Pea Proteín es el proyecto en el que trabajan universidades, organizaciones y asociaciones con el propósito de desarrollar proteína de guisante con sabor neutro, pero con todas sus características nutricionales intactas. El proyecto busca reemplazar el uso de la soja en los alimentos vegetales, ya que se asocia a problemas como la deforestación de América del Sur y, por tanto, a la aceleración del cambio climático, aunque es fácil imaginar que también existen otras razones como las comerciales.
El caso es que la proteína de guisante es muy completa y se utiliza en la formulación de diferentes alimentos y bebidas vegetales, pero no tiene sabor neutro, contiene algunos sabores que se describen como desagradables por ser amargos o terrosos, lo que obliga a los fabricantes a incluir en las formulaciones otros sabores que enmascaren ese regusto que la proteína de guisante puede dejar.
Este proyecto financiado por el UK Research and Innovation (UKRI) y el Defra, quiere romper con el “habito de la soja insostenible”, ya que sólo el año pasado, Reino Unido importó tres millones de toneladas de soja para la alimentación humana y animal, algo lógico teniendo en cuenta que se trata de una base de la mayoría de opciones alimenticias de proteínas de origen vegetal. Dado que el país no puede cultivar soja a gran escala, para evitar la dependencia busca el uso de alternativas viables que puedan abastecer el mercado y lo liberen de esa dependencia de terceros países, por ello se plantea como una posibilidad la proteína de guisante de sabor neutro.
Los guisantes se adaptan bien al clima del Reino Unido, su cultivo mejora la salud del suelo al fijar el nitrógeno libre del aire y es respetuoso con el medio ambiente. Sin embargo, hay que abordar uno de los principales desafíos, su perfil de sabor en la alimentación humana, y concretamente en alimentos procesados, por ello, ahora se trabaja con el gen que caracteriza el sabor que proporcionan los guisantes y que fue descubierto en la década de los 90 por investigadores del Centro John Innes.
Los expertos comentan que en el programa de mejoramiento genético de los guisantes, se utilizarán investigaciones genéticas innovadoras que permitirán desarrollar nuevas variedades que no tendrán esas características indeseables. Se espera que los resultados sean positivos y brinden oportunidades económicas a aquellos agricultores que cultivan soja a nivel nacional, y aunque se puede hablar de paso positivo, la realidad es que suplir el gran volumen de soja que se demanda, será una tarea muy complicada y casi imposible.
Pero todo suma, y si se consigue reducir parte de esa dependencia será positivo, y en este sentido, es interesante retomar la lectura de este post en el que hablábamos sobre el enorme impacto ambiental de la soja, de ahí que se solicite que la industria alimentaria adquiera únicamente soja producida de forma sostenible, algo bastante complicado dado el enorme volumen de la demanda de esta leguminosa.
Los investigadores explican que los guisantes tienen un excelente perfil nutricional, además, son una parte importante de las rotaciones sostenibles de cultivos en la agricultura del Reino Unido. Reafirman que el cultivo de guisantes puede ayudar a reducir la dependencia de la soja importada, lo que ayudaría a la sociedad a cumplir los objetivos de cero emisiones netas, pero, en nuestra opinión, se trata de una transición que tardaría mucho y es difícil saber si se lograría alcanzar el objetivo.
Estaremos atentos a los avances que se realicen, pero si queréis saber más, a través de este artículo publicado en la página del Centro John Innes podréis conocer los detalles sobre el proyecto Pea Protein.
Foto 1 | Ritesh Man Tamrakar
Foto 2 | Conall