problema complejo originado por varios factores interrelacionados, a continuación podéis conocer sus causas principales:
Dietas monótonas y poco variadas: en muchas regiones del mundo (especialmente en países en vías de desarrollo) la población depende de una dieta limitada y compuesta principalmente por un sólo tipo de alimento,por ejemplo el arroz, el maíz o el trigo. Aunque estos alimentos pueden proporcionar suficientes calorías, no aportan todos los micronutrientes necesarios para gozar de una buena salud. Por ejemplo, quienes siguen una dieta basada principalmente en el arroz blanco, carecen de nutrientes esenciales como la vitamina A y el hierro.
La pobreza y falta de acceso a alimentos nutritivos: las personas que viven en condiciones de pobreza no suelen poder permitirse una dieta rica y equilibrada, el acceso a alimentos frescos, saludables y variados es muy limitado, siendo habitual que opten por alimentos más económicos y de bajo valor nutricional. Esta es una situación que particularmente se hace evidente en las comunidades rurales o en países en vías desarrollo, donde la seguridad alimentaria es uno de los principales desafíos.
Cultura alimentaria y hábitos locales: en algunas culturas, determinados alimentos que son considerados básicos o tradicionales, no contienen suficientes nutrientes esenciales. Una dieta rica en almidones y baja en frutas, verduras y proteínas, puede ser común en algunas áreas e irremediablemente contribuye al hambre oculta. Además, las costumbres alimentarias a veces prefieren ciertos alimentos por encima de otros, lo que empeora la falta de nutrientes esenciales.
Condiciones de salud y absorción de nutrientes: las personas que padecen enfermedades crónicas o tienen problemas de salud como la diarrea crónica, la enfermedad celíaca, la anemia o las infecciones parasitarias, pueden tener dificultades para absorber de forma correcta los nutrientes de los alimentos, incluso si la dieta es relativamente variada. Por tanto, la mala absorción de nutrientes es otro de los factores críticos que promueven el desarrollo del hambre oculta.
Falta de educación nutricional: en aquellas comunidades de áreas rurales o empobrecidas, las personas no están suficientemente informadas sobre la importancia de seguir una dieta equilibrada, la falta de educación nutricional impide que comprendan cómo pueden obtener todos esos nutrientes que son necesarios para el buen funcionamiento del organismo a partir de los alimentos disponibles.
Consecuencias del hambre oculta
Las consecuencias del hambre oculta son profundas y afectan tanto a las personas como a una sociedad al completo. Aunque se trata de algo que no siempre es inmediato o tan obvio como la desnutrición aguda, las deficiencias de micronutrientes tienen efectos perjudiciales a largo plazo, y entre las consecuencias más importantes destacan:
Desarrollo físico y cognitivo comprometido: En el caso de los menores, la falta de nutrientes esenciales y especialmente vitamina A, hierro y zinc, puede afectar gravemente al desarrollo físico y mental. La deficiencia de hierro puede causar anemia, lo que reduce la capacidad de concentración y afecta el rendimiento escolar, y la deficiencia de yodo puede derivar en problemas de crecimiento y retraso en el desarrollo cognitivo, lo que inevitablemente afecta al aprendizaje y a las habilidades intelectuales de los menores.
Sistema inmunológico debilitado: la falta de micronutrientes que son clave como la vitamina A, el zinc y el hierro, debilita el sistema inmunológico aumentando la vulnerabilidad a las infecciones y las enfermedades. Quienes padecen hambre oculta son más propensos a padecer enfermedades respiratorias, digestivas y otras infecciones que pueden tener pésimas consecuencias si no se tratan adecuadamente.
Mayor riesgo de enfermedades crónicas: a largo plazo la falta de nutrientes esenciales puede incrementar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como las enfermedades cardíacas, la diabetes o los problemas de visión. Padecer deficiencia en vitamina A se asocia a la ceguera nocturna y a otros problemas oculares, por otro lado, la falta de zinc puede contribuir en la pérdida de apetito y afectar a la salud reproductiva.
Impacto económico y social: el hambre o desnutrición oculta afecta a la productividad de las personas y las comunidades en general, al tener deficiencias de micronutrientes se tiene menos energía, concentración y resistencia, por lo que se ve afectada la capacidad de estudiar o trabajar. A su vez, se reduce el desarrollo económico y aumenta la carga en la atención médica, por lo que se crea un ciclo perpetuo de pobreza y malnutrición.
Estrategias para combatir el hambre oculta
Para combatir el hambre oculta se necesita un enfoque multifacético que implique a los gobiernos, organizaciones internacionales, comunidades y población en general, algunas de las estrategias más efectivas son el enriquecimiento de los alimentos básicos con micronutrientes esenciales, la promoción de dietas variadas que incluyan frutas, verduras, proteínas de alta calidad y granos enteros, educar sobre la importancia de una dieta equilibrada y qué alimentos contienen los micronutrientes necesarios para el buen funcionamiento del organismo. La suplementación nutricional como un modo de proporcionar a las personas esos nutrientes esenciales y, finalmente, el acceso mejorado a alimentos nutritivos.
Claro, que algunas de las soluciones son difíciles de adoptar, ya que combatir este tipo de malnutrición necesita de una cooperación y acción internacional coordinada que implique desde las políticas públicas hasta el cambio de hábitos a nivel individual. Esa cooperación es complicada por razones políticas, económicas y sociales. Las diferencias entre los países, tanto en recursos como en intereses, dificultan la implementación de estrategias comunes. Además, las barreras económicas en regiones más pobres pueden limitar el acceso a alimentos nutritivos o a tecnologías que permitan la fortificación de alimentos o la mejora de la producción agrícola. Como información complementaria, merece la pena leer el informe sobre el Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación 2024 (SOFA 2024).
La malnutrición oculta es un desafío invisible y grave que afecta a millones de personas en todo el mundo, recordemos que casi 2.800 millones de personas en el mundo no pueden permitirse mantener una dieta saludable, de ello hablábamos aquí.
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