Tradicionalmente la gastronomía no ha sido utilizada por los gestores turísticos para atraer y mantener a los visitantes de un territorio. Pero en los últimos años los destinos turísticos han visto en la gastronomía una oportunidad para diferenciarse y aportar un valor más experiencial a la propuesta turística.
Si miramos atrás, la gastronomía empieza a ser considerada un apreciado recurso turístico aproximadamente a principios del presente siglo, así lo demuestran, en parte, la aparición de los primeros artículos y publicaciones en torno al tema.
El territorio entendido como una suma de paisaje, tradiciones, historia y cultura, es el hilo conductor de la gastronomía como recurso turístico, y escoger aquellos productos con potencialidad turística es un reto importante para cualquier destino que quiere poner en valor su gastronomía.
Es importante tener en cuenta que la gastronomía también es una oportunidad para trabajar la sostenibilidad de un territorio. La transformación de productos agroalimentarios en recurso turístico implica trabajar por la recuperación y mantenimiento de patrimonio gastronómico que en muchos casos está en peligro de extinción.
Por tanto, la gastronomía aporta un valor turístico indiscutible a cualquier destino, ya que repercute de manera muy clara y directa sobre aspectos tan importantes como la economía o la cultura. Así, vemos como la gastronomía se relaciona con una gran diversidad de sectores empresariales vinculados tanto con el sector primario, como con el secundario o el terciario. Los productores, restaurantes, tiendas especializadas, mercados, museos y centros de interpretación, así como empresas que organizan actividades relacionadas con la gastronomía, se pueden ver beneficiados de la utilización de la gastronomía como dinamizador del turismo en un destino.
En lo que respecta a la cultura, la gastronomía es una eficiente herramienta de comunicación de un destino. A través de la gastronomía de una región se pueden conocer gran cantidad de tradiciones, costumbres y aspectos relacionados con la forma de vivir. Vemos también otros aspectos positivos de la gastronomía como reclamo turístico, por ejemplo el hecho de que puede ser un elemento desestacionalizador del turismo de un territorio.
El patrimonio culinario y gastronómico, aunque incorpora elementos estacionales, se puede consumir turísticamente a lo largo de todo el año y puede combinarse perfectamente con otros productos turísticos como pueden ser el relax y la naturaleza, o los negocios. La gastronomía también cuenta con una vertiente diferenciadora al incorporar a la propuesta turística rasgos únicos de cara a destinos competidores. La gastronomía de un territorio aporta autenticidad a los productos turísticos y un componente genuino.
Como se ha comentado anteriormente, el fomento de la gastronomía permite a los destinos trabajar la sostenibilidad del territorio, favorece la recuperación de determinados productos en peligro de desaparición y el mantenimiento de tradiciones y oficios autóctonos que forman parte de la identidad de un lugar. Es indiscutible, por tanto, que son muchos y bien potentes los aspectos que hacen de la gastronomía un factor clave para el turismo.
Es por este motivo, entre otros, que tenemos a nuestro alcance escuelas que forman y especializan a profesionales para todas las áreas relacionadas con la gastronomía y el turismo, un ejemplo es el Campus de Turismo, Hotelería y Gastronomía CETT-UB, centro del que os hemos hablado en varias ocasiones y que os recomendamos que tengáis en cuenta si estáis pensando en estudiar o especializaros realizando una formación relacionada con este ámbito, sea cual sea vuestro nivel, tanto si queréis iniciaros en los fogones, como si sois profesionales que necesitan ampliar sus conocimientos para acercarlos al contexto cambiante de este sector.
Sirva esta reflexión sobre el efecto que tiene la gastronomía sobre el turismo para animaros a la especialización y a consultar las posibilidades de formación que se ofrecen en el Campus CETT-UB, donde realizan másters, postgrados y cursos de corta duración que tienen el objetivo de poner a los profesionales en primera línea.