En Estados Unidos, un gran número de compañías alimentarias son reacias a proporcionar la información sobre el uso de ingredientes modificados genéticamente en sus productos, y ese interés por ocultar el uso de transgénicos no hace más que hacer sospechar a los consumidores de que existen razones para obviar esta información. Hasta no hace mucho, el lobby de las empresas anti etiquetado transgénico ha luchado e invertido mucho dinero a fin de evitar que prosperase una iniciativa cuyo objetivo fuera identificar los alimentos modificados genéticamente a través de las etiquetas alimentarias.
A pesar de los esfuerzos que realizaron, en Vermont se aprobó un proyecto de ley para etiquetar los alimentos modificados genéticamente, ley que entró en vigor el pasado 1 de julio y cuya vida fue muy corta, ya que quedó invalidada tras la reciente aprobación de la Ley Federal del etiquetado transgénico en Estados Unidos, ley que determina que las empresas deben proporcionar la información sobre los alimentos modificados genéticamente pero no necesariamente a través del etiquetado, pudiendo utilizar otros sistemas como los códigos de barras, texto, códigos QR, símbolos, teléfonos de atención al cliente, etc. Esto no gustó a los activistas al considerar que la transparencia informativa se reduce significativamente, siendo esta ley hecha a medida para las empresas y para inducir a error a los consumidores.
Pues bien, también encontramos compañías que hacen todo lo contrario, manifiestan que ofrecen productos alimentarios elaborados orgullosamente con transgénicos. Soylent es una empresa pionera en el uso de tecnología alimentaria, explica que a través de la innovación elabora productos de calidad con un alto valor nutritivo que contribuyen a mejorar la calidad del sistema alimentario. Su visión de futuro es ofrecer productos de calidad utilizando la ciencia y la tecnología como herramientas para mejorar la calidad y accesibilidad a los alimentos nutritivos.
Esta empresa ofrece Soylent Drink, una bebida alimentaria con la que asegura que se satisface el 20% de las necesidades nutricionales diarias de las personas a una magnífica relación calidad/precio. En su página web proporciona todo tipo de detalles sobre la composición y los valores nutricionales de este producto, pero además no tiene ninguna pega en manifestar que utiliza materias primas transgénicas. No hace mucho tiempo en el blog de Soylent se publicó un artículo en el que se exponen todas las razones por las que la empresa abraza los alimentos transgénicos, haciendo hincapié en tecnologías alimentarias como la ingeniería genética o la transferencia de genes como una tecnología capaz de satisfacer la demanda mundial de alimentos.
Habla del debate ético sobre la ingeniería genética y sus productos, las críticas que ha recibido esta tecnología por los posibles riesgos para la salud humana, el medio ambiente, etc. Para la empresa esto es un error, ya que considera que nuestro suministro alimentario es el resultado de cientos de años de modificaciones llevadas a cabo por los seres humanos, como por ejemplo la cría selectiva, la explotación de mutaciones de diferentes variedades alimentarias, el control de la reproducción, la búsqueda de productos que tengan rasgos específicos mediante la selección, etc. Se ha trabajado continuamente para mejorar el sistema alimentario con estos procedimientos, logrando crear cientos de variedades de productos alimentarios que no se corresponden con los originales y que se pueden etiquetar como alimentos ecológicos.
Cita como ejemplo la técnica del injerto, técnica que se basa en el intercambio de material genético entre las células vegetales, es decir, se trata del mismo proceso que se lleva a cabo en los laboratorios y que permite acelerar lo que la naturaleza tardaría muchos años en crear. Además explica que la naturaleza también crea sus propios organismos modificados genéticamente, un ejemplo es la batata, pudiéndose definir como alimento transgénico natural, ya que el genoma de este alimento integra material genético de la bacteria Agrobacterium, introducido hace miles de años de forma natural.
El artículo de Soylent pretende justificar el uso de materias primas transgénicas destacando la seguridad que ofrecen, ya que existen cientos de estudios que muestran que no hay ningún riesgo para la salud humana, muchas organizaciones científicas han demostrado que no se conoce ni un solo caso en el que se vinculen los alimentos transgénicos con enfermedades, alergias u otros efectos adversos para la salud. La empresa considera que no existe ninguna base científica para la imposición de normas en materia de transgénicos que no se aplican a los alimentos desarrollados utilizando procedimientos sustancialmente similares, como por ejemplo la cría selectiva.
Soylent comenta que los organismos científicos y reguladores de todo el mundo han encontrado repetida y consistentemente, cultivos y alimentos mejorados mediante la biotecnología que son incluso más seguros que los alimentos que se han obtenido a partir de otros métodos y técnicas de producción. Explica que los cultivos modificados genéticamente han permitido la reducción del uso de insecticidas en un 42%, han mejorado el rendimiento económico de los agricultores, que son sostenibles y con ellos se aprovecha mejor los recursos existentes, se puede decir que es una declaración de intenciones en toda regla en favor de los alimentos transgénicos.
Toda esta exposición obvia algunos problemas que se han constatado y confirmado, como por ejemplo la resistencia que han desarrollado los insectos y que ha obligado a los agricultores a crear refugios para frenarla. Este plan fue creado por la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos, y obliga a los agricultores que trabajan con el maíz modificado genéticamente a que cultiven el maíz tradicional para que los insectos no ingieran las toxinas Bt (Bacillus thuringiensis). De este modo, al reducirse el número de insectos que comen en los cultivos modificados genéticamente, se reduce la descendencia de insectos que han adquirido la resistencia a la toxina.
Pere Arús, investigador agroalimentario del IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Alimentaria), explicaba sobre la productividad de los alimentos transgénicos que los trabajos e investigaciones realizadas durante los últimos años han demostrado que el maíz transgénico es hasta un 15% más productivo, especialmente en aquellas zonas donde existe taladro, pero si no hay taladro, los alimentos transgénicos no son más productivos. Dado que los insectos generan resistencia, los supuestos beneficios económicos o ambientales del maíz transgénico o maíz Bt desparecen, de hecho, en los últimos años se ha incrementado la demanda de productos fitosanitarios convencionales para poder acabar con estos insectos, lo que cuestiona el argumento de que se utilizan menos productos fitosanitarios, al respecto merece la pena retomar la lectura de este post.
No es cierto que no existan estudios que cuestionen la seguridad de los transgénicos para la salud, se puede citar como ejemplo una investigación realizada por expertos de la OAGB (Asociación Nacional para la Seguridad Genética) en la que se concluía que el consumo de alimentos transgénicos afectaba al crecimiento y la capacidad reproductiva de los mamíferos. Otro ejemplo es el realizado por expertos de la Universidad de Viena, concluía que los alimentos modificados genéticamente podían provocar infertilidad. Pero al margen de todas estas cuestiones, hay que aplaudir el valor de esta compañía, esté equivocada o no, lleva sus convicciones hasta el final y a diferencia de otras empresas manifiesta sentirse orgullosa de utilizar materias primas transgénicas, deberían tomar ejemplo las compañías que durante años han tratado de silenciar la información, evitando que los consumidores pudieran ejercer su derecho a saber sobre los alimentos y elegir según sus opiniones y convicciones.
Merece la pena leer el post publicado por esta compañía explicando sus razonamientos sobre por qué abraza los transgénicos, considerando que hay que informar al consumidor.