El año pasado la República Checa denunció que la calidad de los alimentos que fabrican las compañías alimentarias variaba dependiendo del país de destino, es decir, el país en el que se iban a comercializar. Un mismo producto de una marca alimentaria se elabora con ingredientes y materias primas más baratas si se destina a los mercados de Europa central y oriental, algo que no ocurre si su destino es Europa occidental. Pero además de este problema se añade otro, a pesar de que son ingredientes y materias primas más económicas y de menor calidad, se venden a precios más elevados.
Para intentar solucionar este problema, varios Ministros de Agricultura de los países afectados trabajan conjuntamente desde hace tiempo para tratar de buscar una solución, aunque es complicado. Pues bien, hoy podemos saber que Hungría quiere dar un impulso al cambio y ha presentado un Proyecto de Ley para etiquetar los alimentos de doble rasero, es decir, aquellos que tienen diferencias en composición y calidad con respecto a los alimentos homónimos que se comercializan en otros países comunitarios.
Se denuncia que las compañías multinacionales siguen la práctica de vender productos de marca de una peor calidad en Europa del Este, por ejemplo, reduciendo el contenido en frutas, carnes o verduras, añadiendo más sal, grasas y azúcares, así como comercializándolos a precios más elevados. Como se comentó en su momento, que las empresas intenten economizar en la elaboración de sus productos no es algo ilegal, pero los países afectados creen que la diferencia de la composición de los productos alimentarios se debe reflejar en la información que se proporciona en la etiqueta alimentaria.
Expertos en derecho comentaban que la legislación comunitaria protege a los consumidores de todos los Estados miembros de los posibles peligros que puedan presentar los alimentos para la salud humana, pero no se legisla sobre cantidades y composición, por lo que, en principio, las empresas pueden variar la formulación de un producto según el país de destino. El argumento más utilizado es el de adaptarse a los gustos y preferencias de cada país comunitario, pero es una explicación de poco peso y sin sentido, ya que esta adaptación se está basando en algo que evidentemente no quiere ningún consumidor, que se le reste calidad.
El Proyecto de Ley se ha elaborado con el fin de regular el etiquetado de los productos que se comercializan en el mercado de Hungría y que tienen distintos ingredientes o una proporción diferente de los mismos, que en los productos comercializados fuera de Hungría, se habla de productos que tienen el mismo nombre y apariencia y se comercializan en toda la UE. También contempla la creación de un organismo que se encargue de controlar esta cuestión, aquí podéis conocer los detalles de este proyecto que ha sido presentado a la Comisión Europea.
Bulgaria también se pronuncia sobre este tema, ya que es un país afectado por el mismo problema, consideran que se trata de una situación inaceptable, ofensiva y además se califica como un “apartheid alimentario” (el apartheid fue un sistema de segregación racial que existió en Sudáfrica) donde para unos, los alimentos deben ser de mayor calidad y para otros, de menor calidad. El caso es que ahora la CE y el resto de Estados miembros tienen tres meses para formular observaciones sobre el proyecto presentado, este es un mecanismo que tiene el propósito de garantizar que funciona correctamente el mercado comunitario, así como el abordar problemas potenciales que se pueden derivar ante un tipo de reglamentación presentada por un país. Hay que decir que el año que viene Bulgaria asumirá la presidencia de la Unión Europea y ya ha advertido que el tema de la dualidad de la calidad de los alimentos en la UE será uno de los temas prioritarios a abordar y solucionar.
Los expertos ya ven problemas en el Proyecto de Ley presentado, comentan que es difícil de aplicar, es discriminatorio y afecta a la libre circulación de mercancías en el mercado único. Lo cierto es que discriminatorio es comercializar productos de calidad diferente según el país, pero parece que esta cuestión sea ignorada. La puesta en marcha de la reglamentación presentada supondría la restricción de la libertad de comercializar determinados productos en Hungría, o en su defecto, deberían afrontar un gasto extra por etiquetar esos productos y una comercialización negativa. Pues la solución es sencilla, desde la UE se debería obligar a que las empresas comercializaran sus productos con los mismos estándares de calidad en todos los países de la UE.
Aquí explican que un productor húngaro podría elaborar un producto muy similar utilizando ingredientes de peor calidad y, sin embargo, no estaría obligado a ese etiquetado que se pretende aplicar en los productos que elaboran las grandes compañías. Quizá en este punto los expertos en legislación tienen toda la razón y la obligación debería imponerse también en los productores nacionales, aun así, no verían viable esta norma.
Algunas compañías aseguran que sus productos ofrecen la misma calidad independientemente del país en el que se comercialicen, lo único que cambia es la formulación para adaptarse a los gustos y culturas, pero si esto fuera así, los países implicados no se quejarían de este problema. El Proyecto de Ley presentado es el resultado de la negativa de la UE de abordar el tema anteriormente, por lo que la única salida que les queda a los países afectados es la de forzar a las compañías alimentarias a que ofrezcan la misma calidad en sus productos mediante legislaciones a nivel nacional.
Es muy posible que la CE no esté de acuerdo con el Proyecto de Ley, veremos qué decisión toma entonces Hungría.
Foto 1 | Alex Juel
Foto 2 | Yuichi Shiraishi