Recientemente la Comisión Europea ha votado y aprobado la propuesta para la prohibición del uso de los insecticidas neonicotinoides al aire libre en la Unión Europea, medida que han respaldado 16 países, ocho se han abstenido y cuatro se han opuesto, con lo que se ha logrado obtener la mayoría que se necesitaba para la aprobación de la reglamentación. Recordemos que en el mes de febrero la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) dio a conocer un informe en el que se confirmaba que tres insecticidas, la clotianidina, el imidacloprid y el tiametoxam, eran peligrosos para las poblaciones de abejas silvestres y las abejas melíferas.
La reducción de la población de abejas ha preocupado mucho en los últimos años, sobre todo sabiendo que se trata de insectos de vital importancia para el medio ambiente y la biodiversidad, su actividad polinizadora es esencial para el desarrollo de una gran variedad de cultivos y plantas silvestres, por lo que la pérdida de esta población de insectos se considera una amenaza a la seguridad alimentaria y a la biodiversidad. Claro, también hay que citar que las abejas contribuyen al bienestar de los seres humanos con su producción de alimentos y productos como la miel, la cera, los propóleos, suplementos dietéticos como la jalea real, así como ingredientes para la elaboración de otros alimentos.
Se han apuntado diferentes factores que son responsables de reducir la población de abejas, además de productos químicos como los plaguicidas citados, otros motivos son los microorganismos patógenos y las especies invasoras, el ataque de plagas y depredadores, el hambre y la mala nutrición, el cambio climático y la pérdida de hábitat. En definitiva, son varios los factores estresantes, y aunque se elimina uno de los principales, se debe seguir trabajando para garantizar que las poblaciones de abejas dejen de reducirse y continúen proporcionando los beneficios antes comentados.
Greenpeace ha celebrado la decisión adoptada por la Comisión Europea tras la votación, es una victoria para los grupos ambientalistas que han llevado campañas y acciones para tratar de eliminar los insecticidas neonicotinoides, podemos recordar, por ejemplo, esta campaña del año 2014 en la que veíamos un vídeo creado por el grupo ecologista en el que las abejas se movilizaban para protestar contra el uso de los plaguicidas de un modo similar a como realizan las protestas los activistas de esta organización. Pero como dice Greenpeace, la mayor victoria ha sido para las abejas, para otras especies que estaban siendo afectadas por los pesticidas, para el planeta y para las futuras generaciones que podrán seguir beneficiándose de las actividades y el papel que desempeñan estos insectos.
¿Cómo sería nuestra alimentación sin las abejas?, siendo extremistas y pesimistas, se podría citar una frase atribuida a Albert Einstein: “Si las abejas desaparecieran, a la humanidad le quedarían cuatro años de vida”. Lo cierto es que es difícil de creer, pero inevitablemente la desaparición de estos insectos afectaría de forma significativa en la seguridad y diversidad alimentaria.
Como decíamos y según se explica en la página de la Comisión Europea, se ha aprobado una mayor restricción del uso de los insecticidas neonicotinoides (imidacloprid, clotianidina y tiametoxam) en base a los resultados de los estudios que concluían que su uso al aire libre daña a las abejas. La Comisión Europea declara que la protección de las abejas es un tema importante (aunque parece que le ha costado bastante darse cuenta), ya que guarda relación directa con la biodiversidad, la producción de alimentos y el medio ambiente. Por tanto, todo uso al aire libre de las sustancias indicadas será prohibido, pero se podrán seguir utilizando en invernaderos permanentes, donde se cree que no se producirá contacto con las abejas. La nueva medida será adoptada por la CE en las próximas semanas y se espera que haga efectiva antes de final de año.
Como dice Greenpeace, esto es sólo un paso, ya que los tres neonicotinoides son sólo la punta del iceberg, existen otros muchos plaguicidas, incluidos otros neonicotinoides, que son igualmente peligrosos para las abejas, además, las prohibiciones se han de implementar a nivel mundial. El grupo ecologista aboga por eliminar la dependencia de estos productos químicos y trabajar en verdaderas soluciones para los agricultores.
Claro que no llueve nunca a gusto de todos, las organizaciones agrarias Asaja y UPA han manifestado su preocupación por esta decisión, considerando que afecta a la economía y gestión de cultivos. Aseguran que no se conoce lo suficiente el efecto de los pesticidas sobre la población de las abejas, como para atribuirle a los neonicótidos el problema de la reducción de su población, además, advierten que las alternativas existentes a estos pesticidas son más caras, lo que podría provocar un aumento de los precios de los alimentos. Pero lo cierto es que existe documentación científica que lo demuestra y la propia EFSA así lo determina, los agricultores apuntan a otras causas, pero como ya indica Greenpeace, se trata de un conjunto de causas y hay que trabajar para ir eliminándolas y aplicando las soluciones necesarias en el campo.